Augusto Monterroso y la nueva fábula. Diferencias y semejanzas entre "La oveja negra y demás fábulas" y la fábula clásica


Trabajo Escrito, 2015

15 Páginas, Calificación: 3,0


Extracto


Índice

1. Introducción

2. Contextualización

3. Diferencias y semejanzas entre la fábula clásica y la monterrosiana

4. Comparación entre La vaca, la cabra, la oveja y el león (Fedro) y La parte del León (Monterroso)

5. Conclusión

6. Bibliografía

1. Introducción

Qué es un género literario y cuáles son las propiedades peculiares del género de la fábula, debería ser el conocimiento presupuesto para acercarse a la pregunta planteada en este trabajo. Como nota Sandoval Godínez1 en su ensayo, hay dos fuentes distintas que intentan categorizar lo que es un género: excluyendo respectivamente el abierto o incluyéndolo. Para un género tan variopinto y variable como la fábula predomina la opinión de que una definición cerrada sería absolutamente vana, incluso para la fábula antigua. Por lo tanto, es evidente que no hay ninguna definición que encaje para la antigua y la nueva fábula, término acuñado por Cleveland2 y que será explicado en este trabajo. No obstante, siempre ha habido obras transgenéricas que parecen rebatir todos los esfuerzos de establecer una categoría como género. Hay que darse cuenta de que, según Sandoval Godínez, la ocurrencia de un género en pureza absoluta solo existiría en la teoría literaria y de que la permeabilidad genérica es innegable. Además, es básico recordar que un género jamás es un molde rígido, sino algo variable que cambia con cada nuevo ejemplo (Sandoval Godínez, 2006: 56) y que «no hay duda de que los cambios que ha experimentado el género [de la fábula] merecen atención» (Cleveland, 2003: 163). Exponer en qué consiste este cambio referente a la fábula antigua y la moderna de Monterroso es la cuestión principal de este trabajo.

La fábula por sí misma forma un género clásico y antiguo que ha vivido tantas ascensiones como caídas en su larga historia, que comprende aproximadamente 4.500 años. Aunque en general los géneros breves son menos propensos a cambios, todavía hay lugar para transformaciones en este género (Sandoval Godínez, 2006: 58). En el segundo apartado de este trabajo serán examinadas brevemente las propiedades peculiares; para una síntesis más profunda serían recomendables las obras de Gudiño Kiefer3 o de Iriarte,4 entre otras.

Para acercarse a la pregunta planteada en este trabajo, primero retrataré el contexto temporal de Monterroso y presentaré los rasgos de su época. Después, dedicaré un capítulo a las diferencias entre los dos tipos de fábulas en general, a lo que seguirá una comparación entre dos fábulas en concreto, para mostrar lo presentado mediante un ejemplo, y acabaré el trabajo con una conclusión.

2. Contextualización

Para ofrecer una breve visión conjunta, en este apartado expondré la fuente de Monterroso y el marco en que él se movió en su tiempo, de ahí que comience con una nota biográfica sobre el autor guatemalteco.

Augusto Monterroso Bonilla, que vivió de 1921 a 2003, nació en Tegucigalpa en Guatemala, aunque pasó la mayor parte de su vida en otros países latinoamericanos como México, Chile y Bolivia. En su juventud se adueñó de una manera autodidacta de un conocimiento literario, pero después de su infancia en Guatemala tuvo que escapar a México por estar trabajando contra el régimen del dictador guatemalteco Jorge Ubico. Durante su exilio, Monterroso desarrolló una gran actividad política y literaria que desembocó en libros conocidos en el mundo entero, como Obras completas (y otros cuentos) (1959), La oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento perpetuo (1972) y muchos otros cuentos, artículos, etcétera, por los que Monterroso recibió diversos premios, especialmente a lo largo de sus últimos años de vida, como por ejemplo el Príncipe de Asturias de las Letras del año 2000.

