Extracto
Indice
Introducción
1. Algunas consideraciones teóricas acerca del populismo y elneopopulismo
2. Contexto histórico y relación de las categorías de análisis con elfenómeno en estudio: Carlos Andrés Pérez I y II:Populismo y neopulismo
2.1 El partido de corte populista
2.2. El carisma y el personalismo del líder
2.2.1 El discurso del líder
3. Pérez I: Una visión del populista clásico
4. Pérez II: Neoliberal y Neopupulista
5. Algunas reflexiones a manera de conclusión
Bibliografía utilizada
Introducción
Hablar sobre la política venezolana en las últimas décadas, supone, entre otras cosas, de una la revisión del concepto del populismo, visto como una forma de gobierno, que utiliza las redes clientelares como política públicas, o como el fenómeno de un líder carismático que es capaz de manejar las masas y establecer con ellas una relación de seguimiento y fidelidad de carácter mesiánico.
Cualquiera que se introduzca en el tema, puede observar cómo el liderazgo político logró integrar su retórica discursiva, su la gestualidad, su compromisos y, en muchos casos sus sentimientos con el funcionamiento de las redes clientelares. Los líderes populistas contribuyeron de manera decisiva a impulsar y consolidar una dimensión cultural del pueblo venezolano, que sumergido en sus emociones, cada período constitucional depositará su voto, y por ende sus esperanzas y su confianza, en el candidato que mayores promesas haga y el que mayor admiración despierte entre los seguidores.
Los antecedentes del fenómeno del populismo en Venezuela se remontan al ensayo democrático liderado por el partido Acción Democrática, bajo la figura de Rómulo Betancourt en los años 1945-1948. Luego de 1959, la tendencia de los gobiernos de corte populista se va a extremar hasta llegar al actual gobierno de Hugo Chávez Frías, que ha pasado a convertirse en un paradigmático ejemplo del populismo clásico que muchos creían desaparecido.
En el caso de Venezuela, populismo no se afinca sobre el problema de clases, como si ocurrió en los inicios del modelo en Rusia, cuando se plantean por primera vez los problemas del capitalismo. En la segunda mitad del siglo XIX, los movimientos del naródniki se introducen en la sociedad y en la política europea, ligada entonces, al pensamiento marxista. Paralelamente, en Norteamérica se desarrollará un movimiento equivalente, de pequeños propietarios y trabajadores agrícolas. Sin embargo, el populismo venezolano, se revestirá de diferentes formas y de las inmensas complejidades propias del subcontinente latinoamericano, donde en la mayoría de los países que lo conforman se pusieron en marcha políticas nacional-populares son desarrollistas, pero no estaban al servicio de una burguesía nacional. El objetivo principal, era la formación de un Estado capaz de superar las contradicciones y los riesgos de estallido de la sociedad, una integración nacional y la defensa de los intereses populares.
En el presente estudio se analizará el liderazgo de ex presidente de la República, Carlos Andrés Pérez durante sus dos gestiones gubernamentales. Durante su primer ejercicio gubernamental (1974-1979), Pérez acometió una serie de políticas sociales y económicas que están enmarcadas dentro de la pirámide de categorías que los expertos en populismo han elaborado de base para explicar el fenómeno.
Pérez, indudablemente, fue un líder carismático, seguido por las masas y que mantuvo relaciones ambiguas con la cúpula de su partido Acción Democrática, prefiriendo en las dos experiencias presidenciales, “gobernar” con la base, o con los mejores, y no con los cogollos partidistas.
Durante su segunda presidencia (1989-1993), Pérez no parecía encajar, con gran facilidad, en “el molde explicativo” de neopopulismo, por aquello de la “antipolítica”, sin embargo, suele calificarse como neopopulista por el mantenimiento de su personalismo, por poner en marcha el paquete de medidas económicas del Fondo Monetario Internacional de corte neoliberal, sin abandonar sus compromiso con las redes clientelares que caracterizan los mecanismos de distribución de la renta petrolera en Venezuela. La política neoliberal, la falta de consenso en la aplicación de reformas económicas que implicaban sacrificios sociales, el desencanto y frustración de las masas empobrecidas y excluidas y la pérdida de viejas identidades parecieron influir de manera directa en el ocaso de un líder que fue considerado, por muchos teóricos y analistas, un fenómeno político de gran significación en la Venezuela Contemporánea. ¿Hasta dónde fue populista o neopopulista Carlos Andrés Pérez? ¿, ¿Cuándo empezó a ser un “fenómeno político con una verdadera identidad capaz de diferenciarse del resto de los gobernantes? En este ensayo, intentaremos dar respuesta a estas interrogantes que nos llevarán a hurgar en éste el complejo y polémico tema, en sus versiones clásica y “neo”.
