El Frente Nacional. Una Caricatura Politica

1958 – 1974


Examensarbeit, 2014

210 Seiten


Leseprobe


CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

De la prensa, la opinión pública y la caricatura política en la producción historiográfica Fuentes, metodología y análisis

El nacimiento del Frente Nacional y el retorno de la caricatura política – planteamiento del problema

1. La Satirización de la “Unión política”
1.1El Siglodifusor de divisiones
1.1.1EL Siglocontra los Ospinistas
1.1.2El Siglocontra los Lleristas
1.1.3El Siglocontra el FN
1.2El Tiempodefensor del FN.
1.2.1El Tiempoescudo de Valencia y del ospinismo
1.2.2El Tiempofortín llerista
1.2.3 El Tiempo contra la disidencia del FN.
1.3 “La unión se frustro pero.”
1.4 “Júbilo liberal”
1.5 Idea final sobre la “Unión política”

2. La Ridiculización de las “Elecciones democráticas”
2.1 El “compromiso” del FN
2.2 Lleras R. blanco deEl Siglo
2.2.1 La advertencia sobre Lleras R.
2.2.2 La reforma agraria: La carta de Lleras
2.2.3 Lleras y Ospina buscando candidato
2.2.4 El primer candidato de Lleras: el “León” Valencia
2.3 La caricatura, herramienta de propaganda política: La candidatura de Lleras R.
2.3.1 Sobresaltar la imagen de Lleras R.
2.3.2 Socavar la imagen del adversario mas peligroso
2.3.3 ¿Caricatura o Propaganda?
2.4 “Los dueños del país”
2.5 Pastrana: un presidente conservador que siguió al liberalismo
2.6 Continuando el dominio liberal
2.7 Idea final sobre la “Democracia representativa”

3. La deformación de “la violencia política”
3.1 La violencia de los cuarenta en la caricatura del FN
3.2 El FN y el fin de la violencia: una estrategia de olvido
3.3 El “¿Resurgimiento?” de la violencia
3.4 “Al país le ha tocado el turno de la experiencia comunista”
3.4.1 ¿Marquetalia una victoria nacional?: el surgimiento de las FARC
3.4.2 Simacota y el surgimiento del ELN
3.4.3 El castrocomunismo: arma de ataque para la caricatura oficial
3.5 “Los Pájaros” también volaron durante el FN
3.6 La reducción de la violencia en la caricatura y su aparición en las ciudades
3.7 Idea final sobre la “Violencia política”

4. Conclusiones

ANEXOS

FUENTES Y BIBLIOGRAFIA

Resumen:

La caricatura política, al igual que la prensa, ha sido históricamente una herramienta y un escenario de enfrentamiento entre las élites del país. Este texto analiza y describe el uso de la caricatura editorial durante el Frente Nacional (FN) como discurso esgrimido por los dos sectores mas representativos de los partidos políticos tradicionales. Utiliza de fuente los diarios El Siglo (1958-1962), (1966-1970) de filiación conservadora y El Tiempo (1962-1966) (1970-1974) liberal, al momento de sus respectivos periodos como opositores al gobierno. La violencia política, la unión entre partidos y el retorno a las elecciones democráticas fueron los tres ejes fundamentales sobre los que se lanzó y se sostuvo el FN como proyecto político-social, y estos mismos son los que permiten dilucidar los resultados expuestos por las dos parcialidades políticas más destacadas y lo que lograron con el FN para el país o para sí mismos.

Palabras claves: prensa, historia política, violencia, elecciones, unión, caricatura.

Abstract:

The political cartoon, as press, has been historically a tool and stage of confrontation between the country's elite. This text analyzes and describes the use of the editorial cartoon during the National Front (FN) as an speech wielded by the two most representative sectors of the traditional political parties. Uses as a fonts the diaries El Siglo (1958-1962), (1966-1970) conservative affiliation and El Tiempo (1962-1966) (1970-1974) liberal, at their moments of their respective terms as government opponents. Political violence, the connection between parties and the return to democratic elections were the three main axes on which was launched and the FN was held as a political and social project, and these themselves are what allow elucidating the results reported by the two most prominent political biases and what they accomplished with the FN for the country or for themselves.

Keywords: press, political history, violence, elections, union, cartoon.

INTRODUCCIÓN

Distintas sociedades a través del tiempo han buscado la manera de ridiculizar a sus personajes poderosos; algunos juglares en la edad media fueron perseguidos por sus espectáculos callejeros que se mofaban del gobernante o de la curia romana[1]. Los hombres reconocidos o poderosos fueron también representados en los carnavales populares, en los que se utilizaron sus imágenes como botargas satirizantes[2]. Estas forma de burla pueden ubicarse en una o varias de las tres grandes categorías de la cultura cómica popular definida por Bajtin[3], al igual que la caricatura editorial, documento informativo que constituye a su vez un discurso gráfico de la actualidad política. Pero ¿Qué es una caricatura? Su definición simple dice que es la representación exagerada de los rasgos característicos de una imagen, en que se deforma, pero sigue siendo reconocible; se trata de una burla cuyo objeto por lo general es una figura prominente, con el fin de que la mayor cantidad de personas puedan comprender el mensaje. Las relaciones de la caricatura con el poder se expresan por medio de temáticas económicas, políticas o ideológicas y es gracias a dicho vínculo social que ésta ha logrado convertirse en instrumento importante de comunicación, opinión y crítica. La caricatura política es pues aquella que constituye per se un discurso argumentado en contra o a favor de los poderosos y de las formas de poder institucionalizadas y ejercidas en determinada “realidad social”, dicha crítica produce por lo general un impacto en la “opinión pública”[4]. Como dice Franz Flórez: “El poder de la caricatura sobre el o los poderes, se basa en crear representaciones que inducen a otras acciones e interpretaciones ya previstas en la opinión pública…”[5].

Los orígenes de este género artístico-informativo se pueden remontar a la Roma de Nerón donde aparecían imágenes burlescas del emperador pintadas en las paredes de la ciudad, pero fue realmente en el Renacimiento donde algunos brillantes dibujantes, entre ellos Leonardo da Vinci, comenzaron a desarrollarlo[6] ; el principal blanco de las sátiras fue generalmente el papado. En su forma moderna la caricatura se desarrolló a finales del siglo XVI y principios del XVII en la escuela de artes de la familia Carracci[7] de Bolonia. Annibale Carracci usó por primera vez la palabra caricatura, “En la búsqueda del placer, Carracci describió tres instancias, hasta llegar a lo que llamó caricatura: la naturaleza; la copia literal de la naturaleza; y la alteración de su forma por medio de la acumulación de defectos, sin quitar nada de su parecido”.[8] Paulatinamente dicho estilo fue difundiéndose por Europa de manera informal, a manera de entretenimiento de algunos pintores e ilustradores, por ejemplo el artista romano Pierre Leone Ghezzi que trabajaba en ocasiones retratando en caricatura a los turistas, éstos la usaron de a poco y cada vez más para dar su opinión puntual sobre eventos sociales o políticos del momento. En Inglaterra fue donde adquirió el carácter de defensa y ataque político, el pintor William Hogarth realizó durante los siglos XVII y XVIII diferentes ilustraciones de critica y burla contra quienes manejaban asuntos estatales. Francisco de Goya abrió el camino a este genero grafico en España, que fue consolidado tiempo después por Tomás Padró Pedret y José Luis Pullicer entre otros. Desde el XIX convirtió en parte fundamental de la prensa escrita, principalmente en Francia donde adquirió conciencia de su poder político y llegó a su cumbre artística y social; hay quienes le atribuyen gran importancia al efecto que tuvo la obra de Honoré Daumieren en la caída del gobierno del rey Luis Felipe y en estilo y difusión de la caricatura como critica política[9].

