En el presente estudio torna necesario revelar el modo en que este nivel de la estructura social desempeña sus prácticas de consumo cultural caracterizando dicho proceso en las instituciones seleccionadas. En tal sentido el estudio de los intereses artístico culturales con adolescentes antecedió a las investigaciones sobre consumo cultural, este surge como una necesidad institucional de aproximarse al conocimiento sobre las preferencias de este grupo en cuanto a las producciones artísticas que se les ofrecían, sirviendo de base teórico metodológico.
Esta situación permite que los espacios públicos sirvan de sistema de integración y de comunicación, como resultado de la propia articulación social en los marcos de espacio y tiempo. En el proceso de consumo cultural se expresan diferencias en las normas y valores - existen hábitos que producen posiciones sexistas, aparecen tendencias nocivas - y se pone de ostensible el valor de la familia.
En el presente siglo XXI en Cuba, la política cultural siempre incorporó entre sus líneas esenciales o principios, el rescate de los valores más significativos de la cultura local y nacional, sin que ello constituya una limitación al progresivo, necesario e indetenible desarrollo. Para su operacionalización se cuenta con una red de instituciones que, a partir de estrategias, programas y proyectos, instrumentan la promoción de la memoria histórico-cultural nacional y local. Una de estas instituciones es el Monumento Plaza de la Patria, situada en el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo en la Provincia de Granma. Creada el 26 de julio de 1982 por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Rúz. Perteneciente a la Dirección Municipal de Cultura y tiene como misión la investigación, conservación y promoción del patrimonio cultural de Cuba.
Un estudio de caso”, que ofrece algunas características acerca de la inserción del centro en la política cultural del Estado cubano, desde la promoción de la memoria histórico–cultural, así como una síntesis de la evolución que ha tenido la institución y una valoración de su incidencia en la comunidad en la cual está ubicada la institución. El estudio permitió revelar aquellos elementos que caracterizan el consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes en las instituciones patrimoniales, conocer los logros alcanzados y las limitaciones que aún presenta el trabajo con este tipo de público.
Indice
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Capítulo I. Acercamiento al consumo de la memoria histórico-cultural en Cuba. Referentes teóricos.
1.1. Estudios de Consumo cultural. Una aproximación al consumo cultural en la adolescencia en Cuba. Concepciones teóricas.
1.1.1. El consumo cultural en la adolescencia.
1.1.2. Patrimonio cultural inmaterial. Definiciones y conceptos.
1.2. El consumo de la memoria histórico-cultural y su tratamiento desde la política cultural cubana. Principales referentes teóricos.
1.2.1. La política cultural cubana y el tratamiento a la memoria histórico-cultural.
1.2.2. La política cultural en Cuba desde la visión del consumo de servicios culturales. Fundamentos metodológicos para su estudio.
Capítulo II. El Monumento Plaza de la Patria y el consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” en el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo. Estudio de caso.
2.1. El Monumento Plaza de la Patria. Caracterización desde la promoción del patrimonio cultural inmaterial local y nacional. Estudio de Caso.
2.1.1. El público adolescente. Caracterización desde la ESBU: “30 Aniversario de la Batalla de Guisa”. Estudio de caso.
2.1.2. Diseño y procedimiento metodológico de investigación científica. Estudio de caso.
2.1.3. Estrategia de análisis. Metodología empleada para la recogida de datos: métodos y técnicas utilizadas. Estudio de caso.
2.2. El consumo de la memoria histórico-cultural por adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa”. Principales resultados.
Conclusiones
RECOMENDACIONES
BIBLIOGRAFÍA
RESUMEN
En el presente siglo XXI en Cuba, la política cultural siempre incorporó entre sus líneas esenciales o principios, el rescate de los valores más significativos de la cultura local y nacional, sin que ello constituya una limitación al progresivo, necesario e indetenible desarrollo. Para su operacionalización se cuenta con una red de instituciones que, a partir de estrategias, programas y proyectos, instrumentan la promoción de la memoria histórico-cultural nacional y local. Una de estas instituciones es el Monumento Plaza de la Patria, situada en el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo en la Provincia de Granma. Creada el 26 de julio de 1982 por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Rúz. Perteneciente a la Dirección Municipal de Cultura y tiene como misión la investigación, conservación y promoción del patrimonio cultural de Cuba.
Treinta y cinco años de existencia justifican el presente trabajo titulado “El consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” que convoca el Monumento Plaza de la Patria en el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo. Un estudio de caso”, que ofrece algunas características acerca de la inserción del centro en la política cultural del Estado cubano, desde la promoción de la memoria histórico–cultural, así como una síntesis de la evolución que ha tenido la institución y una valoración de su incidencia en la comunidad en la cual está ubicada la institución. El estudio permitió revelar aquellos elementos que caracterizan el consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes en las instituciones patrimoniales, conocer los logros alcanzados y las limitaciones que aún presenta el trabajo con este tipo de público.
INTRODUCCIÓN
En el escenario social contemporáneo los estudios de públicos, el consumo y los temas referentes a la memoria histórico-cultural suscitan un amplio interés entre diferentes especialistas de las ciencias sociales. Son varios los autores latinoamericanos y en el contexto cubano que coinciden en afirmar que los enfoques teóricos centrados en estos conceptos constituyen la base de un cuerpo teórico emergente que aspira a generar una interpretación sintética, multidimensional y de pretensiones integradoras, sobre los fenómenos de los estudios de públicos y su participación en los espacios de apropiación que origina la articulación social establecida en la relación objeto sujeto que generan algunas instituciones culturales, entre ellos se encuentran: (Herbert Blumer, 1981; Pierre Nora, 1984; Nestor García Canclini, 1991; Maurice Halbwachs, 1995; Emile Durkheim, 2004; Graciela Pacheco Feria, 2009; Máximo Gómez Castells, 2013; Guillermo Prieto, 2014).
En la actualidad el concepto de memoria histórico-cultural se ha generalizado como escenario donde se discuten con fuerza cuestiones acerca de la memoria como un problema de la sociedad1. Sobre este particular, ya se ha reconocido que la distinción entre memoria histórica y memoria cultural está dada por sus propios elementos intrínsecos.