El trabajo consta de cuatro partes. En la primera, haremos una revisión teórica del fenómeno del populismo clásico, y sus principales categorías para luego estudiar, en la segunda parte del trabajo, las principales categorías de análisis populista que pueden aplicarse a Carlos Andrés Pérez I, con una mirada atenta a ciertos elementos culturales y sociales de la Venezuela de la década de los setenta, mirada que no puede llevarnos sino a la revisión de las políticas puestas en marcha en el modelo de democracia pactista representativa, y la condición de país petrolero.
En la tercera parte, trabajaremos lo relativo al concepto de neopopulismo y Carlos Andrés Pérez II (1989-1993), estudiaremos la realidad que reinó en la Venezuela de los noventa, caracterizada por una crisis económica que ameritó la aplicación de medidas fondomonetaristas, lo que llevó a la ruptura del consenso y la caída del líder a través de los mecanismos constitucionales previstos en la carta magna de 1961.
La cuarta parte incluye una serie de reflexiones donde se mencionan las consecuencias que pueden extraerse de las dos experiencias de gobierno de Pérez y que nos sumergen en las disyuntivas que parecen estar presente a lo largo de Latinoamérica como son los problemas de representatividad, la fragilidad institucional, la ciudadanía, la ingobernabilidad y el futuro incierto de la democracia en el subcontinente.
1. Algunas consideraciones teóricas acerca del populismo y el neopopulismo
Las actitudes de los tratadistas frente al populismo son divergentes y a veces contradictorias. Algunos insisten en calificar al populismo como un movimiento genuinamente latinoamericano, original, capaz de movilizar e integrar grandes masas y como la única fuerza de transformación política, económica y social viable, mientras que para otros, el populismo no es sino un movimiento demagógico, oportunista, manipulativo, corrupto, retórico e ineficaz. (Rey, 1976:137).
Para Vega (1992:121-122) “El populismo fue una respuesta, históricamente significativa, a la vaciedad del liberalismo de las elites latinoamericanas, (...) además de integrar grandes masas al mercado, propiciar la industrialización, la sustitución de importaciones y la urbanización, desarrollo de un proceso de ampliación de la participación política bajo una suerte de ciudadanía social a la que se le daba prioridad frente a la ciudadanía política".
En tanto, Quijano (1998:171) señala que en América Latina se denomina populismo a experiencias políticas de naturaleza muy disímil. Este autor afirma que el populismo clásico alude a la importancia del líder y su forma de relacionarse con las masas, mientras que el nuevo populismo se limita al tipo de políticas y programas que ponen a andar una vez instalados en el gobierno. El término neopopulismo trata de recoger esa ambigüedad de los nuevos liderazgos: sus despliegues y formas populistas y sus políticas neoliberales, críticas al estado y sus viejas identidades empobrecedoras y excluyentes.
Sobre el tema, José Nún ( 1998:56) señala que no es posible reducir las reflexiones sobre el tema del populismo a la relación líder - masa, sino que hay que retomar los intereses sociales en juego, y las nuevas relaciones de poder. Señala que en el caso de Menen, este apela las tradicionales recetas del peronismo para llegar a la presidencia, pero las abandona una vez instalado en el gobierno. Esta categorías también podríamos aplicarlas al caso Pérez II, quien despliega, durante su campaña electoral, un discurso a través del cual se presenta como el salvador, construyendo una imagen de ser “la solución a la gran crisis”, la vuelta a la Venezuela saúdita, para luego, cuando asume su gobierno, asumir políticas neoliberales, que lo obligaban a reducir drásticamente los subsidios que alimentaban la red clientelar partidista, que le permitió llegar al poder por segunda vez.
Otro autor que analiza el populismo es Carlos de La torre ( 1998:65) quien considera que el fenómeno populista es transitorio, excepcional, en el paso de una sociedad a otra, ya sea de una sociedad tradicional a una moderna, o de una precapitalista a una capitalista. La realidad actual en América Latina demuestra que el populismo no es una anomalía sino que pareciera formar parte de la cultura política de nuestras sociedades.
