La Barraca - Vicente Blasco Ibañez


Trabajo de Seminario, 2002

10 Páginas, Calificación: 2,3


Extracto


1. Introducción

El libro se terminó de escribir en 1898, época de la Restauración española, cuya forma de gobierno se caracterizó por el turno dinástico de los partidos liberal (Sagasta) y conservador (Cánovas) que confluían en la defensa de la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista, con un funcionamiento escasamente democrático (manipulación electoral y caciquismo). La burguesía, la clase dirigente, después de hacer varias desamortizaciones que transformaron la tierra en un bien que podía ser vendido y comprado libremente (pero que de hecho, sólo sería adquirido por quienes tenían dinero), acabó de consolidar su modelo de sociedad capitalista, dentro de la cual, los propietarios (de la tierra o de las empresas) y los trabajadores, establecían una relación de tipo clientelar en la que la renta de la tierra (como pago por la utilización de una propiedad ajena), el beneficio (como rendimiento de la inversión) y el salario (como contrapartida del trabajo realizado), se convirtieron en los elementos fundamentales de retribución. Análogamente, con la aparición del proletariado, el patrón, propietario de un establecimiento industrial, compraba la fuerza de trabajo de un obrero – hombre, mujer o niño- durante muchas horas al día a cambio de un pago. El campesinado sin tierras (que las perdió con la desamortización, permaneciendo en el campo como jornaleros, en condiciones de vida muy duras y con unos salarios muy bajos), negándose a pagar rentas por tierras que venía cultivando desde antiguo, inició revueltas que, unidas a las manifestaciones de protesta obrera que denunciaban el reparto desigual de beneficios y salarios, así como la reducción de la jornada laboral, contribuyeron a agravar la crisis social. Será la ideología republicana federal, con su programa de reformismo social, quien primero se una a las protestas. Pero la falta de un verdadero respaldo político y la insatisfacción de una buena parte de sus reivindicaciones, condujeron a importantes rectores del obrerismo hacia ideologías internacionalistas (anarquismo y socialismo).

Por otro lado, es en 1898 cuando se produce la pérdida de las últimas colonias de España en ultramar (Puerto Rico, Cuba y Filipinas), favoreciendo la aparición de movimientos políticos y culturales que critican el atraso del Gobierno y propugnan la necesidad de una modernización del país, desde una perspectiva “regeneracionista”.

Este “regeneracionismo” fue defendido, en el ámbito político, por el republicanismo, principal fuerza de la oposición, el cual, ofrecía una profunda renovación basada en la democratización de la vida política, manteniendo sus ideas “regionalistas”, partidarias de la descentralización del estado (ahora más que nunca intensificadas por la incompetencia que había demostrado el Gobierno peninsular en la guerra de emancipación de las colonias). Sin embargo, dentro del propio republicanismo, había varias tendencias, lo que explica que en algunos casos, se diera la radicalización del concepto, como ocurrió con el “blasquismo”, movimiento impulsado por Vicente Blasco Ibáñez (Valencia: 1867; Menton (Francia): 1928) con un discurso populista, demagógico y anticlerical, muy similar al “Partido Radical” de Alejandro Lerroux.

Se dice que desde una óptica cultural, el “desastre” dio cohesión a un grupo de intelectuales conocido como la “Generación del 98”, que se supone que está caracterizada por un profundo pesimismo y por una crítica mordaz al atraso peninsular, que quiso plantearse una profunda reflexión sobre el sentido de España y su papel en la Historia. Dejando aparte el termino de “la generación del 98”, creado por Azorín, está claro que el pensamiento crítico ya empezó mucho antes con el “krausismo”. Inspirados en ese “krausismo”, que defendía una moral basada en la idea de humanidad y tolerancia, aplicaron sus ideas a la pedagogía y crearon la Institución Libre de Enseñanza, que practicaba una educación laica y moderna. El intento por reflejar esta realidad social con exactitud y objetividad, imitando el método científico, también es una característica propia del “Realismo” (“Naturalismo” en su explotación de los ambientes más sórdidos y miserables, en los que abundan personajes asociales y desarraigados, cuyo comportamiento está marcado por la herencia biológica o las circunstancias sociales), del cual se dice que uno de sus representantes principales en España fue Blasco Ibáñez.