Para acercarse a las peculiaridades de la fábula monterrosiana es imprescindible realizar un bosquejo del desarrollo de este género. Aunque el mismo es bastante infrecuente en comparación con otros como la novela, siempre ha estado vigente en la historia, pues como antes apuntábamos tiene alrededor de 4.500 años. Las fábulas más conocidas fueron escritas en la época imperial de la antigüedad por autores como Esopo, Fedro o Babrio, cuyas obras conforman lo que en este trabajo será denominada como «la fábula clásica». En ella, por ejemplo, destaca la moraleja explícita, que muy frecuentemente es introducida por la frase Ho logos deloi, que se traduce habitualmente por «la fábula enseña» y deja clara la finalidad de todas las fábulas antiguas de ofrecer una moraleja (Cleveland, 2003: 161). A continuación hubo cambios estructurales y temáticos en todo el desarrollo de la fábula, especialmente en el siglo xx, cuando surgió este viejo género de nuevo. Este renovado género literario se caracteriza por una crítica social con ímpetu y sirve para desvelar los numerosos vicios de la especie humana, fenómeno de la nueva fábula (Cleveland, 2003: 162). En particular, desde los años cincuenta hasta comienzos de los setenta surgió una ola de obras de este nuevo tipo de fábula. La peculiaridad de esta nueva fuente se manifiesta en un refrito de los rasgos antiguos, que saca a la luz novedosos «temas, personajes, lenguaje y recursos retóricos» (Cleveland, 2003: 162) o se distingue por «algo nuevo […] tanto en el carácter como […] en el carácter formal-estructural».5 Además, debe ser mencionado el hecho de que casualmente la nueva fábula coincide con los comienzos de la postmodernidad y también el que las dos corrientes comparten ciertos aspectos. En este trabajo haré referencias más adelante a los rasgos coincidentes con los de la postmodernidad.

En el contexto temporal que acabo de presentar publicó Augusto Monterroso su compilación de fábulas La oveja negra y demás fábulas en el año 1969 como pertenecientes a tal fuente literaria. Como observa Miralles Maldonado en su artículo,6 Augusto Monterroso se dedicó a crear un «género» nuevo, que se diferencia del género de la fábula clásica de Esopo o Fedro, entre otros. Pero ya que todas las obras literarias imitan en algo a las anteriores, cabe decir que Monterroso opta por la búsqueda del «equilibrio entre tradición y originalidad» (Miralles Maldonado, 2003: 250) con sus fábulas. Además, el escritor guatemalteco sitúa el antiguo género en el mundo moderno, en donde tiene que transformar y cambiar la fábula adaptándola a un molde contemporáneo. En este aspecto, La oveja negra y demás fábulas forma un objeto de estudio adecuado para examinar la percepción de la fábula clásica grecolatina y las propiedades novedosas en la obra del famoso escritor guatemalteco.

3. Diferencias y semejanzas entre la fábula clásica y la monterrosiana

Ya que la obra del autor guatemalteco ha sido frecuentemente examinada, hay opiniones distintas sobre la relación entre la fábula clásica y la monterrosiana. Por ejemplo, Ogno habló de una «subversión en su sentido más amplio» y de «la parodia y […] cuestionamiento» de la fábula antigua en La oveja negra. Otro juicio es que Monterroso quería evitar cualquier clase de estereotipos, como por ejemplo una moraleja demasiado clara (Miralles Maldonado, 2003: 258). A continuación trataré de mostrar de qué manera la obra de Monterroso cumple con estas valoraciones.

Los motivos tratados en las fábulas monterrosianas son a menudo muy semejantes a los de los clásicos. Por ejemplo, trata la fábula 3 de La oveja negra y demás fábulas de La Mosca que soñaba que era un Águila y emplea el antiguo motivo del descontento con su propia suerte. Miralles Maldonado subraya el valor de tal motivo para los escritores satíricos tanto en el caso de Monterroso como en el del fabulista romano Horacio. Este ejemplo muestra que la imitación siempre ha sido de importancia. Aquí encaja la comparación del mismo Monterroso con la mosca. Ambos se encuentran en el dilema entre imitar a su modelo, que serían las fábulas romanas para el escritor y el águila para la mosca, y liberarse de sus influencias para cumplir sus propias imaginaciones (Miralles Maldonado, 2003: 253).