En Colombia, la caricatura estuvo ligada a las innovaciones litográficas, las cuales cambiaron su estilo y difusión, pero también estuvo profundamente vinculada a la vida política del país, de hecho la primera caricatura de la que se tiene conocimiento es un grabado de 1829 que representa la lucha entre los partidarios de Simón Bolívar y los de Francisco de Paula Santander durante la convención de Ocaña, que buscaba reformar la constitución.[10] Se reconoce como padre de este genero a José María Espinosa, un criollo bogotano que practicó el dibujo durante toda su vida y que durante la primera parte del siglo XIX participó en la guerra de independencia como soldado del ejército bajo las órdenes de Antonio Nariño.

La poca prensa existente en la primera mitad del siglo XIX se encontraba al servicio de la elite política, que acogió este genero como otra de las armas en el combate partidista e ideológico que los enfrentaba. Si bien ya para esta época había imprentas en el país, eran muy pocas; luego de expelida la reconquista en Antioquia, en 1832 en Medellín solo funcionaba una imprenta manejada por el payanes Manuel Balcázar[11]. Diferentes gacetas, revistas y diarios del país publicaban periódicamente caricaturas, así mismo existía desde mediados del siglo XIX una escuela de grabado fundada por Alberto Urdaneta, con maestros extranjeros como el español Antonio Rodríguez, por allí pasaron importantes artistas entre ellos Alfredo Greñas que contó con un amplio espacio en la prensa del momento. “Al contrario de muchos caricaturistas su meta final no era llegar a ser un artista reconocido sino aprender el grabado con el fin de ilustrar los periódicos para la lucha política, como arma contra el gobierno regenerador”[12] Tras la importación de sistemas franceses de impresión, diseño y procesos de grabado, crecieron en número las publicaciones existentes, algunos de los numerosos periódicos que surgieron fueron El Loco, La catástrofe, El Precursor y El Demócrata [13]. Así mismo las revistas de sátira y caricatura hicieron su espacio aparte, aunque siguieron acompañando segmentos de los periódicos[14]. Desde esta época se inicia una tecnificación fuerte en la caricatura. Algunos de los periódicos comienzan a ser ilustrados por extranjeros, este es el caso de El Alcanfor, cuyo dibujante era el alemán Carlos Dorheim. La tecnificación si bien permitió crear mas periódicos, eran inestables, cambiaban constantemente de nombre y no tenían larga trayectoria, se especializaban en registrar determinados gobiernos y sus actos para luego desaparecer, como aduce Beatriz Gonzales “muchos periódicos nacían solo para denunciar los posibles fraudes eleccionarios, su vida dependía del sufragio”[15] Con la tecnificación y la importación de dibujantes cambió el estilo de la caricatura que se practicaba, ya que hasta ese momento la caricatura era un retrato mas bien fiel del rostro del personaje, en una cabeza grande puesta sobre un cuerpo ridículamente pequeño con las frases y discursos consignados bajo el gráfico[16]. El estilo se transformó en parte gracias a la hegemonía conservadora que estimulo la creación y producción de nuevas formas y caricaturas para el país, la cual comenzó a adquirir un estilo propio en el que sobresale el uso de símbolos patrios, elementos de la religión católica, e iconos costumbristas de las diversas regiones del país.

La llegada de la regeneración conservadora no significó el nacimiento, pero si el incremento de las prensas privadas, las cuales surgieron principalmente como oposición política, frecuentemente en polémica con los periódicos oficiales, uno de los ejemplos más importantes es el de El Espectador “ … lanzado en pleno auge de la regeneración para defender el radicalismo liberal, y dirigido por don Fidel Cano. Aparecido en 1887, fue victima de continuas persecuciones y conflictos: el primer cierre lo sufrió a los 30 días de su salida a circulación”[17].

Las tres primeras décadas del siglo XX son consideradas la etapa final de la edad de oro de la caricatura colombiana, durante ellas florecieron en cantidad las publicaciones con ilustraciones satíricas, se creó el primer periódico enteramente dedicado a la caricatura El Banano, el número de dibujantes aumentó, las xilografías, grabados e impresiones se tecnificaron ampliamente, lo cual influyó en su difusión. Durante esos años en las caricaturas primó el tema político en orden de crítica, en menor medida, pero también presentes estuvieron la economía y temas sociales como el desempleo y la pobreza, “… en ese momento se dieron las condiciones para ejercer la oposición desde la mesa del dibujante, lo que permitió hacer efectiva la creencia de que la caricatura es capaz de tumbar gobiernos”[18] ; además se había convertido en un estilo gráfico tan difundido y eficaz en su labor de influir la opinión pública que para 1910 “era un aspecto usual de los periódicos con mas circulación en Colombia”[19]. Este éxito como herramienta política fue el que la hizo tan temida por los gobiernos de turno, los que han usado frecuentemente la censura, para contrarrestar su efecto.

Paradójicamente durante la edad dorada de la caricatura estuvo vigente una de las leyes de censura más recordadas en el país, la ley 61 de 1888 conocida como “la Ley de los caballos” o la “Ley K” nombrada así por Fidel Cano en una columna de su periódico El Espectador en la dijo que tal Ley era “… un acto inconstitucional que autoriza al presidente de la República para privar a los vencidos de todo derecho y de toda garantía, en nombre de unos cuantos caballos muertos violentamente, cuyo trágico fin se atribuye de la manera más injusta y gratuita al partido liberal.” [20] A pesar de la censura sobresalió en esta época el talento de artistas como Pepe Gómez[21] y Rendón[22] cuyos pasos siguieron tiempo después Chapete, Osuna, Vlado y Pepón.

Casi dos décadas después de finalizada la hegemonía conservadora sucedieron los gobiernos de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez, que transcurrieron en un estado de sitio permanente, la censura (a la prensa y al arte) se convirtió en un elemento más de la seguridad y la política de estado, y siguió siéndolo durante la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla, la cual llegó a su fin en 1957. Los objetivos de esta práctica prohibitoria eran diversos; iba dirigida a aquellos que expresaran una opinión crítica, contraria o satírica del gobierno; dibujantes, pintores, escritores y periódicos de ambos bandos políticos fueron silenciados en múltiples ocasiones, y hasta se les amenazó con la prisión como lo demuestra el siguiente aparte del Decreto 3000 expedido en 1954:

“… que las personas que por cualquier medio redacten, editen, auxilien o difundan escritos o publicaciones clandestinas en los que se haga burla o irrespete a las autoridades legítimamente constituidas [...] serán sancionadas con relegación a colonia penal hasta por dos años. […] Si la burla o los irrespetos son al Presidente de la República, la pena máxima puede aumentarse hasta una tercera parte”[23]

Luego de perder el poder ante la dictadura militar, de sentirse aislados políticamente, con miedo y amenazadas por los movimientos de campesinos, estudiantes y trabajadores que se basaban en una ideología política diferente a la tradicional, dos facciones elitistas de los partidos Conservador y Liberal decidieron celebrar un acuerdo que aseguró su dominio del país durante dieciséis años, cuyo método de repartición del poder iba mas allá de una serie de alternaciones presidenciales, pues también se dividían entre los dos grupos los puestos y funciones de las ramas legislativa y judicial del poder público. Este pacto conocido como el Frente Nacional (FN) supuso la vuelta de algunas libertades civiles o al menos la relajación de las presiones impuestas a artistas y periodistas oficiales, fue así como en 1958 comenzó el tímido, pero decidido retorno de la caricatura política a los diarios oficiales del país.