Tras el boom museístico de los ochenta y las innovaciones museográficas que las tecnologías de la información han proporcionado, impulsó el pensamiento museológico, la crítica y el disfrute de la confrontación personal con las piezas de museos, y con sus discursos (Bolaños A, 2011). Su visión como un lugar elitista dio paso al museo como medio de masas, como marco esencial de la cultura y como referencia de las prácticas contemporáneas2.
En el contexto actual, en Cuba la memoria histórico-cultural tiene un amplio camino recorrido ya y una importante experiencia en el tratamiento a este tema. En este sentido, el trabajo del Dr. C. José Antonio Escalona Delfino, titulado: “Comentarios sobre Historia y Comunidad, en especial Cuba”, representa una importante reflexión en torno a las consideraciones que hizo José Martí acerca de elementos que hoy se identifican como componentes de la memoria histórico-cultural, con lo cual resulta el antecedente más evidente cuando se introduce el concepto.
Los programas nacionales de desarrollo cultural han sido asimilados como vías para propiciar el desarrollo de la cultura de la nación, teniendo en consideración el aporte que ellos realizan al conocimiento y conservación de los bienes y valores del patrimonio cultural en el contexto comunitario. Al respecto, Armando Hart expresó : “[…] en nuestro país, donde los medios de producción del arte y la cultura estaban y están en manos del conjunto de la sociedad…, así creamos un sistema de instituciones culturales y artísticas […]” (Hart, 1980).
En el tratamiento al tema de la memoria histórico-cultural se hace conveniente para nuestro estudio la articulación entre pasado, presente y futuro. Según Halbwachs (1945)3: “... es la necesidad de argumentar la naturaleza social de los procesos que permiten reconocerse como tales a grupos e individuos...”
A pesar de que la memoria histórico-cultural es un concepto que subsiste en todos los niveles estructurales de la sociedad, el proceso no es homogéneo entre ellos, ya que son diferentes los móviles constitutivos de cada grupos social, por tal motivo este estudio centraliza su abordaje en los consumos adolescentes ya que resultan los sujetos en quienes la sociedad considera deben dar continuidad al proceso de transmisión de los hábitos culturales tradicionales.
La adolescencia es un tema actual y recurrente en nuestras sociedades que sigue provocando un intenso intercambio de opiniones entre científicos sociales, educadores, padres de familia e instituciones ciudadanas y políticas. El tratamiento moderno de la adolescencia, en su sentido categorial o técnico, se presenta hoy como una realidad de la que se ocupan diversas disciplinas científicas. Efectivamente, la adolescencia ha constituido el campo de estudio de distintas ciencias como: la antropología, psicología, biología del desarrollo, sociología, historia y, por supuesto, también aparece como un concepto mundano de la realidad familiar, educativa y social del presente. Desde cada una de estas disciplinas se ofrecen definiciones de la adolescencia que configuran los enfoques conceptuales imprescindibles para la investigación y práctica social.
Perspectiva epistemológica que contribuyó a la sistematización de los estudios sobre la adolescencia y, por tanto, a que aparecieran numerosas publicaciones sobre el tema, donde la adolescencia fue posicionándose en campos de las ciencias médicas como la pediatría, psiquiatría, gineco-obstetricia. En especial la Psicología, tanto la evolutiva como la clínica. Por su parte las ciencias sociales observaron, en este nivel estructural, comportamientos sociales, y fracturas como la criminalidad (Álvares Carril, E. 2009).
En el presente estudio torna necesario revelar el modo en que este nivel de la estructura social desempeña sus prácticas de consumo cultural caracterizando dicho proceso en las instituciones seleccionadas. En tal sentido el estudio de los intereses artístico culturales con adolescentes antecedió a las investigaciones sobre consumo cultural, este surge como una necesidad institucional de aproximarse al conocimiento sobre las preferencias de este grupo en cuanto a las producciones artísticas que se les ofrecían, otros autores habían incursionado en el estudio de estos intereses como es el casos de Álvarez Carril, E. (2005), sirviendo de base teórico metodológico.
Esta situación permite que los espacios públicos sirvan de sistema de integración y de comunicación, como resultado de la propia articulación social en los marcos de espacio y tiempo. En el proceso de consumo cultural se expresan diferencias en las normas y valores -existen hábitos que producen posiciones sexistas, aparecen tendencias nocivas- y se pone de ostensible el valor de la familia.
Después de esta búsqueda y análisis dev los referentes bibliográficos sobre el consumo cultural, memoria histórico-cultural y adolescencia fundamentalmente en obras de autores Latinoamericanos como Néstor García Canclini, Jesús Martín Barbero, Muñoz, Cecilia Linares, María Carla Alzugaray Rodríguez, Emilia Bermúdez, Máximo Gómez Castells, evidenciando en sus análisis una serie de elementos socioculturales en el consumo cultural en la adolescencia. Estos autores consideran a ésta como: “Un conjunto de comportamientos dirigidos a satisfacer necesidades cognitivas, espirituales o emocionales con productos de la cultura que tienen un valor simbólico para las distintas estructuras de la sociedad”.
Alvares Carril (2009), parte de la posición de que en los procesos participativos intervienen diferentes factores: “de orden social, cultural y psicológico”, entre los que se establece una relación dialéctica, donde la autora margina el factor histórico-cultural.
Una de las instituciones que como instrumento contribuye a la promoción de la memoria histórico–cultural se sitúa el Monumento Plaza de la Patria (MPP). La institución fue creada en el 26 de julio del año 1982 y se encuentra ubicada en la ciudad de Bayamo, actual Provincia de Granma, Cuba.4 Con la finalidad de identificar, preservar y promover los bienes patrimoniales de la cultura local y nacional.
Con 35 años de creada y una experiencia acumulada es tiempo suficiente para conocer: ¿qué factores caracterizan el consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes en la institución?, ¿cuál ha sido la incidencia del centro en la promoción de la memoria histórico-cultural?, para ello se debe dar respuesta a otras interrogantes: ¿Cómo se han cumplido los objetivos previstos en el programa de desarrollo cultural?, ¿fueron acertadas o suficientes las vías empleadas para socializar los bienes culturales?, ¿Se tuvieron en cuenta los intereses de los distintos grupos atareos?, ¿Se adecuaron esos bienes patrimoniales a sus intereses?, ¿Se importaron bienes patrimoniales para lograr los objetivos finales como lo establece la Ley 106/09 del Sistema Nacional de Museo?.
