Cultos religiosos de los mayas y aztecas: los sacrificios humanos


Trabajo Escrito, 2005

19 Páginas, Calificación: 1.7


Extracto


Índice

1. Introducción

2. La mitología en la religión azteca
2.1. Los sacrificios humanos entre los aztecas
2.2. Sangre para los dioses

3. El mundo maya y sus sacrificios rituales

4. El viaje de las almas después de la muerte

5. El día de los muertos
5.1. Día de todos los Santos (1 de Noviembre)
5.2. Día de los Muertos (2 de Noviembre)

6. Conclusión final

Biliografía

1. Introducción

El día 7 de noviembre de 1519 el primer barco de los conquistadores españoles abordó por primera vez en la capital azteca de Tenochtitlán, que había sido construida en el año 1325 después de Cristo. Hernán Cortés y su tripulación se quedaron totalmente asombrados del mundo que se les abría ante sus ojos: maravillosas ciudades, templos y palacios. Aquellos palacios hechos de piedra eran los testimonios de una avanzada cultura de más de 3000 años. Dicha cultura se desarrolló de forma totalmente aislada; empezó con los olmecas y siguió desarrollándose con la intervención de los zapotecas, los mayas y los toltecas. El punto más trágico de los acontecimientos fue que los conquistadores, a pesar de la gran admiración que al principio sentían acabarían por destruir la región y la cultura a través de guerras y epidemias.

Pero como todas las culturas, también la precolombina se hundió dejando huellas. Numerosos descubrimientos y testimonios legan sobre el pasado maya y azteca y presentan un monumento conmemorativo para la historia. Dejando bien claro que esas dos culturas tenían una actitud y opinión totalmente diferente a cerca del mundo y del papel de cada ser humano, como existe hoy en día. Solamente esa razón despierta la curiosidad de muchos. Lo desconocido siempre provoca fascinación. Pero lo más difícil es comprender el principal elemento de esas culturas que para nuestras ideas no parece humano: el culto a los muertos que los pueblos mesoamericanos, en especial los mayas y los aztecas seguían. Ya que la muerte en nuestra sociedad es un tabú que se pretende ocultar, es normal que tengamos problemas en aceptar el culto de esas religiones.

Principalmente quiero realizar este trabajo sobre este tema y así caracterizarlo más profundamente.

En la elección de bibliografía encontré diferentes fuentes, cuales quiero emplear; por una parte obras que nos hablan sobre la existencia del culto a los muertos y que nos comunican que ese culto es elemento de aquella cultura. Por otra parte los críticos que ponen este tema muy en duda. Intentaré dar una vista general detallada de las dos partes.

2. La mitología en la religión azteca

Para aproximarse al tema del culto a los muertos, tendríamos que familiarizarnos primero con la mitología de la religión azteca.

Ellos se imaginaban que existía un hermafrodita en el decimotercero cielo, llamado Ometeotl el creador. Este tenía cuatro descendientes: primero el rojo, después el Tezcatlipoca negro, le seguía Quetzalcoátl (también conocido como la serpiente emplumada) de tercero y Huitzilopchtli, el dios de la tribu azteca, como último. Sus deberes eran la creación de la real vida material.

En la historia de la tribu el principal papel es representado por el Tezcatlipoca negro y Quetzalcoátl. Los dos son enemigos y amigos por turno. Juntos crearon el cielo y la tierra. Según el mito de la creación los dos hermanos destruyen al monstruo grande de la tierra, llamado Tlatlecuhtli (señor de la tierra). Eso lo consiguen transformándose en serpientes gigantes. A lo cual la parte superior del monstruo se convierte en un elemento de la tierra, mientras que la parte inferior que había sido lanzada en dirección al cielo, se convierte en las partes del cielo que lo componen. Por la muerte de los otros dioses se genera una indignación inmensa. Para tranquilizar y consolar a la tierra maltratada, los otros dioses disponen que su cuerpo sea el origen de todas las plantas que son necesarias para el hombre y su supervivencia. Del cuerpo de Tlatlecuhtlis brotan desde entonces hierbas, árboles, agua, etc., todo lo esencial para la supervivencia humana. Según el mito todavía hoy se escucha gritar a la diosa de la tierra por la noche. Chillando reclama sangre y sacrificios humanos, ya que son la única manera de apaciguarla, y que en el futuro deje crecer los frutos y las plantas para las personas.

Quetzalcoátl también participó de manera decisiva en la creación del hombre, en la cual roba el famoso hueso de piedra preciosa del reino de los muertos (Mictlan). El reino de los muertos en parte está compuesto por partes femeninas y en parte por partes masculinas. Del polvo del hueso robado las personas fueron resucitadas a la vida por medio de la sangre divina.

