Relaciones entre imagen y poder: de la apariencia al panoptismo

Conceptos de base


Ensayo, 2006

21 Páginas


Extracto


IMAGEN Y PODER: DE LA APARIENCIA AL PANOPTISMO

En este primer bloque pretendemos trazar un mapa[1] en torno a los conceptos básicos que vertebran nuestra investigación. Somos conscientes de que en alguna ocasión vamos a abrir caminos que no podremos recorrer hasta el final; tanto la extensión como el formato de este trabajo no nos permiten más que proponer, cuando se nos presenten estas ocasiones, posibles ejes de investigación, líneas de fuga que abran nuestra perspectiva (en un intento de superación de ciertas oposiciones binarias propias de nuestra cultura que no nos llevan más que a una especie de dualismo maniqueo) y que serán líneas maestras de referencia en futuras investigaciones. Un buen número de los conceptos que vamos a manejar y las relaciones entre ellos exigen una investigación individual y profunda que no podemos acometer aquí, tan sólo esbozamos el sentido teórico que les otorgamos y que es el sustento de nuestro punto de vista investigador.

Conceptos de base

El proceder genealógico de nuestra aproximación en algunos epígrafes no es exclusivo de todo el texto, en los momentos que la escritura lo solicite los planteamientos que desarrollaremos adoptarán una forma rizomorfa[2], tratando de sustraer de la multiplicidad a constituir, lo único, ensayando una conexión con lo heterogéneo, trazando una cartografía abierta de lo que nos ocupa.

Más adelante volveremos sobre algunos de estos conceptos cuando nos ocupemos de nuestra metodología de análisis y escritura. Baste apuntar que en nuestra línea de articulación cohabitarán segmentariedades, estratos, territorialidades diversas. Cabría precisar que este estudio parte tácitamente del principio de no asumir categorizaciones y divisiones clásicas aún hoy dominantes entre arte y política, cultura y economía, teoría y práctica, forma y contenido, denotación y connotación, etc. Para nosotros “toda intervención en el medio social es de facto una práctica que tiene potencialmente efectos políticos, es una toma de partido”[3], y nuestra investigación, humildemente, lo es.

El vínculo entre imagen y poder: de la apariencia al panoptismo

En la actualidad pocos vocablos se usan con tanta frecuencia como el de “poder” sin que se plantee una profunda reflexión sobre la idea que lo sustenta. Durante la historia del pensamiento[4] ha habido multitud de acercamientos desde diferentes ópticas, a veces contrapuestas, a este concepto cuyas apreciaciones nos ayudarán a comprender mejor a qué nos referimos. El enfoque teórico con el que se ha estudiado es tan variado que no queremos diluir nuestra argumentación en aspectos que podrían ser interesantes pero no aportan grandes luces a la relación que analizamos. Cuando vinculamos dos términos tan estudiados en estos tiempos (y capitales en nuestro propio estudio) como lo son imagen y poder, estamos introduciéndonos de lleno en terrenos tan pantanosos como la política, la representación, la cultura o la ideología.

Desde los más elementales principios sobre el gobernante que sentara Maquiavelo en su obra El Príncipe, hasta las últimas mutaciones de los mecanismos de control propios de la Cibersociedad Global del siglo XXI, las condiciones en las que se han desarrollado las relaciones de poder han mutado completamente aunque no han dejado de conservar ciertos aspectos inalterables.

De una manera u otra, los espacios simbólicos de la imagen y el poder se han visto siempre implicados, se han condicionado e influenciado hasta devenir teóricamente distinguibles pero prácticamente inseparables. La concepción de la existencia como un gran teatro, el conocido Theatrum Mundi[5], donde cada persona tiene un papel asignado que ha de representar, ha perdurado a lo largo de la historia del pensamiento occidental. De la teatralización de la política, al poder de representación de la máscara (persona), las relaciones de poder están literalmente atravesadas por la imagen.

Hoy, en la era digital, del capitalismo avanzado y la posmodernidad, cuando la presidencia de un gobierno (y por tanto cierta parte del Poder, el del Estado) depende mucho más de una pugna televisada entre dos candidatos debidamente maquillados y preparados para ella que de sus programas, sus equipos de gobierno y políticas concretas, la situación se ha vuelto más que preocupante. Parece oportuno, pues, profundizar en las relaciones entre la representación y el ejercicio del Poder para tratar de desvelar el trasfondo de sus ambivalencias y falacias.

Tradicionalmente otorgamos a la palabra poder una esfera de relaciones que consideramos perfectamente delimitada, que denominamos política. Pero responder a la pregunta sobre la naturaleza del poder ha sido el motivo de las investigaciones de eminentes filósofos, politólogos, teóricos de la comunicación y de las artes, economistas, etc. en buena parte de sus obras, así que trataremos los planteamientos de algunos de ellos que nos ayuden a avanzar en nuestra argumentación. No querríamos caer en el error que denuncian algunos teóricos sobre las reflexiones acerca del poder: confundir el plano físico que enuncia la radical e intrínseca vinculación del Ser y el Poder, con el plano estatal (socio-político-económico) en el que “el poder se yergue por culpable delegación de su propia esencia”[6].

En principio, pues, entendemos por Poder, en general, la actividad de un individuo o de un grupo humano (sujeto de poder) que, con arreglo a sus intereses y propósitos, causa un determinado efecto en la Naturaleza y/o en otros individuos o colectivos humanos (objeto de poder). Es decir, “entendido en el antiguo sentido aristotélico de acto, como acto propiamente dicho, como realidad en tanto que realización efectiva, el Poder no es tanto la capacidad efectiva de ejercerlo como su ejercicio mismo[7].