Preguntas como éstas estimularon el inicio de la presente investigación, que arrojó información acerca de cuál ha sido el status del centro cultural Monumento Plaza de la Patria así como la escuela secundaria básica “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” en la promoción de la memoria histórico - cultural y la labor que desarrollan los agentes que allí laboran, lo que constituye la esencia de su obra y misión. En tal sentido se tomó como escenario el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo, en el que las instituciones antes referidas tienen un mayor accionar. Considerando como título: “El consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” que convoca el Monumento Plaza de la Patria en el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo. Un estudio de caso”.
Como problema científico de investigación: ¿Qué elementos caracterizan al consumo de la memoria histórico-cultural en los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” que asisten a las actividades que convoca el Monumento Plaza de la Patria?
Delimitando como objetivo general: Revelar los elementos que caracterizan al consumo de la memoria histórico-cultural en los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” que asisten a las actividades que convoca el Monumento Plaza de la Patria.
La posición epistemológica del estudio se revela en la idea a defender: La baja participación a las actividades que promueve el Monumento Plaza de la Patria y las asimetrías en los vínculos escuela/museo, son elementos que caracterizan el consumo de la memoria histórico-cultural de los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” en el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo.
Los objetivos que de manera específica han sido propuestos son:
1. Análisis crítico de la bibliografía contentiva del tema de investigación.
2. Elaboración de los presupuestos teóricos metodológicos para el estudio del consumo de la memoria histórico-cultural
3. Elaboración de los instrumentos y procedimientos para el trabajo empírico.
4. Analizar los resultados para la caracterización de los elementos que distinguen el consumo de la memoria histórico-cultural en los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” en el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo.
5. Elaboración de recomendaciones que favorezcan los vínculos escuela/museo Plaza de la Patria.
El trabajo se estructuró en dos capítulos. El Capítulo I titulado: Acercamiento al consumo de la memoria histórico-cultural en Cuba. Referentes teóricos. Donde se hace un recorrido por los diferentes posicionamientos teóricos que constituyen el marco teórico de la presente investigación. El Capítulo II titulado: El Monumento Plaza de la Patria y el consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” en el Reparto Jesús Menéndez en la ciudad de Bayamo. En este se parte de una caracterización de la institución así como del público adolescente, se argumenta la situación problémica, se explica la estrategia metodológica de investigación, se definen los conceptos estructurantes del estudio, la metodología y procedimientos para obtener la información y el análisis de los resultados.
El tema posee actualidad en tanto es la primera vez que se realiza este tipo de estudio en la institución, de manera que resulta necesario conocer y evaluar la gestión cultural que durante más de tres década los agentes de la institución antes referida ha realizado con el público adolescente de la comunidad del Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo.
El trabajo de campo que un estudio de este tipo requiere permitirá trazar líneas estratégicas que reorientarán el accionar sociocultural de la institución. Posibilitando la utilización de nuevas estrategias para el trabajo con este tipo de público, garantizando el desarrollo local y cultural con nuevas vías de socialización, en sectores, grupos s o línea del conocimiento en los que se debe incidir con mayor fuerza a partir de las limitaciones y los logros a alcanzar.
Capítulo I. Acercamiento al consumo de la memoria histórico-cultural en Cuba. Referentes teóricos.
1.1. Estudios de Consumo cultural. Una aproximación al consumo cultural en la adolescencia en Cuba. Concepciones teóricas.
A partir del análisis realizado anteriormente y para situarnos en el escenario de los estudios de consumo se parte de cómo de manera general han experimentado los estudios sobre consumo cultural un desarrollo acelerado en los últimos 17 años del presente siglo XXI, esencialmente porque han sido incitados desde diversas disciplinas y motivaciones. Si bien es cierto que en los primeros años de la última década del siglo pasado, aunque se contaba con investigaciones novedosas en este sentido, no alcanzaban un lugar relevante dentro de los estudios culturales; en la actualidad, éstas han tomado centralidad en los intereses de dichos estudios.
La cantidad y diversidad de conocimientos, textos y productos que circulan y se producen aumentando de forma permanente. Esto parecería obstaculizar la reflexión y la posibilidad de un análisis crítico de la información. Es necesario abordar la literatura y las investigaciones que exploran y reflexionan sobre los consumos culturales con el propósito de contribuir a construir una comprensión más acabada de las características, formas de comunicación y socialización, necesidades de aprendizaje y formas de producción que definen a los grupos sociales e individuos, en este caso la adolescencia, para medir el alcance de las políticas. En nuestro estudio el análisis partió desde la contribución que muchos investigadores principalmente en el contexto latinoamericano y cubano han hecho en la teoría de los estudios de consumo.
Para Pierre Bourdieu el consumo involucra: “...la apropiación de símbolos, signos, ideas y valores, y estos son el producto de los condicionamientos de clase y de los habitus (2003)”, es decir, las diferentes prácticas y los objetos de consumo funcionan como signos distintivos y como símbolos de distinción.
Néstor García Canclini define el consumo como: “el conjunto de procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los productos... (1991)”. El autor reconoce así la perspectiva racional de los agentes económicos en la producción y la distribución de los bienes culturales, pero la considera insuficiente para justificar las preferencias y elecciones de los públicos. Valora también la línea de la racionalidad sociopolítica interactiva, proveniente de la sociología urbana, en la que el consumo se convierte en un escenario de disputas por los productos y su utilización. Asimismo, es coincidente en la concepción del consumo con los presupuestos de Bourdieu al reconocerlos como forma de diferenciación entre grupos y sectores. La elaboración de este autor agrega a estas teorías la convicción de que, así como los bienes sirven para dividir, también resultan modos de integración y comunicación que hacen posible la conformación de una sociedad.
Para él, este concepto constituye un recurso de diferenciación, porque los significados contenidos en los bienes culturales son diversos para unos u otros sujetos en la sociedad. Hecho que convierte al consumo en un intercambio de significados. Para García Canclini tal intercambio tiene un carácter funcional al señalar que: “consumir además de escenario de disputas por aquello que la sociedad produce, lo es por las maneras de usarlo (1995)”, es decir, que los individuos utilizan de manera diferente tales significados.
Esta posición agudiza la segmentación desigual de los consumos y afecta la democratización política y la participación social. Para este autor, el estudio de los consumos culturales resulta de importancia estratégica para reflexionar acerca del tipo de sociedad que se desea y cómo es posible participar en la construcción social de sentidos.
