Considero que la democracia, refiriéndome a ella como un sistema político, no requiere ni contempla a la violencia como un vehículo que haga posible su surgimiento. De igual manera,
tampoco la usa el reemplazo o la adopción del modelo político como una nueva forma de gobierno; independientemente de la ubicación del territorio o de su tradición histórica.
A su vez, debido a las bases conceptuales sobre las cuales se edifica el concepto, encuentro ilógico el uso de la violencia en cualquiera de sus formas para el establecimiento de la
democracia o de su desarrollo en cualquier país soberano. He querido utilizar el término “ilógico” para referirme a este punto haciendo alusión a que, en el caso que se llegaran a ejercer
presiones sobre los procesos democráticos mediante el uso de la violencia (directa o indirecta), ésta dejaría de ser una democracia para transformarse en un régimen autoritario o una dictadura.
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