En medio del pacto bipartidista de apoyo mutuo y concordancia política, el regreso a la “libre crítica política” en los artículos y columnas de los diarios se nota superfluo y la replica mordaz disminuye para convertirse en muchos casos en apoyo al rival, por ello la caricatura editorial cumple en ese contexto político un papel especial, gracias a su carácter simbólico, ya que como lo señala Bourdieu: “Mientras más peligrosa es una situación, en mayor medida las prácticas tienden a estar codificadas… a mayor probabilidad de la ocurrencia mayor será la probabilidad de introducir formas, y en mayor medida la improvisación dejada al “habitus” deberá ceder frente a la conducta reglada a través de un ritual metódicamente instituido, esto es codificado.”[24] De este modo se posibilitó el lanzamiento de críticas de una manera permitida entre los conservadores y los liberales, aunque no en todos los casos, en su mayoría el mensaje era implícito, esto se debe en parte a las características inherentes a este estilo grafico, como veremos más adelante, y en parte al acuerdo político del FN, el cual la prensa oficial promovió y defendió[25].

De la prensa, la opinión pública y la caricatura política en la producción historiográfica >En cuanto a la prensa como objeto de estudio en la historiografía colombiana nos basta con decir, que desde la llegada de la imprenta se impulsó la difusión del conocimiento en proporciones enormes. Los hombres que optaron por escribir y publicar información de los hechos y acontecimientos conformaron lo que sería la génesis de los primeros periódicos. La naciente prensa[26] logró adquirir influencia en los eventos políticos y públicos más importantes de la Europa moderna, pero lo que concierne a este escrito es dar cuenta, principalmente, del papel de la prensa en las sociedades republicanas. Desde un primer momento, en los nacientes estados americanos, la prensa sirvió para conformar la “ideología independentista” como la llama el texto “Papel Periódico”[27]..

La libertad de imprenta que (se podría decir) surgió con la independencia permitió a los primeros líderes republicanos hacer eco de sus ideas y sus palabras[28] por medio de la prensa y de las diversas publicaciones escritas; muchas personas lograron seguir el día a día de las disputas entre los personajes de ambos bandos[29].

El papel de la prensa como escenario de lucha es una idea que se repite tanto en los textos de Luis Ociel Castaño[30] como en el texto “1810 – 1814 Pasquines y Prensa”[31], y esto precisamente fue en lo que se constituyó desde sus comienzos, apartada de lo que sería su labor ideal de educar, entretener e informar de manera imparcial. Las publicaciones de aquellos momentos buscaban de diversas maneras adoctrinar, ideologizar y convencer al lector. Los principales escritores de esta prensa fueron jóvenes que abogaban por alguno de los dos partidos tradicionales existentes y que utilizaron la prensa, incluso, para buscar riña y ponerse cita en duelos armados. En general para Castaño estos primeros periodistas (sobre todo los liberales) se entregaban al periodismo por pura satisfacción y deseo o deber de escribir, si bien es cierto que la mayoría de quienes emprendían tales empresas no eran remunerados por ningún tipo de sueldo, eran personajes acomodados, que o pertenecían a la élite o al menos tenían el dinero suficiente para publicar periódicamente. Lo que parece olvidar Castaño es que estos personajes publicaban con una intencionalidad de ganancia que no se basaba en el dinero, sino en el peso que generaban en la naciente opinión pública y en los adeptos que ganaban para sus quehaceres e “ideologías” políticas.

El periodista[32], en términos generales, termina siendo poco más que un guardián ideológico o defensor de un partido. Otra temática muy discutida en el texto de Ociel Castaño es la de la libertad de prensa. De acuerdo con su investigación y su análisis, ésta estuvo sujeta al partido político que ostentara el gobierno de turno (por ello su trabajo termina en 1888), así mismo las normativas que enseña en su texto dan muestra de una libertad de expresión sometida de igual manera, por ejemplo, a un orden explícitamente defensor de la religión católica, lo cual deja el sabor de una “libertad de prensa” bastante ambigua.

En estas líneas describo de manera general algunos trabajos pertinentes a los intereses de la investigación que realizo, sobre todo a aquellos que conciernen a la formación de la opinión pública, la manera en que la prensa funciona como herramienta al servicio de determinada ideología o interés particular que busca producir eco o generar opinión en los diversos avatares de cada contexto.

Entre los trabajos revisados para desarrollar esta investigación se encuentran algunos, y no pocos, en los que se entiende la tarea de la prensa como algo más que una mera labor comunicativa, en sus análisis distinguen las raíces discursivas, las directrices y las influencias de dichos medios informativos. Por ejemplo el sociólogo Érik Neveu plantea en su texto ¿Una Sociedad de Comunicación? que los procesos interpretativos con los cuales los ciudadanos o lectores, pertenecientes a un grupo, sea de activistas o manifestantes, dirigen, modifican o crean su versión de la realidad, tiene que ver de manera inmediata con los medios de comunicación, las formas en que estos logran vínculos a través del discurso dinámico donde se crea o se recrea la existencia de un “nosotros” frente a un “ellos”[33]. Algo similar propone Teun Van dijk en su texto, Análisis del Discurso Ideológico [34] , en el cual arguye que por medio de la semántica ideológica, aplicable a todo discurso, se reconoce la distinción de un “ingroup” o aliado y la de un “outgroup” o enemigo, ésta distinción, según el lingüista, es observable por medio de los sustantivos y adjetivos usados para describir; para el primer grupo serán siempre positivos, mientras para el segundo grupo serán negativos.

Hay algunos estudios sobre la relación de los medios de comunicación con el poder, entre ellos se encuentran los orientados a la formación de la opinión pública como hecho interdependiente de la formación de las democracias y de la cultura moderna[35], ligados a estos se encuentran también algunos trabajos que hacen referencia al papel de la prensa en la formación de las naciones estatales; como los de los historiadores, Benedict Anderson[36], y Eric Hobsbawn que define las “protonaciones” y las diferencias, al menos en el orden teórico, que tienen con las naciones de hoy día, así como la “incongruencia” política de sus ciudadanos[37]. El sociólogo Todd Gitlin en su texto The Whole World is Watching: Mass Media in the Making and Unmaking of the Left, se refiere a la relación existente entre los movimientos y grupos políticos con los medios de comunicación, la cual, dice, es tan estrecha, que determinados movimientos sociales han hecho de ésta su principal estrategia política y táctica de organización[38]. Otros estudios sobre los medios indican la ventaja que estos confieren a los grupos sociales y de interés, que a través de estos, pretenden generar o dirigir diversos aspectos de la discusión pública[39].