Vicente Blasco Ibáñez, autor de La Barraca, fue además de un consagrado novelista, un activista político que sabía manejar a las masas con su oratoria fácil y su probado brío, a favor del republicanismo federal.

El 12 de noviembre de 1984 aparece el primer número del periódico republicano El Pueblo, fundado, dirigido y redactado casi en su integridad y en años sucesivos, por él mismo. Desde su periódico lanzó continuos y virulentos ataques demagógicos contra la política española. Tanto sus apariciones públicas como la difusión de su diario, eran con frecuencia censuradas por las autoridades gubernativas y en numerosas ocasiones fue encarcelado y también exiliado. En 1896, fue arrastrado por sus actividades políticas y condenado a dos años de trabajos forzados, pero salió de la cárcel convertido en héroe. Una brillante campaña política le hizo diputado por Valencia. Mantuvo su mandato durante seis legislaturas seguidas. En esta etapa se dio a conocer las novelas levantinas.

Vicente Blasco Ibáñez, que había recibido una educación absolutamente tradicional católica estaba convencido de que la educación libre, es decir también laica y moderna como la pretendía la Institución Libre de Enseñanza no solo mejoraría las condiciones sociales de las clases humildes, sino que, como consecuencia contribuiría a la salud de España en su conjunto.

En marzo de 1896, huyendo de una persecución policial en Valencia, a raíz de un enfrentamiento entre la masa y las fuerzas del orden, Blasco Ibáñez se refugió en una taberna del Cabanyal. Para combatir sus horas de encierro escribió un cuento titulado “Venganza moruna” que, dos años más tarde, convenientemente corregido y ampliado, daría lugar a la novela La Barraca.

El tema de La Barraca es la injusticia de las personas ignorantes y pobres, cuyo sentido de la existencia se basa en la supervivencia. En esta novela critica a la vez que describe la sociedad de la época. Dicha novela cuenta la desgraciada historia de una familia pobre en la huerta valenciana.

2. Resumen de la obra

En la huerta valenciana de aquella época resultaba la vida muy dura. Todos los huertanos tenían que trabajar la tierra para poder comer. La mayor parte de ellos tenían que pagar un arrendamiento por trabajar las huertas, ya que no eran de su propiedad.

Blasco Ibáñez relata en La Barraca la situación de la huerta valenciana en su época.

La Barraca es una novela que cuenta los sucesos ocurridos durante aproximadamente un año en la huerta valenciana, desde la siembra hasta la recogida del fruto del trabajo. La historia comienza con la llegada de la familia Borrull a los abandonados campos del tío Barret, que no pueden ser cultivados a causa de un conflicto anterior. Por unas circunstancias, el tío Barret no podía pagarle al propietario don Salvador los arriendos acordados. Esto, al producirse reiteradamente provoca que el propietario le impida trabajar sus tierras, y también le cierra la barraca donde vivía con su familia. Este hecho hierve el orgullo de Barret y ciego por la ira mata al propietario. El resultado es que va a la cárcel, separándose de su familia, obligando a ésta a desplazarse a Valencia en busca de trabajo.

Este suceso hace que muchos huertanos se conjuren para que ninguna persona pueda nunca trabajar esas tierras. Hasta que llega Batiste, que atraído por el bajo arriendo de las tierras decide trabajarlas. La necesidad de su familia para poder comer hace que ignoren las constantes amenazas y acosos que sufren por parte de sus vecinos, y especialmente por Pimentó.

Batiste comienza a cultivar las tierras prohibidas y a la vez surgen envidias entre los hortelanos vecinos. El odio se extiende por toda la huerta, y sus habitantes, seguidos por Pimentó, hacen la vida imposible a Batiste y a su familia, los cuales acaban por huir de las tierras del tío Barret.

Tras varias amenazas, el acoso injusto ante el tribunal de las aguas y varios enfrentamientos entre los hijos de Batiste con los huertanos la situación culmina en la muerte de Pascualet, el hijo menor, provocada por los hijos vecinos.