En tanto que para Ernesto Laclau (1996:23) el populismo no es especifico de ninguna etapa histórica, contradiciendo con esta advertencia a de la Torre y a Octavio Ianni quienes, como ya advertimos, lo catalogan en el campo de la transitoriedad. Ianni dice es un fenómeno representativo de una etapa del proceso de sustitución de importaciones, histórica y especifica y que por tanto el populismo se agotó en la décadas de los 60 y 70. Para Laclau el populismo no es especifico de ninguna etapa sino que surge cuando la coalición que está en el poder empieza a fragmentarse y se crea un vacio de poder, cada sector de la colacción busca salvarse en momentos de crisis, y se dirige al pueblo, con un discurso deliberado, para ganar sus favores.
Por su parte, Canovan (1981:17) señala que el populismo es un fenómeno mundial, que se soporta en las masas urbanas y rurales que ha presentado, históricamente, características contradictorias, puesto que en una buena parte de los modelos que se conocen ( Ruso, Americano, latinoamericano) parecieran explicarse desde diversas categorías de análisis, entre las cuales se encuentran las siguientes: apoyo y soporte, y en muchos casos incorporación a lo público, de las clases sociales campensinas o urbanas,(excluídos del sistema), líder carismático, demagogo y despótico; discurso bajo la dialéctica, pueblo-oligarquía; intervensionismo estatal en la economía, fenómeno de corta duración.
A la cuestión de cuáles son sus principios, valores, características y prácticas, el populismo ha dado origen también a una gran diversidad de análisis. En lo relativo a sus principios, Wiles (1969:203-204) dice que se basa en la premisa de que el pueblo, definido como la agente simple y sus tradiciones colectivas, es el depositario de la virtud. Esa premisa provoca un síndrome político revestido de matices socialistas que varían en cuanto a intensidad y aparición en el tiempo, pero que son años de sorprendente permanencia. Autores como Wiles (Ibid.), Newton (1980:71-72) y Hennesy (1969:41) califican de imprecisa o incoherente la ideología populista. Dahl (1988:35) reconoce una teoría populista que postula dos condiciones que pueden resultar antagónicas según el modelo de democracia que se defienda:la soberanía popular (propia del modelo de democracia radical) y la igualdad política (rasgo de la democracia liberal).
El populismo exalta al pueblo, como factor fundamental del proceso de cambio(Guevara, 1989:28-29). La idea de pueblo es asumida como un mito o como un ente colectivo unificado, heterogéneo, donde desaparecen las tensiones de clase (Hennesy, 1969:41-42; Rey, 1976:142-143).
En el populismo clásico, se define la constitución de alianzas entre clases, grupos y sectores sociales muy diversos y heterogéneos pero no antagónicos que se enfrentaban a las elites dominantes (Sánchez Praga, 1998:152). Hay una división entre el pueblo y el poder ecónomico. Este último es visto como una especie de conjura permanente y de proporciones universales ( Nun1997: 24), o como un enemigo común, real o inventado por los oligarcas: el imperialismo al que se le atribuyen todos los males (Rey, 1976:142). Son valores del populismo: la soberanía popular, la igualdad política (Dahl,1988:87); la justicia social (Lefort, 1992:141)7; el nacionalismo, el antiimperialismo, el antielitismo y el antioligarquismo (Hennesy, 1969:41); la modernización y el reformismo(Guevara, 1989:28-29), la estabilidad y el consenso (COPRE, 1993); es moralista, más que programático (Wiles, 1969:204).
En cuanto a las características del populismo clásico se señalan el liderazgo personalista y estructuras corporativistas (Newton 1980:72; Burbano de Lara, 1998:10). Ese liderazgo proviene de una clase media urbana (Hennesy, 1969:41) y establece un contacto místico con las masas (Wiles, 1969:64).
Por último nos referiremos a lo que los autores registran como prácticas económicas y políticas de los partidos populistas clásicos. En lo económico, a pesar de que los regímenes populistas latinoamericanos hasta la década de los ochenta se clasificaban como capitalistas dependientes con una retórica socialista en un proyecto de desarrollo hacia adentro, hacen énfasis en la redistribución de la riqueza más que en el aumento de la capacidad de producción; protegen la industria nacional contra la competencia externa; nacionalizan empresas con valor estratégico y promulgan leyes para controlar la remisión de beneficios al exterior (Hennesy, 1968:41; Rey,1976:142-143). En la década de los noventa, hay un cambio en el discurso y la clásificación de tanto la crisis económica, obliga a muchos gobiernos a poner en práctica médicas económicas que implicaban un gran sacrificio para la masa, eliminación de subsidios, privatización de empresas estatales, reducción y redefinición del estado de bienestar, e implementación de políticas de mercados, entre otros aspectos.
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