Estos estudios dan espacio a diversas posturas sobre la formación y evolución de las acciones sociales y la opinión pública. El sociólogo Manuel Castells, en Comunicación y Poder, hace un amplio análisis sobre la relación entre los medios de comunicación y el poder, en la que plantea que la primera es una manifestación del segundo, pues el dominio de la comunicación y la mente, es aparte de la violencia y la coacción, otra de las maneras de ejercer el poder. Sostiene además que solo quien tiene la capacidad de hacer llegar sus mensajes a los ciudadanos podría influenciar sus decisiones, llevándolo esto a situarse en posiciones de poder dentro del estado o a conservar su dominio institucional y político[40].

La mayor parte de los enfoques de los textos revisados que tratan sobre los vínculos entre la acción colectiva y los procesos de creación de opinión pública, consideran que aquellos grupos o movimientos sociales que no cuentan con una manera de transmitir sus ideas a las personas ajenas al movimiento se encuentran en una posición de desventaja dentro de las relaciones de poder, sin embargo Castells plantea que “tanto la configuración de la acción social colectiva como la formación de la opinión pública no son procesos que estén al pleno alcance de los activistas de los movimientos sociales”[41].

Para la politóloga Diana Cifuentes, la opinión pública se centra precisamente en el diálogo que establece con el poder comunicativo, gracias a sus posiciones influyentes, frente a un sistema político administrativo[42]. Cifuentes presenta algunos conceptos básicos de opinión pública y poder comunicativo, en busca de aclarar cuál es el papel de los ciudadanos en el sistema democrático. Para desarrollar su trabajo parte del texto de Jurgen Habermas, Facticidad y Validez sobre la democracia deliberativa, es decir consensuada y discursiva, de la que la opinión pública y el poder comunicativo son base[43]. En ella “Las estructuras comunicativas de la opinión pública constituyen una vasta red de sensores que reaccionan a la presión de problemas o situaciones problemáticas que afectan la sociedad global, y estimulan opiniones influyentes”[44] para la autora la opinión pública en sí, transformada en poder comunicativo, no puede “mandar”, pero puede dirigir el uso del poder administrativo, o sea, es conductora de un consenso mínimo que hace de esclusa entre el sistema político y administrativo. Reflexión similar es la hecha por Ignacio Ramírez, quien asevera que la opinión pública, al contrario de lo que pretende mostrar el órgano oficial, no existe gracias al gobierno, sino que parece depender de los ciudadanos, siendo así, las hay diversas y contrarias, pueden ser compartidas por muchas naciones o por pocas personas, y pueden influir en el proceder del gobierno[45].

El poder comunicativo de la prensa se dispersa en la esfera pública, penetra los procesos institucionales de gestión y razón pública, generando una opinión cuyo espacio no son las instituciones, ni organizaciones, sino que es una red que aglutina diversas posturas, sintetizándolas de tal forma, que se comprimen en una opinión pública específica sobre un tema puntual. “una opinión pública no es representativa en el sentido estadístico del término. No es un agregado de opiniones individuales que se hayan manifestado privadamente o sobre las que se haya encuestado privadamente a los individuos… Las opiniones públicas pueden manipularse, pero no pueden comprarse públicamente mediante un evidente ejercicio de presión pública”[46]. Concuerda con la mayoría de autores en que la opinión pública no puede “fabricarse a voluntad”, puesto que tiene que haberse formado de manera espontánea, (dentro del marco de los derechos fundamentales), como estructura autónoma y reproducirse a través de sí misma.

Un estudio de caso que muestra claramente la relación entre los movimientos sociales y la opinión pública es Entre el Público y el Movimiento, Entre la Acción Colectiva y la Opinión Pública. Reflexiones en torno al Movimiento Gaitanista de Carlos Charry Joya [47] . El autor parte de revisar la producción académica acerca de la figura del líder político colombiano Jorge Eliecer Gaitán (1898-1948) y del movimiento social creado en torno a su figura, “el gaitanismo”. Sobre estos advierte que en mayor medida desembocan en estudios sobre su muerte y los hechos inmediatos que sacudieron la capital, conocidos como el bogotazo, enmarcados todos estos en el amplio período que la historiografía colombiana ha denominado La Violencia.

Charry distingue público de multitud, las reacciones y la estructura de éstas, tomando para ello los rasgos sociológicos que obtiene de Gabriel Tarde, el cual identificó también dos tipos de multitudes y de públicos, los expectantes y los actuantes; el autor hace énfasis en los últimos y en la manera como los medios actúan sobre la opinión tanto de públicos como de multitudes[48], para ello Charry utiliza dos ejemplos de cómo el gaitanismo quiso impactar la opinión pública precisamente por medio de la puesta en marcha de dos periódicos Unirismo y Jornada [49] , en el mismo texto da algunos ejemplos de las percepciones que otros medios difundían sobre Gaitán y su movimiento. Finalmente, Charry, considera que las investigaciones sobre la opinión pública muestran como los medios de comunicación son un filtro, que selecciona los acontecimientos, personajes y acciones sobre los que desea elaborar su producción “informativa”; en fin, dice que la opinión pública es un campo intervenido.

Pese a su importancia, no solo los escritos impresos componen el sistema de comunicación de la prensa con la ciudadanía, existe también la imagen impresa en las diferentes publicaciones periódicas, ésta como dice Ginzburg, al citar a Raphael Samuel en su texto Tu país te necesita [50] , precisa de “Una historiografía que este atenta a las sombras de la memoria – a aquellas imágenes dormidas que saltan a la vida desatadas, y que sirven como centinelas fantasmales de nuestro pensamiento- debería dar al menos tanta atención a las imágenes como a los manuscritos e impresos. Lo visual nos proporciona nuestro almacén de figuras, nuestros puntos de referencia subliminales, y nuestro punto de ubicación no explicitado en palabras.”[51]

Aparte de las ventajas comunicativas que tiene la imagen impresa, por ejemplo, el ser una sección de la prensa que nunca pasa desapercibida, su difusión se hace más fácil por el carácter entretenido que tiene para el público en general o para aquel que aprecie el arte del dibujo y la estética gráfica, también puede llevar un mensaje a personas que apenas logren leer, incluso un niño podría distinguir en los trazos de una caricatura alguna intencionalidad, sino, en todo caso, la observara más tiempo que a una columna literaria, esto hace que el lenguaje de la imagen sea más accesible al lector y por lo tanto cuente con un número de receptores más amplio que el de los textos escritos. Aunque usada por sus productores con fines iguales a los de la prensa escrita, cuenta con un sistema comunicativo distinto a ella.

Algunas de las líneas de estudios que ha usado la caricatura como objeto o fuente en la historiografía son la económica, en la que sobresale el trabajo hecho por Juanita Villaveces y Paul Rodríguez llamado, C aricatura, reflejo irónico de la realidad en Colombia [52] , para los autores, el trabajo del lector de la caricatura consiste en decodificar el contexto, los protagonistas, y las demás cosas que llamen nuestra atención de la imagen, por ello la falta de información imposibilitará el identificar e interpretar los personajes y situaciones del discurso que se desprenden de la imagen.