La conceptualización del consumo que desarrolla Jesús Martín-Barbero si bien está íntimamente conectada con la de García Canclini, se diferencia en varios sentidos. Su postura expresa, en primer lugar, en una concepción no reproductivista del consumo, lo cual representa una coincidencia ya que subraya que los modos de apropiación cultural son asimétricos, pero coloca la trascendencia de los usos sociales de la comunicación (Barbero, 1994), aspecto que no tiene esa centralidad en García Canclini. En segundo lugar, subraya la dimensión del consumo como espacio de constitución de identidades, pero advierte su papel en la conformación de comunidades. En tercer lugar, manifiesta en la importancia estratégica que adjudica a la investigación del consumo en un contexto en que la globalización de los mercados se encuentra directamente unida a la fragmentación del mismo, es decir va de la simetría a la asimetría. Por último, advierte un cambio epistemológico y metodológico porque se modifica el lugar desde el cual se piensa el proceso de la comunicación.
La concepción del «consumo cultural» de Pierre Bourdieu y Néstor García Canclini fue reconfigurada por Luz María Ortega Villa5, quien al definirla como el conjunto de procesos socioculturales donde se realizan la apropiación, recepción y uso de los servicios originados en el campo de la producción cultural6, acota la acción reflexiva del sujeto al vincular la lectura en producción con la gramática de reconocimiento7. Esta autora logra de esa forma, enfatizar la práctica de consumo y así evitar la tautología8 señalada al concepto de Néstor García Canclini9.
Este estudio aprecia en Ortega Villa un apego excesivo a la dominación simbólica, pues ve en la valoración, conductas de elevación o rechazo de los bienes culturales, sirviéndose para ello de posturas funcionalistas, que pueden originar una hegemonía. En el caso de los servicios la hegemonía está predeterminada por las pautas o intereses institucionales.
En este sentido Patricia Terrero (2006)10, reflexiona que la problemática del consumo cultural como ámbito de investigación surge en razón del nuevo enfoque conque es presentada de la recepción: por un lado en reflexión teórica y, por otro, en eje de investigaciones en las que se exploraban los hábitos, comportamientos o gustos de los entrevistados en el consumo de medios culturales, la relación entre ocio, prácticas y consumos culturales, y uso del tiempo libre. Este despliegue supone un doble movimiento teórico, pues enfrenta lo que acontece en las prácticas culturales y en la reestructuración de la teoría.
Las distintas referencias teóricas explican la corriente investigativa que se está produciendo en los escenarios académicos cubanos coincidente con lo que sucede en otros países, pues los estudios de consumo cultural ofrecen elementos para perfeccionar las actuales estrategias de desarrollo cultural que enfrenta el país donde se desarrollan ingentes esfuerzos por socializar la cultura, la implementación de programas sistemáticos de formación general y especializados, la ampliación de los vínculos cultura y educación, así como el impulso de nuevas alternativas de carácter local, con una mayor participación de los sujetos en la comunidad.
Durante las dos últimas décadas, el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICICJM) ha desarrollado estudios sobre procesos de participación social en el ámbito de la cultura, y en particular acerca del consumo cultural de la población cubana. Estas investigaciones cuentan con resultados que dan a conocer las formas y niveles de participación de la población y, en especial, las particularidades del consumo cultural. Permitiendo confirmar que, en la población cubana existen segmentaciones que dan cuenta de diversos niveles de consumo cultural y diferenciaciones implícitas por parte de los sujetos, con relación a los tipos de bienes con que intercambian; además se constata el carácter social del consumo cultural al estar determinado por factores como: géneros, edades, profesión, intereses, hábitos, expectativas, formas de participación, así como relación con la cultura.
Entre otros, el Centro de Estudios Sociales Cubanos y Caribeños “Dr. José A. Portuondo”, en la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba (CEDIC), se ha erigido como una importante institución donde se visibilizan trascendentes estudios sobre el consumo cultural. En este contexto, Martínez Tena y Jesús de Andrade (2015) plantean que: “asumir al consumo como apropiación (…) sugiere la recuperación de los conceptos de uso, formas y estrategias pues permiten observar el consumo desde dos caras: como formas y como estrategias de consumo” (p.8)11.
Sin embargo preguntarnos por las formas y estrategias de consumo de un objeto significa adentrarnos a las vivencias temporales, espaciales del mismo y a su vez, advertir el proceso de estructuración conque un determinado sector social se apropia del significado de ese objeto consumido. Acotación que conduce a realizar una aproximación a este proceso en la adolescencia.
1.1.1. El consumo cultural en la adolescencia.
I. Antecedentes.
El estudio de los intereses artístico culturales con adolescentes antecedió a la investigación sobre consumo cultural, surge como una necesidad institucional de aproximarse al conocimiento sobre las preferencias de este grupo en cuanto a las producciones artísticas que se les ofrecían (Álvarez Carril, 2009)12, pero en este trabajo realizaremos un acercamiento al consumo cultural en la adolescencia, otros autores habían incursionado en el estudio de estos intereses anteriormente como son los casos de Linares y Álvarez Adán (2002), quienes sirvieron de base teórico metodológica para el desarrollo de una corriente de estudio en Cuba.
II. Aspectos teóricos.
Entre los aspectos teóricos se debe tener en cuenta que la apropiación y la producción de cultura en la adolescencia, puede estar dado a través de dos procesos: la participación en manifestaciones culturales y la participación en culturas juveniles (Álvarez Carril, 2009). Sin embargo esa clasificación obvia la participación en procesos de apropiación en escenarios culturales que no están determinados como manifestaciones culturales ni culturas juveniles, son los espacios informales que se generan en las instituciones culturales y que tienen un trazado patrimonial; a la vez ignoran las peculiaridades diversas existentes entre jóvenes y adolescentes.
En el presente trabajo enfatizaremos en el proceso de consumo cultural que se origina en las instituciones patrimoniales y que se caracterizan por los gustos e intereses de la adolescencia. Para ello resulta apropiado conocer que en él se produce un proceso de instalación de significados, al respecto (Marín y Muñoz, 2002) han señalado que:
“…la reapropiación de los significados mediante las construcciones culturales que hacen algunos importantes sectores juveniles, se expresan, desde la creación de los dominios de lo ético, político, artístico y producción de conocimientos desde la experiencia. Los medios de comunicación, las redes de información y de mercado, las industrias culturales, los procesos de consumo y la presencia del ciberespacio son fundamentales en la producción de subjetividades contemporáneas y diversas...” (p.15).