Otra fábula que emplea el motivo de la autenticidad contra la afectación es la 19 de La Rana que quería ser una Rana auténtica. Aquí la rana tenía el anhelo de ser justo ella misma y hacía muchos esfuerzos para conseguirlo. Como no tenía éxito en su empeño preguntó a los demás, que al final se comieron las admiradas piernas de la rana. La conclusión debería ser que cumplir con los demás nunca lleva a la propia autenticidad, especialmente porque la rana era admirada por su sabor semejante al del pollo, que es totalmente lo contrario de lo auténtico. Para comparar esta fábula con una antigua sirve la de la otra rana que hacía enormes esfuerzos para parecerse al buey, pero acaba estallando en mil pedazos, y así acaba casi igual que la rana en busca de la autenticidad. En este caso, Monterroso retoma el motivo de la rana descontenta, pero el desarrollo de la historia es diferente; aun así, ambas fábulas nos llevan a la misma moraleja: se debe estar contento con uno mismo. Monterroso lleva al lector a una conclusión parecida, pero con un relato diferente que, sin embargo, en general es acuñado por el mismo fondo. Lo que tiene la fábula de Monterroso de novedoso es la opinión de los demás, que no aparece en la fábula antigua. Aquí se percibe la influencia de Schopenhauer, que deja manifiesto del dilema de la vulnerabilidad de los seres humanos por la opinión de los otros en la frase Von dem, was einer vorstellt.7 Schopenhauer destaca que esta opinión siempre es valorada en exceso, que es lo mismo que le ocurrió a la rana, dado que prefirió perder sus piernas a desagradar a los demás. Miralles Maldonado describe la relación entre la fábula clásica y la moderna como tomada «en préstamo de la tradición» (Miralles Maldonado, 2003: 255). Monterroso tomó los motivos descritos de la tradición, pero añadió el aspecto moderno de la opinión de los otros, con lo que hay tantas cosas en común como diferencias entre las dos obras.

Otra semejanza entre los dos fabulistas que estamos comparando se encuentra en la crítica social. Como Fedro, también Monterroso cumple con la regla de la crítica a la sociedad, que es junto con el carácter cómico una propiedad de tal género (Cleveland, 2003: 168). No obstante, esta crítica podría ser moderada, es decir, más indirecta o escondida, de tal forma que la interpretación implica más al lector pues «surge una nueva técnica retórica, que en vez de predicar moral o educar al lector, exige que participe» (Cleveland, 2003: 177). En su artículo, Miralles Maldonado compara tal comportamiento con el de El Mono que quería ser escritor satírico (Miralles Maldonado, 2003: 255). Ambos escritores están convencidos de la necesidad de la crítica a la sociedad, aunque se cuidan de presentar una crítica demasiado obvia para que no ataquen a conocidos o porque temen las consecuencias (Miralles Maldonado, 2003: 255). Este aspecto concernía a la fábula antigua también, puesto que «la tiranía […] obligó a disfrazar la verdad con burlas y huir así de las represalias gubernamentales» (Cleveland, 2003: 168). Respecto a la crítica social, debe añadirse que Monterroso, aunque opina que la literatura no sirve para cambiar nada en la sociedad, cumple con el discurso contra la «gran estupidez humana» (Miralles Maldonado, 2003: 251). Como en el caso de Fedro, para Monterroso la fábula es perfecta para emitir sus críticas contra la sociedad, aunque una gran diferencia entre la fábula vieja y la moderna sería el ofrecimiento de la conclusión frente a la moraleja. Es decir, ambos escritores tienen en común que tienden a evitar el mostrar la conclusión directamente llamando a las cosas tan terribles como son, pues quieren ofrecer la moraleja de una manera más «suave» (Miralles Maldonado, 2003: 255) o banalizada. Así, Monterroso intenta exponer su crítica escondida en el juego narrativo o presentado como elemento satírico o lúdico (Sandoval Godínez, 2006: 66). Otra forma de cumplir la tradición crítica de la fábula es ofrecer una conclusión crítica de una manera menos evidente. Igualmente se puede constatar que tanto la fábula antigua como la fábula moderna se orientan más hacia alrededores inofensivos o infantiles para ocultar la maldad del mundo, lo cual es típico de la fábula satírica, que aparece tanto en el mundo actual como en la antigüedad, si bien hay que diferenciar entre la sátira antigua y la moderna. Una moraleja explícita puede estar conectada con una forma de crítica satírica en el sentido de la fábula clásica. Es decir, la sátira se manifiesta en la tradición con una moraleja clara, mientras la misma no sería tan evidente en la actualidad. Eso no significa que la fábula moderna no comprenda ninguna lección moral, sino que descubrirla es deber del lector (Sandoval Godínez, 2006: 59). Esto tiene que ver con el marco postmodernista de la fábula nueva y ya que no hay ninguna verdad absoluta, el lector necesita encontrar la variante de la verdad por sí mismo (Cleveland, 2003: 164).