El campo de la pedagogía y la educación también tiene un espacio para la caricatura, como lo muestran los trabajos de Samuel Prieto y Zuany Paba, enfocados al uso de la caricatura como herramienta pedagógica para difundir ideas en el ámbito académico y laboral[53] y el de Carolina Muñoz y María Fernanda Arévalo[54], autoras que toman como fuentes las caricaturas publicadas por el diario El Derecho, de la ciudad de San Juan de Pasto, durante un período que abarca la primera mitad del Frente Nacional, es decir los dos primeros períodos presidenciales, el de Lleras Camargo y el de León Valencia[55], llegan a la conclusión de que los mensajes de “El Derecho confluyen en los planteamientos oficiales del FN, debido a que le proporcionan un sustento ideológico y discursivo favorable a este proyecto político, que a través de la prensa se reafirma y se reproduce como la única alternativa capaz de promover la construcción de una nación incluyente, donde prevalezca la paz, la justicia social, y el progreso económico.”[56]

El análisis de la caricatura de Antonio Caballero como elemento pedagógico, un texto de Astrid Gómez, magister en ciencias de la comunicación, hace parte también de las propuestas educativas que toman como base la caricatura, partiendo para su trabajo de la idea sociolingüística de Molero de Cabeza[57], la autora hace un análisis del discurso y de la intención comunicativa de Antonio Caballero, reconocido caricaturista colombiano[58].

Otro trabajo más abarca el tema desde ámbito social, este, de autoría de Juan Carlos Pachón, aduce que la creación de discursos políticos en la caricatura tiene una amplia recepción por la “superficialidad y facilidad del lenguaje para colarse en la inteligencia del conglomerado social”[59] La lingüística y la semiótica también han mostrado su interés por lo que tiene que aportar a ese campo la caricatura política. En su trabajo Astrid Gómez afirma que “El problema social colombiano es reflejado insistentemente por el caricaturista quien enlaza cada estereotipo con una dificultad y su causante. En un país donde la violación a los derechos humanos es constante, el poder de la palabra cobra vida como arma de lucha frente a los problemas sociales. Es allí donde los caricaturistas han recolectado historia por años, como instrumento constructor de la realidad”[60].

El trabajo de Francia Martínez-Valencia, titulado La caricatura editorial colombiana: una perspectiva semántica y pragmática [61] , plantea que el impacto de la caricatura radica tanto en el dibujo como en el texto. El objetivo de la autora es hacer un análisis semántico del discurso cotidiano, a partir de la terminología de uso más frecuente, así como las preguntas, afirmaciones y exclamaciones, es decir los actos de habla principales, por ello la autora enmarca su trabajo en el ámbito de análisis del discurso, un área que busca examinar las estructuras y funciones del texto y del habla en el contexto social, político y cultural[62].

Al igual que otros autores mencionados, para Martínez-Valencia es “gracias a la riqueza de los diálogos y distintos recursos retóricos y visuales el discurso de la caricatura tiene una función o rol social de gran impacto”[63]. Además de hacer un breve recuento de la historia de la caricatura en el país, hace hincapié en la importancia que tiene la palabra escrita en la caricatura política, para ello utiliza la teoría de Lourdes Molero de Cabeza, quien dice que “la caricatura despliega una gama de recursos lingüísticos, retóricos, discursivos y gráficos con el fin de provocar una reacción en el lector que ponga en entre dicho los discursos oficiales”[64].

La historia de la imagen ha sido otra línea fecunda de estudio, de ésta, resalto en primer lugar, el trabajo de Carlo Ginzburg acerca del poder de la imagen como referencia de nuestra memoria y su impacto en nuestra vida, da un ejemplo de esto por medio del análisis de la vida y la obra 1984 de George Orwell, revela el efecto que la imagen de Kitchener tuvo en Orwell desde su infancia[65]. El cartel en las diversas versiones que estudia Ginzburg es un afiche publicitario de reclutamiento, que muestra a Lord Kitchener, importante militar y político británico, durante la primera guerra mundial, apuntando al frente con su dedo sobresaliente y la mirada fija. Esta fue la imagen del patriotismo y la fuerza militar, su exitoso poder de convocatoria y el convencimiento inmediato que tuvo sobre las masas, así como su uso publicitario para la guerra y el poder que tiene la imagen de sobrevivir a través de su reelaboración[66], son algunos de los temas que destacan en el texto. Ginzburg muestra como por ejemplo el poster de Kitchener se convirtió, con el tiempo, en el famoso cartel de Tío Sam, con el subtítulo “I WANT YOU”, o en Rusia con el rostro de Trotsky, entre otras adaptaciones que se le han hecho. Su escritura entretenida se centra en la imagen de Lord Kitchener, para desnudar no solo su historia y contexto, sino las referencias que hace dicho poster, incluso a imágenes griegas clásicas, la figura ha cobrado gran importancia en la cultura de los iconos modernos, debido a sus amplias reelaboraciones y referencias precisas que lo hacen un mensaje contundente.

De otro lado, José León Helguera en sus Notas sobre un siglo de caricatura política en Colombia 1830 – 1930 recuenta la historia de la caricatura desde sus apariciones en la prensa organizada u oficial, teniendo en cuenta los cambios de orden estético y estructural que ha tenido la caricatura durante determinados contextos o momentos. Menciona los autores principales de caricatura[67]. Por esta misma línea podemos ubicar los trabajos de Beatriz González en La caricatura a fines del siglo XIX, allí habla no solo de los procesos de grabado y construcción de una industria para la caricatura y la prensa, además reseña algunos de los dibujantes principales de la época y afirma que “A finales del siglo (XIX) se consideró abiertamente el singular arte de la caricatura como un arma política… muchos periódicos nacían solo para denunciar los posibles fraudes eleccionarios, su vida dependía de ello”[68]. También de carácter histórico es su estudio sobre el comienzo y el desarrollo de la caricatura en el país[69] En el estudio de la caricatura como ámbito político, se encuentran los trabajos de Germán Colmenares[70], el de Darío Acevedo sobre los caudillos y la política colombiana en la caricatura política[71] ; en ambos se analiza la función política y social de la caricatura y su difusión como arma en el debate político en los diferentes momentos tratados. Sin duda, otro trabajo sobresaliente es el de César Ayala, en el que analiza de manera detallada las estrategias discursivas de la caricatura de El Tiempo, para representar cualquier oposición al sistema del FN, como una amenaza inminente al orden democrático y al estado ideal de cosas que fue alcanzado por el frente civil entre 1958 y 1974[72].

Desde la política se han hecho diversos trabajos con la caricatura, pero en su mayoría, tratan sobre su rol como generadora de confrontación, ya sea en la defensa o el ataque de determinado grupo, en general se le ve como un arma de debate. En ese aspecto sobresale uno de sus métodos para generar polémica y reacciones fuertes en el otro, la sátira política. Entre estos podemos resaltar el trabajo de grado titulado, Reír es perjudicial para los negocios: Prensa satírica en Medellín: El Bateo entre 1926-1939 [73] , monografía para optar al título de historiadora, en la que se resalta la utilidad de la caricatura como fuente para enseñar el contexto político y social, y como producto cultural de un momento agitado por los cambios y las resistencias conservadoras, dado que refleja la influencia recíproca en la relación sociedad - medios de comunicación. Muestra la prensa como un organismo dinámico y hace referencia a la evolución de la sátira en la prensa colombiana. Si bien Jiménez sitúa su trabajo en el campo de la historia cultural, el texto se desarrolla como una historia de la producción cultural, a pesar de que la autora trata superficialmente la descripción de la producción industrial, que daba como resultado el diario El Bateo.