En la epistemología citada son señaladas como referentes de donde se extraen sentidos los adolescentes, los medios de comunicación, la web, el mercado y varios ámbitos que no discriminan la naturaleza por la cual son extraídos esos sentidos y unidades culturales y se establece una relación con la experiencia que augura una indagación para conocer cuáles constituyen huellas de lo ético, político, creación y la producción de conocimientos que conservan en las subjetividades y actualizan en sus prácticas, los adolescentes. Todos estos procesos intervienen en la formación de la identidad adolescente, ya que al tiempo que contribuye con la cultura en el proceso de reapropiarse de lo construido socialmente por cada sujeto.
En la actualidad hemos encontrado tendencias que hablan del interés que el tema ha recobrado en América Latina y que se evidencia en los estudios que sobre el consumo cultural urbano han realizan investigadores como Baggliolini y Urbatiel en Argentina, German Muñoz en Colombia, Castro y Pozo en México, el Centro Gumilla en Venezuela, Tulio Hernández en Venezuela (1998) y Ana Luisa Carvalho en Brasil y Ana Wortman en Argentina (2003). Sin embargo la mayoría de los estudios citados construyen referentes a partir de este análisis, donde perfilan las manifestaciones ante las nuevas opciones que da la cultura y la forma en que se consumen los bienes patrimoniales así como las interacciones que se establecen, las maneras de comunicarse y de identificarse entre cada uno de los sujetos.
La mayoría de los estudios citados constituyen referentes a partir del consumo de productos de arte o de la industria cultural denominados “culturales”; ya que estos en sus análisis no centran sus estudios en aquellos elementos que caracterizan el consumo de la memoria histórico-cultural por individuos, grupos o sectores de la sociedad cuando participan en los marcos de los procesos de construcción social.
En el análisis del consumo adolescente, Elcida Álvarez Carril13, acusa rasgos criticados por Deciderio Navarro14 para explicar la situación con el desuso de los espacios públicos; allí aprecia el consumo adolescente realizado como pasivos, monótonos, desinformados y con tendencias nocivas para el buen desarrollo de la sexualidad; esa interpretación la ubica en una postura prejuiciada, moralista y empírica, en general inclasificable en un análisis del consumo. Y realizar un análisis sociológico de los principales postulados teóricos de la memoria histórico-cultural constituye una premisa para el presente estudio.
Sin embargo, estos autores en sus análisis no abordan los desafíos que los tiempos actuales trazan sobre este concepto, en la apropiación de los bienes culturales en los espacios de consumo creados para que cada sujeto se apropie en sus propios marcos interpretativos del producto cultural. Por lo que realizar un acercamiento a aquellos productos culturales que son ofertados por las instituciones patrimoniales constituye una tangente para el presente estudio realizando una aproximación a la definición de patrimonio cultural inmaterial o intangible.
1.1.2. Patrimonio cultural inmaterial. Definiciones y conceptos.
El Patrimonio cultural inmaterial o Patrimonio cultural intangible forma parte de las declaraciones de la Unesco para la salvaguardia del patrimonio cultural no tangible, conocido como oral o inmaterial. Según la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial (PCI), siendo este: "es el crisol de nuestra diversidad cultural y su conservación, una garantía de creatividad permanente"15. Existe un comité, reunido de forma regular para inscribir los elementos del patrimonio cultural inmaterial desde, los cuales son elegidos según su relevancia, como por ejemplo la Plaza de Yamaa el Fna de Marrakech.
El concepto surgió en los años 1990 como contrapartida al Patrimonio de la Humanidad, que se centra en aspectos esenciales de la cultura. En el 2001, la UNESCO realizó una encuesta entre estados16 y ONG para intentar acordar una definición, y una Convención17 fue adoptada en 2003 para su protección.
I. Definición
La UNESCO define el patrimonio oral e inmaterial como: "el conjunto de creaciones basadas en la tradición de una comunidad cultural expresada por un grupo o por individuos y que reconocidamente responden a las expectativas de una comunidad en la medida en que reflejan su identidad cultural y social."(18 )(19 )
Por ende los elementos constitutivos se encuentran presentes en; la lengua, literatura, música y danza, juegos y deportes, tradiciones culinarias, los rituales y mitologías, conocimientos y usos relacionados con el universo, los conocimientos técnicos relacionados con la artesanía y los espacios culturales que se encuentran entre las muchas formas de patrimonio inmaterial (20 )(21 ).
El patrimonio inmaterial es visto como un depósito de la diversidad cultural22, y la expresión creativa, así como una fuerza motriz para las culturas vivas. Como se puede ser vulnerable a las fuerzas de la globalización, la transformación social y la intolerancia. La UNESCO alienta a las comunidades para identificar, documentar, proteger, promover y revitalizar ese patrimonio.
Según la Convención de 2003 para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial -también llamado patrimonio viviente -, es la raíz de nuestra diversidad cultural y su mantenimiento es una garantía para la continuación de la creatividad. Se define de esta manera: Patrimonio cultural inmaterial significa:
“...las prácticas, representaciones, expresiones, conocimientos y habilidades - así como los instrumentos, los objetos y artefactos, los espacios culturales asociados con los mismos que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconocen como parte de su legado cultural”.
Este patrimonio cultural inmaterial, transmitido de generación a generación, es constantemente recreado por comunidades y grupos en respuesta a su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, y les proporciona un sentido de identidad y continuidad, promoviendo de este modo el respeto por la diversidad cultural y la creatividad humana. Para los fines de esta Convención, la consideración se concederá únicamente al patrimonio cultural inmaterial en tanto sea compatible con los vigentes instrumentos humanos de derecho, así como con los requerimientos de mutuo respeto entre comunidades, grupos e individuos, y a un desarrollo sostenible.
En el mundo globalizado de hoy, la diversidad cultural, la protección del patrimonio y la memoria histórico-cultural son temas recurrentes. El desarrollo de los canales de comunicación y de los medios de transporte ha fomentado la idea de las sociedades multiculturales y el concepto de la cultura universal, pero existe una necesidad evidente de actualizar los enfoques y los usos del patrimonio local e internacional, creando a la vez nuevas vías de cooperación, todavía mayoritariamente ejercida a través de contactos institucionales. La creación de sitios patrimoniales puede derivarse de un trabajo de identificación desarrollado por la sociedad civil, comunidades culturales, redes profesionales del patrimonio y del mundo académico, incluyendo a los estudiantes.