Otro aspecto que concierne a la moraleja es la frase Ho logos deloi, es decir, «lo que la fábula muestra». Hay dudas respecto a que este fin, muy frecuente en la antigüedad, manifieste una moraleja, ya que parece que había un error de traducción. La palabra griega deloo tiene, entre otros, el significado de «mostrar, revelar o hacer saber», pero nunca se traduce con la palabra «enseñar», por lo que se ha interpretado como una moraleja, lo que posiblemente solo debía de ser una conclusión lógica (Cleveland, 2003: 169). Otro rasgo postmodernista es el escepticismo, que aparece en las nuevas fábulas a través tanto de «moralejas tergiversadas o antimoralejas» (Cleveland, 2003: 171) como de la sátira y la parodia como recursos retóricos.

Además, otra divergencia se puede encontrar en las diferencias entre la fábula clásica y la monterrosiana respecto a la conexión con otros textos literarios. Las fábulas del autor guatemalteco son conocidas por sus amplias referencias o alusiones a otras obras y autores conocidos. Para ello, Monterroso presume, por lo menos, un conocimiento literario básico del lector para entender todo el desarrollo de sus piezas literarias. Por lo tanto, las alusiones son, como ya hemos explicado antes, otra manera de ofrecer la conclusión de una manera menos obvia. Tal forma de escribir es constatada por el mismo escritor guatemalteco, debido a que dice: «Toda la literatura es alegórica o no es nada. Muchos escritores explican sus simbolismos, sus alusiones, temerosos de que la gente se los pierda. Bueno, si la gente se los pierde, peor para la gente. Creo que no explicar lo que uno quiso decir en un libro es cuestión de decoro» (Miralles Maldonado, 2003: 256). Aun así, las fábulas monterrosianas comprenden una gran obligación ética, pero sin embargo el autor mismo no cree en el poder de la palabra para cambiar nada en la sociedad (Miralles Maldonado, 2003: 258).

Como ha quedado dicho por Aristóteles y Gotthold Ephraim Lessing, es inherente a la fábula la finalidad de dar una conclusión con cierta carga moral y, para Lessing, es a ese principio central al que se debe orientar todo el argumento del apólogo. En el sentido moderno ha sido rebatida la finalidad exclusiva moral, aunque cada fábula tiene alguna finalidad, que solo podría ser la revelación de una verdad, como por ejemplo sobre el comportamiento humano o la sabiduría de la vida mediante un relato (Cleveland, 2003: 167-168). En comparación con la fábula antigua, la nueva requiere un lector u oyente más activo, a quien pertenece la tarea de descubrir su propia moraleja, ya que un rasgo de la variante moderna es la ambigüedad y el fin abierto (Cleveland, 2003: 164, 171). Sin embargo, hay voces que rebaten la pertenencia de la nueva fábula al género de la fábula antigua por este rasgo, que argumentan que un rasgo básico de este género es la intención retórica de mostrar algo. Ya que en la nueva fábula lo que se muestra depende del lector y de su capacidad, la intención fundamental podría ser omitida por el lector, de tal manera que una fábula no sería una fábula de verdad, sino solamente una tergiversación del género (Cleveland, 2003: 171-172).