Maquiavelo, durante el Renacimiento, sienta las bases sobre los medios para llegar al poder y los modos de mantenerlo. Mediante la estratagema de la representación, la pose y la apariencia el poderoso mantiene su status y privilegios. “No es necesario, pues, que un príncipe posea todas las cualidades mencionadas, pero es muy necesario que parezca poseerlas (...) si las posee y las observa siempre le serán perjudiciales, y si parece poseerlas, le serán útiles [...] Los hombres juzgan más por los ojos que por las manos (...) todos ven lo que pareces, pero pocos comprenden lo que eres.”[8].

El sustento del Poder, su cara, se basa en la representación de la falacia. Fingir, disimular, aparentar, son cualidades indispensables que Maquiavelo otorga al gobernante. El príncipe debe dar primordial importancia a su imagen y a su reputación: lo que los demás piensen equivale a lo que se es. Este texto es perfectamente criticable por su amoralidad a la hora de describir al gobernante perfecto, “el fin justifica los medios” es el planteamiento subyacente del tratado.

El poderoso queda habilitado para hacer Dogma y Ley de su voluntad personal, se halla más allá del bien y del mal. Resulta en este aspecto profético y atemporal el texto del pensador florentino que perfila el paradigma “tiranizante” que prevalece en la historia de la política universal.

El poder contiene esta dualidad: “Procure, pues, un príncipe mantener y conservar el Estado, los medios que emplee serán siempre considerados honrosos y alabados [...] Un príncipe de nuestro tiempo jamás predica otra cosa que paz y lealtad, y en cambio es enemigo acérrimo de una y otra; si él la hubiera observado, muchas veces le habrían quitado la reputación o el Estado”[9]. Bajo una máscara de aparente estabilidad existe esta inquietante ambivalencia. La cara del Poder permanece invariable, mientras sus estrategias corren paralelas, “su esencia es engañosa, traidora y corrupta, pero en cambio se muestra veraz, fiel e íntegro.”[10].

A su vez, T. Hobbes, en el siglo XVII, identifica el poder con el Estado al que llama Leviatán[11], un monstruo bíblico que lo penetra todo. Sus tesis defienden el absolutismo como forma perfecta de gobierno, de acuerdo con Maquiavelo, por su terrible concepción de la Naturaleza humana, dominada por el deseo de competir y obtener gloria. El poder sería absolutamente necesario para impregnar todos los procesos (sociales sobre todo) y mantener el orden entre los “malvados” seres humanos. El aspecto que más nos interesa de la concepción hobbesiana del poder es su particular cualidad que le confiere omnipresencia en cualquier tipo de intercambio o relación, ya no como entidad que posee ese carácter sino como el proceso mismo de penetrar en otras realidades, como una especie de organismo complejo que las produce al tiempo que las contiene, las une y las conecta.

[...]


[1] Para una más amplia comprensión del uso que aquí hacemos de este termino, ver Jameson, F. El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Paidós, Barcelona, 1991.

[2] Deleuze, G.; Guattari, F. Rizoma, Pre-Textos, Valencia, 1988.

[3] P. Blanco, J. Carrillo, J. Claramonte, M. Expósito Modos de hacer: Arte crítico, esfera pública y acción directa, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2001, p.12.

[4] No pretendemos hacer de este texto un vademécum de pensadores que han abordado el tema genérico del poder, sólo trataremos a aquellos cuyos argumentos nos ayuden a avanzar en nuestra argumentación. En la Bibliografía de este trabajo se incluyen referencias bibliográficas específicas sobre la cuestión del poder.

[5] Para una más profunda comprensión de este término ver: Subirats, E. Linterna Mágica, Siruela, Madrid, 1997; González García, J.M. Metáforas del Poder, Alianza, Madrid, 1998. A partir de este momento cuando utilicemos la letra cursiva será para resaltar algún aspecto que nos parezca de especial relevancia para la comprensión del texto.

[6] Trías, E. Meditación sobre el poder, Anagrama, Barcelona, 1977, p.41.

[7] Bayón Cerdán, J. Conocimiento y Poder, Ediciones de la U.A., Madrid, 1995, p.19 (la cursiva es nuestra, claro).

[8] Maquiavelo, N. : El Príncipe, Bruguera, Barcelona, 1975, pp.152-153 (la cursiva es nuestra).

[9] Ibidem, p.153.

[10] López Fernandez, J.M. ; Representación de las relaciones de Poder (Un estudio a partir de la propia obra pictórica), Tesis Doctoral, Dept. Pintura Facultad de BB. AA. de San Carlos, Valencia, 2001, p.27.

[11] Hobbes, T. ; Leviatán. La materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil, Alianza, Madrid, 1996.

Final del extracto de 21 páginas

Detalles

Título
Relaciones entre imagen y poder: de la apariencia al panoptismo
Subtítulo
Conceptos de base
Universidad
University of Jaume I
Autor
Año
2006
Páginas
21
No. de catálogo
V162380
ISBN (Ebook)
9783640778409
ISBN (Libro)
9783640778287
Tamaño de fichero
477 KB
Idioma
Español
Palabras clave
Relaciones, Conceptos
Citar trabajo
Roberto Arnau Roselló (Autor), 2006, Relaciones entre imagen y poder: de la apariencia al panoptismo, Múnich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/162380

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