El patrimonio cultural puede ser material e inmaterial. Este último concepto ha sido objeto en los años recientes de una gran atención por parte de los investigadores de estos temas, para nuestro estudio es necesario realizar un acercamiento a la definición
Este concepto agrupa entonces diversos elementos que son inherentes al hombre, tanto en las sociedades occidentales como en las tradicionales, aunque es en estas últimas donde podemos encontrarlos vivos, sirviendo de mediadores entre el ser humano y la naturaleza que lo rodea, como formas de entender el mundo circundante, como guías en su labor de apropiación y aprovechamiento de los recursos que la tierra le ofrece.
En la mayoría de los casos, en nuestro ámbito, estos conocimientos están en peligro. La capacidad de transmisión de lo inmaterial, los espacios donde se desarrollan algunas de estas manifestaciones, los saberes tradicionales acerca de técnicas, mitos y leyendas; son aspectos que se ven afectados por el avance incontrolado de programas económicos y sociales para un supuesto desarrollo humano integral que se han venido realizando en nuestros países durante las pasadas décadas, sin una visión conciliadora y de reconocimiento de los otros.
El concepto de patrimonio que acabamos de precisar se asocia asimismo al concepto de memoria histórico-cultural, como una combinación indisoluble en el campo de las expresiones de las sociedades tradicionales, que no está del todo alejada de nuestra visión, puesto que la memoria y el patrimonio se relacionan y están presentes mediante el registro y la conservación, que nos permiten guardar imágenes, documentos, audio y conocimientos que forman parte de nuestra identidad cultural.
Los trabajos referidos al patrimonio cultural de la nación, resultaron aportativos, teniendo en cuenta que éste es expresión de la identidad cultural al identificarnos como pueblo o nación. Se destaca en este sentido la obra de Marta Arjona Pérez, Patrimonio cultural e identidad, publicado en 1986 donde se ofrecen conceptos y valoraciones acerca del patrimonio cultural cubano, en sentido general y de manera específica.
1.2. El consumo de la memoria histórico-cultural y su tratamiento desde la política cultural cubana. Principales referentes teóricos.
Para el logro de un mayor esclarecimiento en el estudio de la memoria histórico-cultural, el análisis sociológico se inicia con la definición del concepto que se introduce en la presente tesis por el autor cuando se define que el consumo de la memoria histórico-cultural no es más que:
“P roceso sociocultural en el que recepcionan, se apropian y usan los elementos contentivos de la memoria histórico-cultural a través de símbolos, códigos y significados en el cual estos construyen un grado de satisfacción de necesidades que reconfigura la identidad, cuyos comportamiento expresa un poder específico donde se actualiza la cultura de grupos e individuos en el marco de las construcciones sociales en la que estos participan”
Se alude a este concepto para buscar entre su contenido y los diferentes epítemas que se abordarán, puntos de contactos entre consumo y memoria histórico-cultural. De lo que se trata es el acompañamiento teórico a una definición que por su carácter instrumental condiciona su tratamiento en el estudio del consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes de la ESBU “30 Aniversario de la Batalla de Guisa”23 que convoca el Monumento Plaza de la Patria en el Reparto Jesús Menéndez de la ciudad de Bayamo.
En ese sentido Guillermo Prieto (2011) define como memoria cultural:
“… el constructo conformado por objetivaciones que proveen significados compartidos por un grupo de individuos en relación con un conjunto de nociones que nos dominan más que otras, con personas, grupos, lugares, fechas, palabras y formas de lenguaje, resultado de una articulación social, en los marcos del espacio y el tiempo”. (Prieto, 2011, p.29).
Esta definición, que constituye el principal aporte de su tesis, sitúa los siguientes momentos: la dialéctica de lo objetivo y subjetivo; el lugar de los significados otorgados a los hechos sociales, el lenguaje como soporte de las narrativas; la memoria se soporta en grupos e individuos; la especialidad y temporalidad en su correlato con un contexto socio-histórico y cultural concreto, y las desiguales apropiaciones de los bienes y servicios históricos-culturales.
Este posicionamiento del concepto memoria cultural deviene en directriz para encontrar en las teorías sociológicas, los asideros que sustentan sus pertinencias en el encuadre teórico y metodológico que se introduce en la presente investigación y de manera significativa, los nexos teóricos y prácticos que se establecen entre la memoria histórica y la cultural, así como su consumo.
La pertinencia de la memoria cultural dentro de los marcos sociológicos, lo vemos referido en los principales postulados de Emile Durkheim, (1895) al introducir el análisis de hecho social y conciencia colectiva en el cual el autor antes referido define que: “Los hechos sociales son maneras de hacer o de pensar, reconocibles por la particularidad de que son susceptibles de ejercer una influencia coercitiva sobre las conciencias particulares”24. Este concepto posibilita la comprensión de las expresiones culturales al concebirlos también como hechos sociales, expresiones que revelan imaginarios y que son representados colectivamente.
Los hechos sociales explican los procesos culturales en su dimensión social, y demuestra con ellos que los factores sociales tienen influencia decisiva en el comportamiento de grupos y colectivos que construyen sus relaciones en contextos históricos determinados, a la vez, que interactúan en instituciones las que en gran medida hacen suya dichas expresiones culturales.
Sobre el particular (Durkheim, 2004) señala:
“P ara llegar a comprender costumbres, creencias populares, habrá que dirigirse a los proverbios y dichos que la expresan, sin duda alguna, procediendo de esta manera, se deja provisionalmente fuera de la ciencia el material concreto de la vida colectiva, y sin embargo, por lo cambiante que sea, no se tiene el derecho de postular a priori su ininteligibilidad”. (Durkheim, 2004, p.48-49).
Con estas ideas durkheimiana se afirma que desde los inicios de la sociología, se estableció el vínculo de lo objetivo-subjetivo y la importancia que se le atribuye a las creencias populares que explican también a los hechos sociales.