Una propiedad decisiva de la fábula es la intención retórica, que cambia a lo largo de la historia de este género. Por ejemplo, Aristóteles incluye la fábula como género en la Retórica, porque fue empleada como recurso retórico para persuadir al lector y no como género independiente («mera herramienta»8 ). Otra definición antigua, la única que no insiste en la intención retórica, es la de Babrio, quien solo destaca el entretenimiento de este género, aunque según Sandoval Godínez (2006: 60) así la fábula perdería su carga moral y con eso una gran parte de su identidad. Igualmente, estos juicos (excepto el de Sandoval Godínez) no persisten hasta ahora, dado que ya Lessing opinó en el año 1759 que la fábula comprende una vista crítica y otros autores modernos remiten a las fábulas «explícitas, críticas o cómicas» (Cleveland, 2003: 167). Hay acuerdo entre casi todas las intenciones retóricas presentadas en que la fábula siempre lleva al lector a un mismo fin remontando el mero relato de algunos animales u otros objetos o, como dice Cleveland, «la historia en sí no tiene valor, sino por la doble interpretación que logra trasmitir» (2003: 168). Sin embargo, las fábulas de intención retórica han pasado de tener una finalidad crítico-social o política en la antigüedad a ser, en su mayoría, fábulas moral-didácticas en el neoclasicismo (parte de los siglos xviii y xix) y a la renovación de la conclusión esópica de mostrar verdades sobre la actuación humana junto con temas político-sociales en el siglo xx (Cleveland, 2003: 170). La reaparición de una conclusión en lugar de una moraleja explícita en la actualidad encaja bastante con los rasgos de la postmodernidad. Como las conclusiones abiertas tienen necesidad del pensamiento del lector, concuerdan con la característica postmodernista que apoya la duda, pues no hay verdades absolutas, ya que todo es relativo y no hay ninguna seguridad.9 Una definición actual referente al modo de presentación de la moraleja sería la distinción entre fábula satírica con una conclusión implícita y la fábula didáctica con una moraleja explícita (Sandoval Godínez, 2006: 59) y Monterroso cumple en general con el discurso de la nueva fábula al ofrecer conclusiones más indirectas (Miralles Maldonado, 2003: 250).

Al lado del argumento de la fábula aparece el personaje, que en otros géneros literarios tiene mucho valor, si bien en la fábula hay distintos juicios sobre la importancia de esta categoría, especialmente si el personaje o la trama son sublimes. Sin embargo, en el discurso moderno aparece el personaje, no importa si está encarnado por «animales, plantas, objetos, hombres, personificaciones abstractas o dioses», subordinado a la intención retórica (Cleveland, 2003: 177-178). Además, otra diferencia entre la fábula vieja y la de la actualidad es la compuesta por la profundidad de los personajes. Mientras los personajes en la fábula clásica son en general más monodimensionales, en la nueva fábula tienden a ser más intrincados o complejos, ya que la sociedad contemporánea es más compleja que la antigua. En conexión con el escepticismo del postmodernismo no aparecen más héroes, y algunos no tienen la finalidad de ofrecer una moraleja a no ser que sean vacíos o que asomen exclusivamente dudas (Cleveland, 2003: 178-179).10 Al igual que ocurre con la trama de la fábula, los personajes solo son empleados para ciertas finalidades y no por su valor en sí mismos: «Para Monterroso [y la mayoría de los nuevos fabulistas] […] los animales son personajes que cumplen una función narrativa» (Sandoval Godínez, 2006: 66).