El trabajo de Luis Fernando Pérez, que también utiliza como fuente el mismo periódico, presenta y describe la caricatura señalando las informaciones particulares que arroja sobre el período tratado, reflejado en los principales acontecimientos políticos y económicos. En su texto Pérez aduce, al igual que los demás autores, que la caricatura política ha acompañado todas épocas de la vida republicana como herramienta de ataque político[74], lo cual es inherente a su categoría de caricatura política. En plena hegemonía conservadora (1886-1930), El Bateo atacó principalmente a los entonces dirigentes del partido conservador, a los miembros de la asamblea departamental de Antioquia y a la Iglesia católica como institución politizada. Respecto a esto podemos afirmar que aunque el periódico tuvo vida durante gobiernos conservadores o liberales, dice el autor que su ideología se puede ubicar más fácilmente en la corriente política liberal. En su contenido podemos encontrar una breve historia del diario, de su fundación, de sus administradores y de los artistas que contribuyeron con él directa o indirectamente[75], en las diferentes etapas de su rol social. El autor distingue algunos períodos como su creación, que va hasta 1920 y la llegada de la modernidad al diario, que comienza de ese año en adelante. Al igual que todas las disputas en el terreno de la prensa editorial, El Bateo mantenía un diálogo con La Defensa (diario eminentemente conservador), que sería su contra parte ,.

Un trabajo con perspectiva comparativa entre dos diarios es el del comunicador argentino Lautaro Cossia, quien por medio de un trabajo comparativo fundamentado en la teoría de la comunicación, se propone analizar la relación entre lo político y lo periodístico en la prensa gráfica a finales del siglo XIX en la ciudad de Rosario, Argentina, tomando como fuente dos diarios de prensa satírica gráfica: Cabrionera y Caramelo, en las elecciones de 1890; militante políticamente la una y la otra generalista y comercial, así la manera en que cada uno despliega diferentes estrategias de intervención política[76]. Para Cossia, la mediación política es la encargada de definir las tácticas de articulación estratégica entre las prácticas políticas y los medios de comunicación existentes[77].

Sobre el uso de la caricatura, al igual que los demás autores, dice “como lenguaje no puede ser vista como mera ilustración del período, sino como la puesta en escena de recursos y dispositivos que participan en la disputa política”[78], son armas de combate simbólico, de ataque, pero como todo lenguaje no es solo un instrumento, sino un tejido que cualifica histórica y culturalmente la experiencia del sujeto[79].

Al vigilar el desempeño de las caricaturas durante la coyuntura específica de las elecciones, Cossia no buscaba dar cuenta del mensaje original de la caricatura, sino abrir hipótesis sobre las estrategias seguidas por la prensa partidista frente a los comicios para atraer electores y hacer frente a sus contendientes. Esté define el gráfico como una interacción comunicativa que pone en juego el conocimiento del contexto que se quiere analizar. Finalmente, Cossia concluye que las sátiras conjugan elementos visuales simbólicos con sus diferentes usos y funciones en la configuración de una trama histórica, permitiendo ver y analizar los imaginarios políticos o culturales que fueron preponderantes en un momento dado. En línea con este trabajo podemos encontrar otros estudios que a través de la confrontación de la caricatura política de dos diarios de ideología opuesta, reconstruyen las intenciones discursivas de estos y buscan influir o dirigir la opinión pública a favor de sus intereses o en contra de sus rivales[80].

[...]


[1] Mijail Bajtin. La cultura popular en la edad media y el renacimiento: el contexto de François Rabelais, Madrid: Alianza editorial, 1995.

[2] Bajtin. La cultura popular en la edad media y el renacimiento.

[3] Las diferentes manifestaciones de la cultura cómica popular de acuerdo con Mijail Bajtin “pueden subdividirse en tres grandes categorías: 1) Formas y rituales del espectáculo (festejos carnavalescos, obras cómicas representadas en las plazas públicas, etc.); 2) Obras cómicas verbales (incluso las parodias) de diversa naturaleza: orales y escritas, en latín o en lengua vulgar; 3) Diversas formas y tipos del vocabulario familiar y grosero (insultos, juramentos, lemas populares, etc.). Estas tres categorías, que reflejan en su heterogeneidad un mismo aspecto cómico del mundo, están estrechamente interrelacionadas y se combinan entre sí.” Bajtin. La cultura popular en la edad media y el renacimiento. 7.

[4] Ante la posible ambigüedad de este concepto, consideramos la opinión pública como la percepción que tiene un grupo humano organizado acerca de determinados hechos o aspectos de su “realidad social” compartida, esta percepción puede ser inducida o modificada por los medios de comunicación.

[5] Franz Flórez. “¿Un paso hacia la modernidad? Caricaturas del poder y el poder de la caricatura”. Historia: cuatro ensayos sobre historia social y política de Colombia en el siglo XX. Ed. Hernán Torrejano. (Bogotá: Fundación Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, 2007), 101

[6] Beatriz González Aranda. La caricatura en Colombia a partir de la independencia.

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/exhibiciones/la-caricatura-en-colombia/texto01.html. (20 de Junio del 2013)

[7] Las caricaturas que estos realizaban eran retratos deformados de la persona, la cual por lo general pagaba el trabajo, sin embargo eran de un sentido de humor privado, pues no se publicaban y no se utilizaba con carácter malicioso.

[8] González. La caricatura en Colombia a partir de la independencia.

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/exhibiciones/la-caricatura-en-colombia/texto01.html. (20 de Junio del 2013)

[9] Beatriz González Aranda. “La caricatura política en Colombia”. Credencial Historia, Nº10 . Bogotá. (1990). http://www.banrepcultural.org/node/32881 (13 de Julio del 2013)

[10] Francia Martínez-Valencia. “La caricatura editorial colombiana una perspectiva semántica y pragmática” Revista de filología y lingüística de la universidad de Costa Rica, Vol:37, Nº 1. (Costa Rica: Universidad de Costa Rica, 2011) 225

[11] Ana María Cano Posada. “La prensa en Medellín”. Historia de Medellín II. Jorge Orlando Melo (Ed.). (Bogotá: Compañía Suramericana de Seguros. 1996) 741

[12] Beatriz Gonzales. “La caricatura a fines del siglo XIX”. Gaceta cultural (Santafé de Bogotá), Nº32-33, Abril. (Bogotá: Editorial Presencia Ltda.1996) 111

[13] Beatriz Gonzales. “La caricatura a fines”. 110-112

[14] José León Helguera. “Notas sobre un siglo de caricatura política en Colombia 1830-1930”. Anuario colombiano de historia social y de la cultura, Nº 16-17. (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. 1988-1989) 135

[15] Gonzales. “La caricatura a fines”. 112

[16] Helguera. “Notas sobre un siglo de caricatura”. 135

[17] Cano Posada. “La prensa en Medellín”. 741

[18] Beatriz Gonzales. “Tercera dimensión de la historia.
La caricatura política en Colombia. 160 años, crítica y humor: otra manera de juzgar los hechos”. Credencial, Nº 10. (Bogotá: Biblioteca virtual del banco de la republica, 1990). http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/octubre1990/octubre1.htm. 17 de junio 2013 .