Otro de los conceptos que se aproxima a la presente investigación es el de conciencia colectiva. Emile Durkheim25, sobre el particular define:
“... de acuerdo con las diferentes sociedades, esta conciencia colectiva implica más o menos extensión o fuerza. En las sociedades en que domina la solidaridad mecánico, (…) la fracción de las existencias individuales sometidas a los sentimientos comunes es casi coextendida de toda existencia tienen connotaciones distintivas”. (Durkheim, 2004, p.55).
En ellas se encuentran los primeros antecedentes sociológicos para el estudio del objeto de la presente investigación al atender Durkheim con mayor énfasis, los hechos sociales no materiales, la cultura y las instituciones sociales. Apoyándonos en el concepto de conciencia colectiva de Durkheim, podemos analizar el Monumento Plaza de la Patria como una entidad sociológica en la cual se pueden hallar características propias que la definen como un Movimiento cultural, el hecho de que en el Monumento se promuevan manifestaciones culturales implica que la misma tiene normas, leyes y principios establecidos en el tiempo y el espacio que ha llegado a cobrar una vida propia y que a su vez se ha implantado mediante el proceso de la socialización.
Sin embargo es en la producción intelectual de Maurice Halbwachs26 donde la investigación encuentra sus principales asideros. El autor antes referido introdujo la expresión memoria colectiva en la terminología sociológica y la desarrolló conceptualmente en sucesivas investigaciones. Además plantea que el carácter social de los recuerdos se acrecienta en la medida en que podríamos decir que la memoria, en general, depende de la palabra y la palabra no se puede concebir más que en el seno de una sociedad, por tanto son componentes articulados. El lenguaje se convierte así en el cuadro más elemental y más estable de lo que ya se denomina memoria colectiva.
Efectivamente entre Durkheim y Halbwachs observamos algunas diferencias al centrar este último su atención sobre el lenguaje y memoria en tanto pervivencia de un pasado que es punto de referencia y ordenador de sentido para los sujetos, no solo en condición de presente. Resulta de sumo interés las distinciones que realiza el autor Guillermo Prieto entre memoria histórica y memoria colectiva en su trabajo Memoria colectiva y memoria histórica, al señalar:
“La memoria colectiva se distingue de la historia al menos en dos aspectos. Es una corriente de pensamiento continua, con una continuidad que no tiene nada de artificial (…) Por definición no excede los límites de ese grupo. (…) La historia divide la serie de siglos en períodos (…) pero los hombres que constituyen un mismo grupo en dos períodos sucesivos son como dos tramos puestos en contacto por sus extremidades opuestas, que no se reúnen de otro modo, ni forman realmente un mismo cuerpo” (Halbwachs, 2011, p.214).
Desde esta posición, se refuerza el criterio de que la memoria colectiva no es similar a la memoria histórica. Mientras la memoria histórica es la colección de los hechos que más espacios han cobrado en la mente de los individuos y grupos, recogidos en textos, libros, biografías, relatos, ordenados, enseñados y socializados por las instituciones sociales y educativas, la memoria colectiva comienza con la tradición, se mantiene viva con las narrativas e imaginarios, con los individuos y grupos que recuerdan los sucesos y los mantienen vivos en sus memorias para recrearlos y legitimarlos.
Los marcos de dicha memoria colectiva son precisamente, para Halbwachs, el espacio y el tiempo. Espacio y tiempo que se presentan fusionados en unidades espacio-temporales de carácter experiencial y que no son, por lo tanto, meros conceptos, ni formalizaciones de duraciones individuales. Espacio y tiempo son construcciones sociales. De las tesis de Halbwachs se desprende también la importancia del lenguaje como configurador de la realidad y, por lo tanto, lo social.
Las aseveraciones anteriores en cuanto a representaciones y memorias colectivas aun cuando no se inscriben en el esquema micro de la teoría sociológica, y no aluden a las formas en que esta memoria histórico-cultural es consumida por individuos y grupos en las construcciones sociales, se complementan con el desarrollo de la misma que brinda la Escuela de Chicago, la que ha dejado importantes postulados para los análisis de los procesos sociales referidos a la construcción de significados, que se conectan con el concepto de consumo de la memoria histórico-cultural aportado.
Una de las principales tesis enunciadas y desarrolladas por esta escuela es concebir a la sociedad humana desde la interacción. H. Blumer argumentó en su obra El Interaccionismo simbólico: perspectiva y método, el reconocimiento de que el ser humano interpreta las acciones de los demás como un medio de actuación recíproco. Al respecto señala que “... los principios fundamentales de este análisis son tan penetrantes, profundos e importantes para la comprensión de la vida humana, de un grupo...” (Blumer, 1981, p.60). Entonces los diálogos y las intersubjetividades constituyen también mecanismos para la interpretación de las acciones sociales.
En su análisis acerca de la posición de George Mead de que el ser humano posee un “sí mismo”, incorpora tres postulados, como el mismo nombra, válidos para la comprensión de las ideas aportadas en el análisis de los preceptos teóricos que se han analizado referentes a la memoria histórico-cultural. Estos son los siguientes:
1.- la sociedad humana se compone de individuos dotados de un “sí mismo”.
2.-la acción individual es una elaboración y no un mero producto que las personas la llevan a cabo mediante la conciencia y la interpretación de los aspectos de la situación en la que actúan;
3.-”... que la acción individual o de grupo consiste en una ordenación de acciones individuales, realizada cuando los individuos interpretan o toman en consideración las acciones ajenas...” (Blumer, 1981, p.62).
[...]
1 Pierre Nora: (París 17 de noviembre de 1931 - ), es un historiador francés, conocido por sus trabajos sobre la identidad francesa y la memoria, el oficio del historiador así como su papel en la edición en ciencias sociales. Es el representante más significado de la llamada nueva historia. Ocupa una posición particular, que él mismo califica de lateral, en la historiografía francesa. Pierre Nora es igualmente conocido por haber dirigido Les Lieux de Mémoire, en tres tomos para hacer un inventario de los lugares y objetos en los que se encarna la memoria nacional de los franceses. La repercusión de su concepto de memoria histórica y su aplicación en España son objeto de polémica.
2 Nota.-Sirve a la vez como cámara sepulcral del pasado y como sede de posibles resurrecciones, abriendo espacios a la reflexión y a la apropiación de los elementos contentivos de la memoria histórico-cultural.
