La dialéctica hegeliana establece filosóficamente la síntesis del espíritu sujetivo y objetivo en la unidad del espíritu absoluto que revoca, levanta y guarda (los tres sentidos de aufheben) en sí las oposiciones de lo sujetivo y lo objetivo, de ser y pensar, reconociendo la esencia de lo finito en lo infinito.
En este sentido podemos entender la concepción hegeliana de la filosofía como concepto comprensivo (Begriff) del espíritu absoluto.
Que el estatus, la función y la extensión del sentimiento religioso en general y de las religiones particulares han cambiado en la modernidad (y posmodernidad) es un hecho que tiene su causa en un conjunto de razones culturales, sociales y sobre todo históricas. Hay varios síntomes de la aversión creciente del ser humano postilustrado frente al papel que pretiende jugar la religión.
La cultura humana se ve sometido a un proceso cada vez más amplio de secularización, empezando con la separación histórica del poder de la iglesia del poder estatal, y culminando – por ahora – en un laicismo total al cual aspira en Europa sobre todo Francia. Aunque en otros países, como en los EEUU, encontramos ejemplos de una vuelta hacia las creencias tradicionales religiosas, no es posible revolver el proceso histórico de la subjetivazión del ser humano a partir de la Ilustración; sólo es posible encontrar nuevos caminos para una actitud religiosa.
La creencia que el hombre es capaz tanto de explicar y manipular los acontecimientos externos de él (ciencias naturales) como su actividad propia (ciencias sociales, psicología) ha conducido a cierta “independencia” de la existencia de un Dios omnipotente y regulador y ha dado lugar a un nuevo entendimiento deísta de un dios creador que encuentra su forma como substancia infinita en la naturaleza misma que nos rodea (Per Deum intelligo ens absolute infinitum hoc est substantiam constantem infinitis attributis quorum unumquodque æternam et infinitam essentiam exprimit; Spinoza). Dios sigue siendo la causa de la existencia, pero ya no es algo distinto de ella, pierde su transecendencia, y llega a ser un concepto tan abstracto que Hegel mismo lo llama fantasma. Esa es la opción de religiosidad que eligieron sobre todo los filósofos alemanes en la época de la ilustración, mientras los franceses fueron un paso más allá y llegaron a otra deducción de la nueva imagen antropocéntrica del mundo, al ateismo.
El panteismo de Spinoza, pues, llegó a tener mucho éxito en la filosofía y literatura idealista de Alemania (para sólo mencionar los más importantes: Lessing, Heine, Herder, Goethe y Schelling) e incluso Hegel admite la fundamental importancia del nuevo entendimiento de lo divino que propone Spinoza; constituye un paso imprescindible para llegar a la filosofía de lo Absoluto de Hegel. Spinoza radicaliza el pensamiento cartesiano, elevando la una substancia a la única, al ser verdadero e infinito; Hegel, por su parte, radicaliza el pensamiento de Spinoza rechazando la noción de las determinaciones (distinciones) de la infinitud, pasando así a un Absoluto que incluye en sí dialécticamente tanto lo finito como lo infinito, lo sujetivo y lo objetivo, la identidad y la diferencia.
En la introducción a su concepto de una filosofía de la religión Hegel afirma que el contenido de la religión tiene que ser Dios y la conciencia de la relación mantenida con Él, y por lo tanto ésto también va a ser el contenido de una filosofía de la religión, más allá de una teología naturalis o una metafísica racionalista, porque va a considerar a Dios como espíritu (en vez de un ente abstracto intelectual, la esencia). Este espíritu no se le puede considerar separado de la comunidad en que vive como espíritu y donde se pone se pone en relación consigo mismo. No es posible distinguír la doctrinca acerca de Dios de la doctrina acerca la religión (como práctica de la comunidad que cree en Dios). El sentimiento religioso sujetivo, que es condición para la formación de una comunidad religiosa, es algo innato al ser humano, no es posible ni necesario producirlo de alguna manera, aunque es posible que la filosofía hace que tal sentimiento se despierte y desarrolle, pero no es su propósito.
La libertad que forma parte de la naturaleza humana (en contraste con la necesidad inherente de otros seres vivos) sin embargo puede provocar una discrepancia entre el ser y el deber ser de un ser humano puede conducir al individuar a desviar de su naturaleza propia (que implica la religiosidad) y hacer que por estupidez o arbitriedad personal se avierte de sus sentimientos religiosos, pero no es posible quitar el chispe original religioso que forma parte de su intuición como ser espiritual. La tesis que el sentimiento religioso es una parte de la conditio humana puede ser puesta en duda. Aunque la evidencia muestra que siempre había cierta espiritualidad en la historia humana, es posible derivar este hecho de una “facticidad” más simple y originaria. Hablo, por supuesto, de la conciencia de la propia mortalidad que forma el núcleo de la filosofía heideggeriana (mientras el núcleo de la filosofía hegeliana es la originalidad de la religión). Pero si la religiosidad se deriva necesariamente del saber de la muerte, puede mantenerse tanto un sistema basado en aqella como en este mismo. Aplicando así el principio de caridad al pensamiento hegeliano, sin embargo me resulta una afirmación demasiado atrevida que el fin último del conocimiento humano consiste en la comprensión de la religión. Me parece más adecuado limitar eso al conocimiento de la filosofía de la religión que trata de comprender la relación del hombre con su religiosidad. Claro que esto para Hegel también adopta la forma diálectica – el conocimiento del hombre del mundo cotidiano, sus fines y intereses, como opuestos a su religiosidad. Son dos formas de actividad distintas, cosa que ya se ve en la bíblica distinción entre los días laborales dedicados a la actividad mundiana (en el sentido restringido sujetivo: el negocio en general) y el domingo como día de la actividad espiritual y contemplativa.
No obstante hay personas, que Hegel llama los hombres piadosos, que no traen una linea demarcadora entre sus creencias y el resto de su existencia sino esas forman parte de ella de manera preteórica, determinan toda la conducta externa e interna del hombre hasta sus fines últimos. No le hace falta comprender su espiritualidad de manera reflexiva, sino la entiende como un don.
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- Theresa Marx (Autor), 2011, Comentario de texto: La filosofía de la religión de Hegel, Múnich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/180451