Tras la muerte de Pascualet los huertanos se sienten culpables de la muerte del inocente y parece que los problemas de la familia Borrull con respecto a sus vecinos se han solucionado. Pero el odio vuelve tras un enfrentamiento entre el borracho Pimentó, que culpa a Batiste de que los amos de sus tierras ya no le tienen miedo y le obligan a pagar su correspondiente renta. En defensa propia, Batiste le pega con un taburete en la cabeza y huye de la taberna.

El odio ha vuelto, y no pasará mucho tiempo hasta que, en el ultimo capítulo, Pimentó se intente vengar disparando a Batiste, el cual defendiéndose le devuelve la bala que hará que muera. Tras su muerte toda la huerta se venga de Batiste quemándole su barraca y Batiste vuelve a verse obligado a viajar y continuar su búsqueda.

3. Análisis

El tema principal de la obra es la vida en la huerta valenciana de la época. Dentro de éste lo más importante son las relaciones laborales y sociales entre el propietario o arrendador de las tierras y el trabajador, que es propietario de los medios de producción, y es el encargado de trabajar las tierras a cambio de un precio o especias. Dentro de este tema se acentúa la constante lucha entre el trabajador con el propietario para poder sobrevivir, que es el miedo de la huerta en general.

Otro tema importante es el rencor que se crea hacia la familia de Batiste, por el cambio que se produce en las relaciones de producción cuando llegan a la huerta. Pero este rencor surge de dicha lucha con los propietarios. Mientras las tierras del tío Barret quedaron abandonadas, los huertanos se sentían capaces de hacerle frente. En cuanto llega el forastero esta imagen se destruye. Los propietarios han perdido el miedo a los huertanos y las exigencias son mayores y continuadas. Las tierras abandonadas eran para los huertanos el símbolo de su poder.

Los personajes

Batiste Borrull: es una persona corpulenta y trabajadora habituada a sufrir para obtener el fruto de su esfuerzo. Forastero en la huerta valenciana, intenta integrarse sin resultado entre sus vecinos, los cuales no hacen más que perseguirle y convertir la vida de él y los suyos en un calvario. En un principio es un hombre pacífico que acaba convirtiéndose en la cólera personificada. Honrado, y obsesionado con sacar adelante las tierras del tío Barret y con ellas a su familia. El defecto que tiene este hombre es el autoritarismo de un padre de la época. Cuando Roseta se enamora del nieto del tío Tomba, esta dispuesto a darle una paliza a la chica, pero no lleva a cabo su amenaza porque otra obsesión más fuerte lo domina entonces. El valor y la constancia hacen de él un hombre modelo y ejemplar.

En cierto modo parece una geminación del tío Barret, con el que comparte su sino y su temperamento que, de pacífico y sufrido pasa a la violencia del crimen, impulsado por las circunstancias. Pero difiere esencialmente de él por su condición de forastero que viene a romper con su sola presencia el pacto de solidaridad huertana. Batiste es, pues, un héroe contradictorio ya que pertenece a los de abajo y, sin embargo, traiciona a su clase, por el simple motivo de querer defender su derecho a la subsistencia. Sabiéndose rechazado hubiera podido huir como antes hicieron otros; pero no lo hace por su tenacidad de valiente que le lleva a luchar contra la adversidad al límite de sus fuerzas. Esta fuerza tenaz y desafiante la poseía también el propio Blasco Ibáñez.

Pimentó: el antagonista, el que tiene atemorizada a la huerta entera, el cabecilla de los que le hacen la vida imposible a Batiste. Es un hombre que defiende la justicia de los pobres, y por el contrario, es un borracho y fanfarrón que no trabaja y vive a expensas de su mujer Pepeta.

Los otros personajes se pueden dividir en dos colectivos: el que apoya y ayuda a Batiste, y el que, por el contrario lo ataca y perjudica apoyando a Pimentó. El primero está formado básicamente por la familia de Batiste y del segundo forma parte la huerta entera. El tío Tomba y el profesor don Joaquín son los dos personajes que se mantienen imparciales aunque el tío Tomba aconseja en varias ocasiones al desdichado campesino. Estos dos personajes también son los únicos en la huerta “que han visto mucho del mundo” y que hablan en castellano en vez de en valenciano.