[19] Helguera. “Notas sobre un siglo de caricatura”. 135

[20] Fidel Cano. “La Ley de los caballos”. El Espectador, Nº 71, Julio 4 de 1888. Consultado el 17 de junio de 2013 a las 5:00 pm en: http://biblioteca-virtual-antioquia.udea.edu.co/pdf/15/journal-lc-fc.pdf

[21] José María Gómez Castro, hermano de Laureano Gómez, quien a pesar de ser conservador ataco al gobierno hegemónico de su partido, y solo durante el final de su vida se ocupo de los liberales en el gobierno, muchos de sus trabajos se encuentran dispersos pues uso muchos seudónimos y anónimos, falleció en 1936

[22] Ricardo Rendón, Antioqueño creador de un estilo simple y sencillo pero reconocible a primera vista como su firma, se suicido en 1931.

[23] Decreto Presidencial, “Hace 50 años”, en: El Tiempo, (3 de marzo, 1954), 2 - 8

[24] Pierre Bourdieu. Cosas dichas. (Barcelona: Gedisa, 1988), 96.

[25] En especial los periódicos y revistas ligados a las facciones políticas que conformaron dicho pacto.

[26] La cual hizo su aparición en el virreinato de la Nueva Granada desde la segunda mitad del siglo XVIII. Tal es el caso del semanario correo curioso que surge como un espacio de expresión para cualquiera que deseara enviar sus escritos, sin salirse de palabras civilizadas. Aunque su difusión dependía en cierta manera del alcance económico de cada individuo para comprarlo, sus principales suscriptores eran los funcionarios públicos militares y clérigos, pero con ese dinero ni siquiera se alcanzaban a cubrir los gastos del semanario. María Cristina Betancur. Curiosidades eruditas del Correo. Tesis de grado para el título de historiadora. (Medellín: Universidad de Antioquia. 2002).

[27] Manuel del Socorro Rodríguez. Papel periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá. (Santafé de Bogotá: Imprenta de Don Antonio Espinoza de los Monteros. 1969)

[28] Un ejemplo de estos es Antonio Nariño.

[29] Centralistas y Federalistas, seguidores de Bolívar y Santander respectivamente.

[30] Luís Ociel Castaño Zuluaga. La prensa y el periodismo en Colombia hasta 1888. Una visión liberal y romántica de la comunicación. ( Medellín: Academia Antioqueña de Historia, 2002).

[31] Margarita, Garrido. (curadora) “1810 – 1814: Prensa y Pasquines, libertad de expresión.” http://www.banrepcultural.org/palabras-que-nos-cambiaron/texto004.html (consultada el 13 de junio del 2014)

[32] El periodista del siglo XIX en general no es tal como el que conocemos hoy, este término que parece mal utilizado en el texto de Castaño “La prensa y el periodismo en Colombia hasta 1888 ” se refiere al ocioso escritor ideólogo y no al profesional que busca neutralidad o imparcialidad al informar

[33] Érik Neveu. ¿Una sociedad de comunicación? (Santiago de Chile: LOM, 2006)

[34] En este artículo el autor presenta una postura crítica en la que supone que es posible descubrir la ideología de un escritor mediante un análisis de la semántica de su discurso encausado a un análisis ideológico, el cual es un tipo específico de análisis sociopolítico que relaciona las estructuras del discurso con las estructuras sociales. Teun Van Dijk,. “Análisis del discurso ideológico”. Traducción Ramón Alvarado Versión, Nº 6, octubre. (Xochimilco: UAMX. 1996). 15 - 43

[35] Jurgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa I. (Madrid: Taurus, 1999)

[36] Benedict Anderson. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. (México: Fondo de Cultura Económica, 1993).

[37] Eric J. Hobsbawm. Naciones y nacionalismos desde 1780. ( Madrid: Editorial Crítica, 1992).

[38] Todd Gitlin. The Whole World is Watching: Mass Media in the Making and Unmaking of the Left. (California: University of California Press, Ltd. 1980).

[39] Érik Neveu,. Sociología de los movimientos sociales. (Barcelona: Editorial Hacer. 2002); McCombs, Maxwell. Estableciendo la agenda: el impacto de los medios en la opinión pública y en el conocimiento. (Barcelona: Paidós. 2006)

[40] A pesar de que la temática se desarrolla en el contexto de una sociedad posindustrial, donde las redes sociales, y el internet son los medios privilegiados de comunicación en las reflexiones el autor aduce que las formas de poder no han cambiado con las nuevas formas de comunicación pero si el terreno en el que actúan, de lo local se pasó a lo internacional. Manuel Castells. Comunicación y poder. (Madrid: Alianza editorial, 2009)

[41] Castells. Comunicación y poder. 63.

[42] Diana Carolyn Cifuentes. “El papel de la ciudadanía en la democracia deliberativa y su relación con la opinión pública”. Revista de estudios sociales (Bogotá), Nº 10, Octubre. (Bogotá: Corcas, 2001). 83 - 91

[43] Juergen Habermas. Facticidad y validez: sobre el derecho y el Estado democrático, de derecho en términos de teorías del discurso. (Madrid: Trotta, 1998).

[44] Cifuentes. “El papel de la ciudadanía en la democracia deliberativa”. 83

[45] Ignacio Ramírez. “La opinión pública”. La gaceta del fondo de cultura económica, Nº 47, Abril, (México: Fondo de cultura económica, 2010) 27-31

[46] Cifuentes. “El papel de la ciudadanía en la democracia”. 85

[47] Carlos Charry. “Entre el publico y el movimiento, entre la acción colectiva y la opinión pública, reflexiones en torno al movimiento gaitanista” ”. Revista de estudios sociales, Nº 41, diciembre. ( Bogotá: panamericana formas e impresos S.A. 2011). 56 -71

[48] Gabriel Tarde. La opinión y la multitud. (Madrid: Taurus. 1986)

[49] El autor realiza una reseña de la vida de cada diario.

[50] Carlo Ginzburg . “´Tu país te necesita`”: un estudio de caso sobre la iconografía política”. Prohistoria. Año VII, Nº 7, (2003). 11-36.

[51] Raphael Samuel. Tears of memory, Past and Present in Contemporary Culture, Tomo I, (Londres, 1994), 17. Citado por: Carlo Ginzburg. “´Tu país te necesita`”: un estudio de caso sobre la iconografía política”. Prohistoria. Ano VII, Nº 7, (2003) 12

[52] Juanita Villaveces y Paul Rodríguez. “Caricatura: reflejo irónico de la realidad económica”. Universidad, Ciencia y desarrollo, Nº 10. (Rosario: Universidad del Rosario)1- 8

[53] Samuel Prieto y Zuany Paba. “El uso de los cuentos y caricaturas para la enseñanza de ideas dinámico sistémicas en el ámbito infantil y empresarial”. Revista praxis educativa, Nº 1. (Santa Marta: Editorial universidad de magdalena, 2008)

[54] Maria Fernanda Arévalo y Carolina Muñoz. “La construcción de la nación durante el Frente Nacional: representaciones en el diario ‘El Derecho’”. Revista historia de la educación colombiana, Vol. 15, Nº15. (Pasto: Universidad de Nariño, 2012). 89-111

[55] Esto es relevante si tenemos en cuenta que cada administración aunque dio un manejo similar a los medio dio un tratamiento diverso a temas como la violencia, la economía, reforma agraria, entre otros, que quizá de algún modo estén relacionados o condicionando las diferentes representaciones de nación.