A causa del mito de la creación las personas se encuentran en deuda de sangre con los dioses. También la creación del Sol y la Luna fue llevada a cabo mediante el sacrificio de los dioses. Quetzalcoátl y Tezcatlipocal subieron al cielo y allí quedaron paralizados como cuerpos celestes, porque ellos como Sol y Luna sólo podían ponerse en movimiento por medio de la sangre de los otros dioses. Tan pronto éstos entregasen su corazón, los hermanos comenzaban su curso. Desde entonces las personas lo veían como su deber de ofrecer sangre a los dioses para mantener la dinámica de los cuerpos celestes

2.1. Los sacrificios humanos entre los aztecas

Un sacrificio en general es definido como una “ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación” (DRAE). El origen del sacrificio azteca se cree haber encontrado en el posclásico de Méjico Central. Estos sacrificios humanos sagrados servían para calmar a diversos dioses. La sangre era el alimento más distinguido de los dioses, por eso a menudo se celebraron desangramientos, en los cuales se les quitaba preferentemente sangre a los sacerdotes de las orejas, la lengua o la pantorrilla. Pero también se esperaba que personas de todas las clases sociales dieran su sangre como parte de un sacrificio propio. Con ello aun no se cumplían las exigencias de los dioses: con frecuencia se les ofrecían sacrificios de corazones y victimas de luchas o quemadas en la hoguera, incluso el degüello y el maltrato de personas fue legado a la posteridad.

Como victimas servían esclavos, esclavas y un número considerable de prisioneros, que fueron capturados en las guerras floridas. Con guerras floridas se definen las guerras que no servían para ganar territorios, sino para no perder la práctica de estar en guerra. De estas guerras surgían los prisioneros que eran el alimento para los dioses. Entre los esclavos había personas, incluso niños, que habían sido condenadas por robos u otros delitos. Pero también existían voluntarios para dejarse sacrificar.

Con un complicado sistema de cifras místico se determinaban días buenos y malos, los cuales eran la base para los actos religiosos. Los sacrificados tenían la función de intermediarios entre los terrestres y los dioses. A ellos les esperaban el alojamiento en el paraíso del dios del Sol.

Como contrapartida por su creación los dioses exigían lo más valioso que un ser humano podía dar, su sangre. Muchas veces también se habla de dioses del rayo, viento y agua, así como de dioses que eran considerados equivalentes a ciertos astros o fenómenos naturales. Según las ideas del antiguo Méjico, el mundo fue creado cinco veces, ya que fue destruido cuatro veces. Primero por jaguares, después por vientos y brasas de fuego y finalmente por el agua. Entre todos los pueblos de América Central existe una conformidad acerca de este tema. Actualmente las personas viven en el quinto mundo que un día desaparecerá por un terremoto (véase Anders 1963, página 68). Pero para evitar una nueva destrucción hay que ser amable y bondadoso con los dioses caprichosos y apartar su ira. Si podemos creer en la crónica maya Popol Vuh, ya fue destruido un pueblo porque no alababa suficientemente a sus dioses. Esto tenía que ser impedido y así ofrecieron sacrificios de todo tipo. No sólo sucedía en los templos, sino también en sitios sagrados como grutas y altares en la montaña.

2.2. Sangre para los dioses

La más nombrada realización de los sacrificios humanos es la ofrenda del corazón. Este es un culto característico de los pueblos mesoaméricanos, sobretodo entre los mayas y los aztecas. En general los sacrificados eran tumbados sobre el altar que se encontraba en un sitio sagrado. Estos sitios habitualmente se estaban situados frente a la entrada del templo. Varios sacerdotes agarraban al sacrificado de brazos y piernas mientras otro lo estrangulaba con el fin de anestesiarlo. Todavía estando vivo, el sacerdote principal le arrancaba el corazón (fruto de águila) del cuerpo con un puñal de pedernal y lo colocaba en una fuente de sacrificio. Aún latiendo, el corazón era ofrecido a los dioses. El pedernal tiene carácter sagrado porque está relacionado con los dioses de la lluvia (véase Anders 1963, página 60).

Algunas voces se alzan críticas contra veracidad estos hechos. Hassler discute la existencia de estos rituales y se opone contra lo que se enseña en las escuelas. Hassler entre otras dudas, plantea si es posible extraer el corazón de una víctima viva, que seguramente opondrá resistencia debido al dolor, con la única ayuda de un instrumento tan primitivo como un puñal de pedernal.

[...]

Final del extracto de 19 páginas

Detalles

Título
Cultos religiosos de los mayas y aztecas: los sacrificios humanos
Universidad
Saarland University
Calificación
1.7
Autor
Año
2005
Páginas
19
No. de catálogo
V41083
ISBN (Ebook)
9783638394307
Tamaño de fichero
486 KB
Idioma
Español
Palabras clave
Cultos
Citar trabajo
Sarah Paiva Pato (Autor), 2005, Cultos religiosos de los mayas y aztecas: los sacrificios humanos, Múnich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/41083

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