Los personajes secundarios más importantes del colectivo son los siguientes:

Pepeta: Aunque es un personaje secundario lleva las riendas de la novela en el primer capítulo y en el octavo al participar y organizar todos los detalles del funeral. Se trata de un ser paradigmático de tantas mujeres pobres que extraen del sufrimiento y de su debilidad energías sobrehumanas para sobrevivir y mantener el marido guapo y egoísta.

Roseta: La hija de Batiste, una muchacha tímida y noble, enamorada de Tonet, pasa de ser una niña a una mujer, aguantando todos los maltratos de los huertanos.

Don Joaquín: Es un personaje grotesco que se las da de fino y en otro tiempo ocupó una buena posición. Su pasado desconocido y el hablar en castellano acentúan su distancia de los labradores, quienes sienten por él un vago respeto, aunque se olvidan frecuentemente de pagar las lecciones que les da a sus hijos. La distancia con los niños es doble: los reprime duramente con la caña y les habla en un idioma que ellos no comprenden. Igual que el autor cree en el saber como método de cambiar la sociedad, aunque su forma de educación no es la misma que la de Blasco Ibáñez.

Tío Tomba: Un ciego adivino que sorprende por su neutralidad, tal vez sea éste un privilegio de su edad y de su ceguera. Tan solo una vez ejerce su autoridad sobre el nieto para cortar su amor con Roseta, pero entonces actúa motivado por la necesidad, ya que su nieto ha sido despedido por el carnicero de Alboraya.

Tío Barret: Igual que Batiste es un hombre más bien pacífico que solo quiere mantener su familia, pero que por las circunstancias se convierte en asesino.

Análisis estructural de un fragmento: Descripción inicial de La Barraca

En el comienzo de La Barraca Blasco Ibáñez describe un amanecer en la huerta valenciana. Empieza con una visión general de la vega y seguidamente pasa a enumerar los diferentes sonidos de la noche que se van apagando. Los ruiseñores, el borboteo de las acequias, el murmullo de los cañaverales y los ladridos de los perros.

Una vez terminada la noche llega y de camino a la mañana transcurre el amanecer, el despertar de la huerta. Amanece en todos los lugares a la vez pero el orden que sigue el autor es el siguiente: primero en los pueblecitos cercanos, después en la metrópoli (Valencia), en tercer lugar en los corrales, donde se contrasta la libertad de los ruiseñores del principio con los animales domésticos enjaulados (personalización asociada a la jerarquía social propia), y por último en la vegetación del lugar, las moreras, los frutales,...

Del aspecto más natural y ecológico de la huerta se pasa a la vida de las personas en ella. Los caminos hacia la ciudad y la gente que transita por ellos, etc.

La descripción avanza según los rayos del Sol van bañando las distintas zonas de la huerta.

La descripción está redactada de forma impersonal para reflejar la realidad con exactitud y objetividad (característica propia del Naturalismo), como se puede ver en los siguientes ejemplos: ”Despertaba la huerta”, ”el espacio se empapaba de luz”, “chirriaban las puertas”,...

Abundan los verbos en pasado con valor impersonal: “Desperezábase la inmensa vega...”, “Apagábanse lentamente los rumores...”, “Despertaba la huerta,...”, “marcábanse filas de puntos negros”, “conmovíase la tersa lámina de cristal rojizo...”, etc.

Oraciones enunciativas y la utilización del modo indicativo hacen de la descripción un texto más objetivo: “se desperezaban con las manos tras el cogote mirando el iluminado horizonte; quedaban de par en par los establos, vomitando hacia la ciudad las vacas de leche...”

La descripción contrasta el armonioso amanecer lleno de vida, luz y color con la dura vida de los trabajadores. Abundan adjetivos valorativos como por ejemplo; “inmensa vega”, “ancha faja”, “ruidoso badajeo”, “indecisa neblina”,...