[56] Maria Fernanda Arévalo y Carolina Muñoz. “La construcción de la nación durante el Frente Nacional: representaciones”. 110

[57] Lourdes Molero de Cabeza. "El enfoque semántico-pragmático en el análisis del discurso visión teórica actual". Lingua Americana. Revista de lingüística. (Zulia: Ediciones Astro Data, 2003). 33-49

[58] Las fuentes que usa la autora, son algo más de 20 caricaturas de la revista Semana entre los años 2004 y 2007. Astrid Gómez. “El análisis de la caricatura de Antonio Caballero como elemento pedagógico”. Oikema, Revista de la facultad de Ciencias Humanas y Arte, Nº 1, Vol. 1. (Tolima: Universidad del Tolima. 2011).. 33-49

[59] El texto trabaja la violencia social en el conflicto armado guerrilla, paramilitares durante la época de 1990 en la caricatura editorial. Juan Carlos Pachón. El Conflicto Interno Armado en la Caricatura Editorial, 1991-2009, http://es.scribd.com/doc/48249475/EL-CONFLICTO-INTERNO-ARMADO-COLOMBIANO-EN-LA-CARICATURA-EDITORIAL consultado martes 10 de junio

[60] Gómez. “Análisis semiolinguistico de la caricatura”.18

[61] Para este estudio se usaron como fuente cerda de 125 caricaturas de diversas publicaciones colombianas entre el 2010 y 2011, en las que afirma sobresale la figura de Álvaro Uribe, ligada a palabras como “chuzadas”, “agro ingreso seguro” y “falsos positivos” . Martínez-Valencia, Francia. “La caricatura editorial colombiana una perspectiva semántica y pragmática” Revista de filología y lingüística de la universidad de Costa Rica, Vol37, Nº 1, enero. ( Costa Rica: Universidad de Costa Rica, 2011). 213- 217

[62] Teun Van dijk. Prensa racismo y poder. (México: Universidad Iberoamericana, 1995)

[63] Martínez-Valencia, Francia. “La caricatura editorial colombiana”. 215

[64] Lourdes Molero de Cabeza. "El enfoque semántico-pragmático en el análisis del discurso visión teórica actual". Lingua Americana. Revista de lingüística. (Zulia: Ediciones Astro Data, 2003). 33-49

[65] Ginzburg cita un poema escrito por el Orwell a los 11 años en un diario de la ciudad.

[66] Carlo Ginzburg. “´Tu país te necesita`”: un estudio de caso sobre la iconografía política”. Prohistoria. Año VII, Nº 7, (2003). 11-36.

[67] Helguera. “Notas sobre un siglo de caricatura política” .

[68] Gonzales. “La caricatura a fines del siglo XIX”. 110-112

[69] Gonzales. “Tercera dimensión de la historia.
La caricatura política en Colombia”. En 160 años, crítica y humor: otra manera de juzgar los hechos”. Credencial, Nº 10. Biblioteca virtual del Banco de la República, 1990

[70] German Colmenares. Ricardo Rendón una fuente para la historia de la opinión pública. (Colombia: Fondo cultural cafetero, 1984).

[71] Darío Acevedo Carmona. “Política y caudillos colombianos en la caricatura editorial” Historia y Sociedad Nº 17. (2009). 237-282.

[72] Cesar Ayala . Exclusión, discriminación y abuso del poder en EL TIEMPO del Frente Nacional: una aproximación desde el análisis critico del discurso. ( Bogotá: Universidad Nacional, 2008)

[73] Sonia Jiménez. Reír es perjudicial para los negocios: Prensa satírica en Medellín: El Bateo entre 1926-1939. (Medellín: Universidad de Antioquia. 2010)

[74] A pesar de que el artículo ofrece pocas imágenes para el análisis del lector las describe y cita puntualmente, aunque solo las permite observar al final del artículo. Luis Fernando Pérez . “El bateo: un periódico antioqueño de sátira política, 1907 – 1957”. Historia y sociedad, Nº7. (Medellín: Editorial Lealon, 2000)

[75] Entre estos podemos encontrar a Eladio Vélez, Pablo Emilio Restrepo, Libardo Parra, José Posada Echeverri, Alfredo Vanegas y Pedro Nel entre otros.

[76] Lautaro Cossia. “Sobre usos y funciones de la sátira política gráfica. Rosario (1871 – 1890)”. CHASQUI, Nº 121, marzo. (México: Ciespal, 2013). 10 - 17

[77] El autor menciona como en su momento el uso de la caricatura y su crecimiento represento un cambio tecnológico en la comunicación tradicional y los medios de que esta disponía. La aparición de la prensa gráfica y los cambios que esta opero como por ejemplo el cambio de escala respecto a otras formas de desempeñar el ejercicio, lo cual hace que la lucha política se despliegue a nuevos y diversos mecanismos de producción., con metáforas bélicas que expresan la función que buscan llevar a cabo los gráficos editoriales.

[78] Cossia. “Sobre usos y funciones de la sátira política”. 11

[79] Ludwing Wittgenstein . Observaciones filosóficas. (Madrid: Critica, 2008). Wittgenstein dice que la caricatura establece una función de dialogo, pues lo que busca en efecto producir polémica o buscar una respuesta de otros sectores y grupos políticos.

[80] Helia Bonilla. “El Calavera: la caricatura en tiempos de guerra”. Anales del instituto de investigaciones estéticas, Vol. 23, Nº 79. (México: Universidad nacional autónoma de México, 2001).; Alfonso Cerda Catalan. Contribución a la historia de la sátira política en el Uruguay. (Montevideo: Universidad de la Republica Oriental de Uruguay, 1965).; Andrea Matallana. Humor y política: un estudio comparativo de tres publicaciones de humor político. (Buenos Aires: Editorial universitaria de Buenos Aires, 1999).; Milagros Durán. “la caricatura en la prensa nacional”. Trabajo de licenciatura. Caracas: Universidad central de Venezuela, 1990.; Cerda Catalán, Alfonso. Contribución a la historia de la sátira política en el Uruguay. (Montevideo: Universidad de la Republica Oriental de Uruguay, 1965).

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Details

Titel
El Frente Nacional. Una Caricatura Politica
Untertitel
1958 – 1974
Hochschule
Universidad de Antioquia  (Departamento de Historia)
Autor
Jahr
2014
Seiten
210
Katalognummer
V282720
ISBN (eBook)
9783668103368
ISBN (Buch)
9783668103375
Dateigröße
5569 KB
Sprache
Spanisch
Schlagworte
frente, nacional, caricatura, politica
Arbeit zitieren
Rafael Andrés Mejia (Autor:in), 2014, El Frente Nacional. Una Caricatura Politica, München, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/282720

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