Extracto
Índice
Introducción y localización de la obra
Introducción al análisis
Inventio
Dispositio
Elocutio
Ornatus: análisis de tropos
Ornatus: análisis de figuras
Conclusión
Bibliografía
Anexos
Definiendo el amor
Introducción y localización de la obra
En este trabajo se va realizar un análisis retórico del poema “Definiendo el amor” de Francisco de Quevedo. Este análisis consiste en tres partes: la inventio, en la que se analizará el proceso del encuentro de argumentos, la dispositio, en la cual se investigará cómo los argumentos fueron ordenados y finalmente la elocutio, en la que se comentará cómo los argumentos fueron revestidos con palabras.
El soneto “Definiendo el amor” de Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos forma parte de la poesía amorosa del escritor español y fue escrito en el siglo XVI en la época del barroco.[1]
Introducción al análisis
Al principio del análisis y antes de la inventio se puede analizar cuál es la quaestio de este poema amoroso de Francisco de Quevedo. Parece que en este caso se puede hablar de una quaestio simplex infinita según la definición clásica. El poema se pregunta “Qué es el amor?”. Como el amor es un no es una circunstancia particular y tampoco aparecen protagonistas con nombres propios, pero es un téma de carácter general y abstracto, que no se focaliza en circunstancias, hechos o individuales concretos es una cuestión finita. La questio simplex se razona por el tratamiento de un sólo asunto o tema: el amor. No hay valoración de varios supuestos (quaestio comparativa) en el poema ni está constituido por más de un asunto (quaestio coniuncta).[2]
Inventio
En cuanto a los tópicos y lugares en “Definiendo el amor” se puede decir que el contenido del poema se centra sobre un tópico central, que ya está mencionado en el título de la obra, el amor. El intento de definir este sentimiento tan complejo ya lo hizo hasta Aristóteles en el primer libro de su obra “Metafísica”. Pero también en poemas y textos modernos se pueden encontrar clasificaciones y explicaciones del amor como por ejemplo los hizo Federico Garcia Lorca en su poema “Ay, voz secreta”, Garcilaso de la Vega en su “Soneto XIV” y los representantes latinoamericanos Mario Benedetti (“Te quiero”) y César Vallejo (“Amor prohibido”). Por eso, aunque el tópico no aparece en el “Manual de retórica clásica”, se puede decir que la “Definición del amor” es un tópico usado frecuentemente y por lo tanto tiene su legitimación.
La clasificación del poema en los loci frecuentes resulta más dificil. Como no aparecen personas ni cosas explícitas, el análisis de lugares de personas y lugares de cosas no es posible. Tampoco se puede encontrar otro tópico tradicional relacionado con la obra, asi que finalmente queda como único tópico la “Definición del amor” en este poema.[3]
Dispositio
En la dispositio es el objetivo central el análisis de la estructura de la obra presentada. En el caso de “Definiendo el amor” de Francisco de Quevedo se nos presenta un soneto endecasílabo de rima consonante con el patrón de rima característica para el soneto: abba cddc efe fef. Como es típico para la construcción de sonetos clásicos, la obra aprovecha la disposición bipartita, como es tradicionalmente. Así se nos presentan en la primera parte dos cuartetos y en la segunda dos tercetos. En los dos cuartetos principales se puede observar el desarrollo de la idea: el autor intenta clasificar el amor con comparaciones y antítesis que no pasan de un solo verso. En la segunda parte del poema, en los tercetos se intenta llegar a un fin y a una conclusión. En el primer terceto aún se puede observar otro intento de clasificación pero más amplio que los anteriores ya que se extiende a dos versos y es explicado más detalladamente. El último verso del primer terceto es una vez más una clasificación de un verso. En efecto, este verso resulta destacado porque por una parte forma la última explicación antes de la conclusión y por otra parte es consecutivo a la única unidad semántica del poema que se extiende por dos versos. En el último terceto hay una ruptura con la forma sintáctica de las otras estrofas: ya no se compara ni se intenta explicar, pero se suma el análisis precedente a una conclusión final del amor que no resulta positiva. El producto parece ser tan negativo que el yo lírico se dirige exclamativamente y apelativamente (“Mirad”) a los receptores para exclamar los sentimientos provocados por el intento de análisis y la comprensión resultante que el amor no puede tener amistad con nada ya que parece ser siempre el contrario de sí mismo.