Las figuras retóricas que podemos encontrar en este fragmento son, las siguientes:

- Metáforas, por ejemplo; “las copas de los árboles empezaban a estremecerse bajo los primeros jugueteos de estos granujas del espacio (refiriéndose a los gorriones), que todo lo alborotan con el roce de sus plumas”.
- Comparaciones, por ejemplo: “En los caminos marcábanse filas de puntos negros y movibles como rosarios de hormigas (refiriéndose a los trabajadores que se dirigen a la ciudad)”, “Los últimos ruiseñores, cansados de animar con sus trinos aquella noche de otoño, que por lo tibio de su ambiente parecía de primavera, lanzaban el gorjeo final como si les hiriese la luz del alba con sus reflejos de acero”, “salían las bandas de gorriones como tropel de pilluelos perseguidos”
- Personificaciones: “en los rojizos surcos saltaban las alondras con la alegría de vivir un día más, y los traviesos gorriones, posándose en las ventanas todavía cerradas, picoteaban las maderas diciendo a los de adentro con su chillido de vagabundos acostumbrados a vivir de gorra: ¡Arriba, perezosos!¡A trabajar la tierra para que comamos nosotros!”.
- Sinestesia: “De los corrales salía un discordante concierto animal: relinchos de caballos, mugidos de vacas, cloquear de gallinas, balidos de corderos, ronquidos de cerdos; un despertar ruidoso...”

La importancia de la educación en La Barraca

Entre estos temas obvios también destaca el de la educación, que para Blasco siempre era importante, pero que en La Barraca está marcada por violencia y el método recitativo. Aquí no se trata de la educación como la quería Blasco Ibáñez, sino como era en aquella época.

De los diez capítulos en que se divide el texto novelístico, solo uno (VI) se desarrolla en la escuela y hace de ella, del maestro y de sus discípulos los sujetos principales de la acción. Al margen de dicho capítulo, la novela solo presenta al maestro don Joaquín en otras dos ocasiones: acudiendo a la barraca de la familia Borrull con motivo del entierro de Pascualet y rememorado por Batiste un día después del incidente en el que éste ha herido de muerte a Pimentó.

Otro de los motivos ajenos que reitera la escuela es el de la autoridad-violencia paterna característica entre las familias de la época y que el narrador describe como “la terrible majestad del padre latino, señor absoluto de sus hijos, más propenso a infundir miedo que a inspirar afecto...” (128). Paralela a dicha autoridad basada en el temor al más fuerte, se manifiesta la cólera traducida en violencia de don Joaquín, el maestro que castiga de forma física el fallo académico: “Y enarbolando la caña empezó a repartir sonoros golpes...”(148). El inicio de la “caña” es, por parte, uno de los motivos de la escuela que encuentra un paralelo exacto en la barraca de Batiste y en la taberna de Copa. La escopeta del primero y la porra del segundo son objetos tan preciados para sus propietarios como la caña lo es para don Joaquín. Si Batiste hacia el final de la novela “vivía en continuo contacto con su arma, la pieza más moderna de su casa, siempre limpia brillante y acariciada con ese cariño de moro que el labrador valenciano siente por su escopeta” (210); y Copa cifraba su autoridad en la “porra que tenía bajo el mostrador, especie de as de bastos, al que le temblaban Pimentó y todos los valentones del contorno...” (198); el maestro, por su parte, basaba la suya en el único objeto “nuevo” de su decrépita escuela: “la luenga caña que... tenía detrás de la puerta, y que renovaba cada dos días en el cañaveral vecino”(143).