3 Maurice Halbwachs: Sucesor de Durkheim en la cátedra de la Sorbona. Fue el iniciador de los estudios sobre la memoria colectiva. La memoria colectiva / Maurice Halbwachs; traducción de Inés SanchoArroyo. — Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza 192 p.; 22 cm. — (Clásicos; 6)
4 Nota.-cuya proyección se ha estructurado en dos vertientes: la investigativa y la promocional: Desde la primera se tributa a la puesta en práctica de lo establecido por el Estado en la política del Centro Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), Leyes de Museo y el Programa de Desarrollo Cultural (PDC)- en las cuales se pretende establecer las aspiraciones de esta política en los procesos de intervención cultural comunitaria para rescatar y promover lo más autóctono de nuestra cultura. Desde la segunda se promueven importantes nutrientes del desarrollo cultural comunitario que aplican los lineamientos de la política referida y que permiten promover la memoria histórico-cultural sobre la base del consumo cultural en las distintas estructuras sociales.
5 Ortega Villa, Luz María. Consumo de bienes culturales: reflexiones sobre un concepto y tres categorías para su análisis. En Culturales._ México: Centro de Investigaciones Culturales –Museo, Universidad de Baja California, Vol. V, Núm. 10, julio-dic. 2009. p. 25.
6 Nota.-La autora citada alude a la concepción general de Néstor García Canclini quien define en su trabajo El consumo, una propuesta teórica, a esta noción como: conjunto de procesos socioculturales en que se realiza la apropiación y los usos de los productos; ese concepto fue reformulado posteriormente por dicho autor y le adiciona "el campo de producción de bienes culturales y su valor simbólico prevaleciente." El mismo fue catalogado de tautológico y reformulado por Ortega Villa. Ortega Villa, Luz María. Ob. cit. P. 24.
7 Nota.-El diseño de los productos culturales en las instituciones para su consumo cumple la condición autorreflexiva que acota Umberto Eco, pues provoca una ambigüedad estética que altera el plano del contenido y permite un cambio en la visión del mundo. Eco, Umberto. Tratado de semiótica general._ La Habana: Editorial Félix Varela, s/f, p. 367.
8 Nota.-La tautología que Mabel Piccini (1993) aprecia en el concepto de Canclini está referida a que todo consumo es cultural y por tanto en el respaldo aparece la misma noción que en el argumento inicial, ello incapacita la inferencia que como regla precisa los conceptos.
9 Nota.-En varios textos se ha colocado que fue el argentino quien creara el concepto, Luz Ortega declara que fue García Canclini quien establece las bases conceptuales del consumo cultural como objeto de estudio, pero resulta que son trabajos de 1993 y 1999, cuando desde 1984 Pierre Bourdieu ha ubicado en la Enciclopedia Universal un apartado que denomina Consumo cultural y donde establece que este concepto tiene una lógica específica que ha permitido a la sociología cumplir varias tareas donde se destaca la descripción de los modos en que son apropiados los bienes y las condiciones sociales de ello, sobre esa base se producirán los desarrollos teóricos posteriores como el artículo de Canclini, El consumo cultural: una propuesta teórica.
10 Ocio, prácticas y consumos culturales. Aproximación a su estudio en la sociedad mediatizada”. En Observatorio de Industrias Culturales de la Ciudad de Buenos Aires 4, Dossier Consumos Culturales. Argentina, Buenos Aires: Ministerio de la Producción.
11 Nota.-Resultado de investigación realizada sobre consumo en el Oriente Cubano. Martínez Tena y Jesús de Andrade (2015). Los consumos desde la sociología. Acercamientos conceptuales.
12 Nota.-La autora hace un acercamiento al consumo en la adolescencia.
13 Álvares Carril, Elcida. Una aproximación al consumo cultural en la adolescencia. En: Una mirada a la adolescencia desde diferentes espacios sociales. Ciudad de la Habana: Editorial Adagio, 2009. p. 159.
14 Navarro, Desiderio. Unhappy happening: En torno a un rechazo de la recepción cubana del pensamiento francés sobre la literatura y las artes. En Las causas de las cosas._La Habana: Editorial Letras Cubanas. 2006. p. 35.
15 «¿Qué es el patrimonio cultural inmaterial?».
16 «Meeting of 2001». Unesco.
17 «Official website». Unesco.
18 4.0 4.1 4.2 «UNESCO TO PROTECT MASTERPIECES OF THE ORAL AND INTANGIBLE HERITAGE OF HUMANITY». UNESCO Press.
19 5.0 5.1 5.2 «Convention for the Safeguarding of the Intangible Cultural Heritage 2003». UNESCO.
20 «UNESCO ISSUES FIRST EVER PROCLAMATION OF MASTERPIECES OF THE ORAL AND INTANGIBLE HERITAGE». UNESCO Press.
21 «UNESCO What is Intangible Cultural Heritage?». UNESCO.
22 «The Samba of Roda and the Ramlila proclaimed Masterpieces of the Oral and Intangible Heritage of Humanity». UNESCO Press.
23 Nota.-Lleva el nombre de XXX Aniversario de La Batalla de Guisa porque fue inaugurada al cumplirse 30 años de aquel hecho histórico, el 1er secretario del PCC en la provincia lo propuso por la gran trascendencia histórica del hecho en la última etapa por las conquistas de nuestra soberanía nacional.
24 Las reglas del método sociológico, pág. 111
25 Nota.-La conciencia colectiva se refiere al conjunto de creencia y sentimiento común al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o común…es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares, aunque solo se realice en los individuos. Durkheim citado por Ritzen, 2002, p. 35.
26 Nota.-Cronológicamente tres de estas investigaciones fueron publicadas en vida. La primera, inaugural y decisiva—Les Cadres Sociaux de la Mémoire--, violaluzen 1925. La segunda apareció en forma de artículo de revista en 1939 y llevaba por título "La Mémoire collectivechez les musiciens". La tercera, un ensayo de aproximación empírica de los principios teóricos anteriormente expuestos, se editó en plena segunda guerra mundial –en 1941—bajo el título de La topographi elégendairedes Évangilesen Terre Sainte. Más tarde, cinco años después de su muerte, fueron editados una serie de escritos que se acogieron al título genérico de La mémoire collective.
- Arbeit zitieren
- Yulier Díaz Rodríguez (Autor:in), 2018, “30 Aniversario de la Batalla de Guisa” y el consumo de la memoria histórico-cultural por los adolescentes de la ESBU. Un estudio de caso, München, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/1004260
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