Otro factor de análisis es el orden de las partes del discurso. Aquí se diferencia entre la clasificación en ordo naturalis u ordo artificialis. De todas formas se puede suponer que en el caso de este soneto (y probablemente en la mayoría de los sonetos) predomina el ordo artificialis. El ordo naturalis se caracteriza por un tipo de estructuración no marcada, es una disposición establecida por convención o fijada por la propia naturaleza. El ordo artificialis se puede manifestar en una alteración del orden habitual de las partes del discurso. Características son por ejemplo un principio in medias res y el uso de prolepsis y anticipaciones.En el poema presente de Quevedo es facilmente analizado que el principio de la obra empieza in medias res, ya que no hay introducción ni se presentan personas, lugares u otras circunstancias introductorias. Además no se puede divisar un cierto tiempo en el que suceda el acontecimiento. A causa de esta circunstancia no se pueden encontrar ni prolepsis ni analepsis, ya que el tiempo no es mencionado. Sin embargo este hecho indica una tendencia acronológica: no hay referencia al tiempo, el poema pasa en un espacio en el que el tiempo no es de ninguna relevancia. Estos hechos finalmente apoyan la suposición de que el poema esté compuesto en ordo artificialis.[4]
Elocutio
En el análisis de la eclocutio, el color de las palabras, el primer aspecto es la clasificación de la teoría de los estilos. Esta teoría consiste de tres tipos estilísticos que demarcan la exigencia retórica de una obra: genus humilde (con el objetivo de enseñar), genus medium (con el objetivo de deleitar) y genus sublime (con el objetivo de conmover).
Como en este caso se trata de un poema de Francisco de Quevedo, uno de los escritores e intelectuales españoles en el Siglo de Oro más importantes, se puede presuponer que sus sonetos (además una forma clásica de componer literatur alta) estén escritos en genus sublime. Más allá se puede observar el empleo de un ornatus en alto grado complejo porque usa tropos y figuras paradójicas. También se sirve de una puritas y perspicuitas del máximo grado de dificultad, así que parece evidente el uso del genus sublime.
Ornatus: análisis de tropos
A continuación será analizado el ornatus de “Definiendo el amor”. Este análisis consiste en la mostración y explicación de tropos y figuras usados que sirven para el embellicimiento estilístico.
El primer tropo y uno de los más frecuentes e importantes es la metáfora. Ésta consiste en una sustitución paradigmática de un vocablo con una palabra semejante. Es evidente que el poema de Quevedo está lleno de metáforas ya que intenta explicar el término abstracto “amor” con otras palabras como intento de simplificación y para obtener mejor comprensión de este sentimiento. Tomás Labrador Guiterrez lo denomina incluso como “modelo y ejemplo de la metáfora impresionista”[5]. Siendo uno de los tropos más importantes del poema, se pueden designar muchos ejemplos: “es hielo abrasador”, “es fuego helado”, “es herida [...]”, “es un soñado bien”, “un mal presente”, “es un breve descanso [...]”, “es un descuido [...]”, “es un cobarde [...]”, “un andar solitario entre la gente”, “un amar solamente ser amado” y “enfermedad que crece si es curada”. La clasificación de las metáforas en metáfora in praesentia o metáfora in absentia no resulta evidente. En las primeras metáforas no se puede encontrar el referente, el amor junto con las metáforas asi que se podría considerar como metáforas en absentia. Pero al final, en el último terceto, se encuentra el referente y una indicación que todas las metáforas precedentes re refieren a éste (“Éste es el niño Amor”). Por esta causa también se podría tratar de metáforas in praesentia. Yo considero clasificarlas como metáforas en absentia porque el referente no está justo a la sustitución paradigmática pero muy lejos al final del poema. Además se puede encontrar una alegoría, explicada como metáfora continuada, en el primer terceto del soneto: “es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero parasismo”. Otra alegoría, definida como un conjunto de palabras que requiere dos procesos de acto analógico, se encuentra en el último terceto: “el niño Amor”. Aquí se puede observar una referencia a la mitología románica, en la que “Amor”, aquí nombre propio porque escrito en mayúscula, es el Dios del amor románico y por eso está considerado como representación del sentimiento amor.
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[1] Olivares, La poesía amorosa de Francisco de Quevedo, 3.
[2] Azaustre/Casas, Manual de retórica española, 14-16.
[3] Azaustre/Casas, Manual de retórica española, 23-69.
[4] Azaustre/Casas, Manual de retórica española, 69-80.
[5] Labrador Guitérrez, Análisis e interpretación de textos de la enseñanza del E/LE, 508.