Volviendo al tema de la autoridad paterna basada en el temor, que se reitera en el establecimiento de la autoridad de don Joaquín bajo la amenaza de su caña y la violencia física que impone a través de ella, resulta muy significativo establecer una relación de los dos primeros ataques físicos directos que se narran en el texto contra miembros de la familia Borrull con 1) la educación basada en la imposición autoritaria, 2) los educados como establecedores de vínculos entre los distintos escenarios a través de la reiteración. En el capítulo V, Roseta es víctima de la violencia de las huertanas. Por lo que al primer aspecto se refiere, el narrador presenta los resultados de una crianza basada en la agresividad como una mera reproducción de dicha agresividad: "La juventud, libre de la severidad paternal, se desprendía del gesto hipócrita fabricado para la casa, y se mostraba con toda la acometividad de una rudeza falta de expansión" (139). De la misma manera, un capítulo más adelante, los niños de la escuela, una vez fuera del control de la caña del maestro, hostigan a los hijos de Batiste y Teresa y, tras varios ataques, son finalmente responsables del que conducirá a la muerte del más pequeño de los hermanos. Aún más importante es el hecho de que estos ataques deriven de la reproducción de los odios que anidan en los huertanos y en el escenario que los acoge, la taberna. El desencadenante de la paliza recibida por Roseta son los insultos y calumnias proferidos por la sobrina de Pimentó, que los autoriza diciendo que "en casa de Copa no se hablaba de otra cosa" (140). Por otra parte, en el caso del ataque que provocará la muerte de Pascualet, el narrador, significativamente, sitúa el origen de la disputa en la reiteración, por parte de los niños de las barracas vecinas a las de Batiste, de sus ejemplos familiares en la casa de Copa: "Los enemigos, hijos o sobrinos de los que en la taberna juraban acabar con Batiste, iban acortando el paso, para hacer menor la distancia entre ellos y los tres hermanos" (153).

La muerte del niño es el elemento más significativo en la caracterización negativa de la educación en La barraca. Esta muerte es el producto de la imitación de los motivos más negativos del ámbito de la taberna en el de la escuela. En este sentido, es pertinente referirse a un motivo, el de la repetición recitativa como único método de aprendizaje en la escuela de don Joaquín: "Allí imperaba el método moruno: canto y repetición, hasta meter las cosas con un continuo martilleo en las duras cabezas" (144). En un proceso colectivo cuyos resultados contribuyen a aumentar aquello que de negativo hay en la condición humana, la escuela, fiel a su método repetitivo, recoge una serie de motivos —la violencia, sus iconos, la autoridad basada en la amenaza— que hacen imposible la regeneración de las nuevas generaciones. No deja de ser irónico que el narrador presente, a través de un uso metafórico del lenguaje, a la sociedad de las barracas y de la taberna reiterando el motivo recitativo del escenario de la escuela para los fines negativos del engaño y del disimulo. La coartada preparada por los habitantes de la huerta para proteger a Pimentó es repetida por éstos como lo son las "enseñanzas" de don Joaquín en su escuela: "Todos recitaban la misma lección. Hasta viejas achacosas que jamás salían de sus barracas declararon que aquel día, a la misma hora que sonaron los dos tiros, Pimentó estaba en una taberna . . ." (94).

La recitación memorística aparece presentada metafóricamente en la imagen del "rumor de avispero" con que el narrador abre el capítulo VI. El paralelo entre el escenario de la escuela y el de la taberna aparece signado con la reiteración de este motivo metafórico cuando, con motivo de la apuesta entre Pimentó y los hermanos Terrerola sobre quién será capaz de beber más aguardiente sin dejarse vencer por sus efectos, se describe el ruido de la gente, que acude a la plaza donde se encuentra la taberna para observar la hazaña, en los siguientes términos: "Toda esta gente, comiendo, bebiendo y gesticulando, levantaba el mismo rumor que si la plazoleta estuviese ocupada por un avispero enorme" (199).

Por otra parte, la "contaminación" de la escuela por la reiteración de motivos del de la taberna aparece explícitamente expresada por don Joaquín cuando, ante el empleo de motes por parte de sus alumnos para referirse a sus compañeros, exclama: "¡Qué modo de hablar, Dios mío! Parece que esto sea una taberna..." (147). Por añadidura, el narrador se ocupa de ironizar la figura del maestro y de su lugar al establecer un paralelo paradigmático en el que al "sacerdote de la instrucción" (145) y al "templo de la buena crianza" (152), tal y como don Joaquín se refiere a sí mismo y a su escuela, enfrenta el "sumo sacerdote" del "templo del alcohol" (197), en la caracterización de Copa y su taberna.

Aunque en la novela solo se dedica un capítulo al modo de la enseñanza en la huerta, éste tiene su importancia. Apunta a la educación como medio de progreso social y moral y para ello se sirve de don Joaquín como su portavoz. Éste postula la necesidad de una regeneración del hombre a través de la educación cuando afirma “Aquí lo que se necesita es instrucción, mucha instrucción. Templos de saber que difundan la luz de la ciencia por esta vega...” (184), con la que parece ser el eco de las palabras de Blasco. Sin embargo, don Joaquín y Blasco no se están refiriendo a la misma educación. El primero es un “seudo maestro” que basándose en repetición y aprender de memoria intenta “educar a bestias”. Es decir reproduce los motivos de la sociedad huertana. Si la arrogancia de don Joaquín le lleva a creer que de bestias ha hecho personas – “Sin mí ¿qué serían ustedes? Unas bestias, y perdonan la palabra: lo mismo que sus señores padres...” (146-7) - , el texto demuestra lo contrario: Son precisamente sus “discípulos”, los que, acostumbrados al imperio de la imitación en sus enseñanzas y rodeados por la agresividad de una sociedad que también repite la escuela, ejercen más impunemente la violencia contra seres inocentes. La Barraca, a diferencia de los artículos y los discursos de Blasco, no postula que la educación pueda mejorar la condición del hombre, al menos no el tipo de instrucción recitativa, acientífica y carente de medios presentada en el texto. En la novela, la educación no sirve ningún propósito regenerativo; todo lo contrario, en unos casos reitera y en otros origina los esquemas de violencia denunciados por el texto novelístico.

4. Conclusión

Sin duda se puede considerar La Barraca como una novela naturalista. El Naturalismo como tal es un movimiento derivado del Realismo, el cual intentaba reflejar la realidad social con exactitud y objetividad utilizando descripciones abundantes, un narrador omnisciente, y en el cual se emplea un estilo natural y se incorpora el lenguaje coloquial (palabras en valenciano vulgar dichas por los personajes), tal y como hace Blasco Ibáñez en su novela.

Lo que caracteriza al Naturalismo es que se reproduce en los ambientes más sórdidos y desagradables de la sociedad, en este caso la miseria de la huerta valenciana. En las novelas naturalistas también abundan los personajes locos, alcohólicos (Pimentó),...

Bibliografía

- Blasco Ibáñez, Vicente, La Barraca, Madrid, Cátedra, 2001.
- Cardwell, Richard A., La Barraca, London, The Compton Press Ltd., 1973.
- Cucó, Alfons, Sobre la ideologia blasquista, Valencia, Imprés a Imprenta Nàcher, 1979.
- Di Salvo, Thomas, El arte cuentistico de Vicente Blasco Ibáñez, Madrid, Editorial Pliegos, 1988.
- Forgues, Roland, Vicente Blasco Ibáñez. Mito y realidad, Barcelona, Puvill-Editor, 1987
- Loubès, J.N./ León Roca, J.L., Blasco Ibáñez. Diputado y novelista, Toulouse, France-Ibérie, 1972.
- Neuschäfer, Hans-Jörg, Spanische Literaturgeschichte, Stuttgart, Metzler, 1997.
- Sebastià, Enric, València en les novel.les de Blasco Ibáñez. Proletariat i burgesia, Valencia, L’Estel, 1966
- Tomás, Facundo, Las culturas periféricas y el síndrome del 98, Valencia, Universitat Politècnica de València Anthropos Editorial, 2000.

Final del extracto de 10 páginas

Detalles

Título
La Barraca - Vicente Blasco Ibañez
Universidad
University of Tubingen
Curso
Proseminar
Calificación
2,3
Autor
Año
2002
Páginas
10
No. de catálogo
V108045
ISBN (Ebook)
9783640062492
Tamaño de fichero
458 KB
Idioma
Español
Notas
Die angeblichen Merkmale des Naturalismus bitte nicht kopieren, das sind einfache Metaphern...
Palabras clave
Barraca, Vicente, Blasco, Ibañez, Proseminar
Citar trabajo
Susana Catalina Prat (Autor), 2002, La Barraca - Vicente Blasco Ibañez, Múnich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/108045

Comentarios

  • visitante el 19/2/2014

    muy bueno, gracias, después de leerse el libro viene muy bien leer este tipo de textos, donde ya te aclaran y repasas todo el libro. Gracias

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