Otro aspecto que merece atención es la finalidad de las fábulas, un tema frecuentemente discutido en la literatura. Sandoval Godínez se refiere a distintas opiniones respecto a eso, que parecen ser excluyentes a primera vista. Así, Spang dice que el principio que forma la base de la fábula sería una posición «crítica, satírica y didáctica» (Sandoval Godínez, 2006: 58-59), aunque García Berrio y Huerta constatan un objeto de pasatiempo «sin finalidad didáctica» (Sandoval Godínez, 2006: 59).

Equivocadamente, como peculiaridad genérica de la fábula se ha mencionado la aparición de animales, pues la finalidad de las fábulas no son los animales en sí mismos, sino que estos son una ventana o, como dijo Todorov, cumplen una «función» (Sandoval Godínez, 2006: 59) para mostrar aforismos o dar lecciones morales. Lo que determina la aparición de ciertos animales solo es la comparación con los distintos comportamientos humanos. Por eso, la aparición de los animales no es ningún rasgo ni para la fábula antigua ni para la moderna, por lo tanto este asunto no diferencia a los dos tipos de fábula (Sandoval Godínez, 2006: 60).

Otro punto importante es la diferenciación entre las fábulas de La oveja negra y demás fábulas. Hay, por ejemplo, algunas que pertenecen claramente a la fábula clásica, como El Sabio que tomó el poder, y otras, como La Cucaracha soñadora, que concuerdan con los rasgos postmodernistas y pertenecen más a categorías como la del chiste o la del enigma (Cleveland, 2003: 172). A continuación analizaré el apólogo La parte del León, que se basa en una fábula antigua.

4. Comparación entre La vaca, la cabra, la oveja y el león (Fedro) y La parte del León (Monterroso)

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Puesto que la obra mencionada de Fedro sirvió como modelo para la versión monterrosiana, una comparación referente a las peculiaridades de cada versión puede ser harto revelador. Para clasificar la relación de las dos fábulas entre la «transformación» y la «imitación», Sandoval Godínez dice que Monterroso da «un paso intermedio para transformar el hipotexto» (Sandoval Godínez, 2006: 62). Además, hay una imitación cuya finalidad no es la imitación en sí misma, sino el discurso para modernizar el género con «estrategias textuales», como por ejemplo la propagación del tema en la primera oración («para gozar») o la ironía sobre el valor simbólico textual de los tres herbívoros («la conocida habilidad cinegética de los cuatro») (Sandoval Godínez, 2006: 62). Como queda dicho por Miralles Maldonado (2003: 257), la obra sigue el patrón clásico de una forma dialéctica, aunque no aparece ningún diálogo en la fábula clásica de Fedro formando el fondo. Tal fábula, en cambio, es mucho más corta e implica tanto un promitio como un epimitio que revelan la intención retórica del apólogo: mostrar la verdad sobre la sociedad y el comportamiento humano. Esto se puede ejecutar mediante el promitio o el epimitio, puesto que son recursos retóricos y forman rasgos propios de la fábula antigua. Ambos aparecen en algunas fábulas modernas también, aunque no tan frecuentemente, pues «en general, los nuevos fabulistas renuncian a los epimitios» (Cleveland, 2003: 172-174). Monterroso usó ambos recursos en algunos casos, pero en el apólogo presentado faltan ambos, el promitio y el epimitio, que aún persistían en la versión antigua.

Volviendo al valor simbólico, llama la atención que Monterroso reproche a Fedro el cometer un error al añadir el aspecto de que a los herbívoros no les gusta la carne. Mediante ese reproche el escritor guatemalteco cambia el valor simbólico otra vez y hace esta contradicción más obvia. Además, con estos cambios entre otros (Sandoval Godínez, 2006: 64-65), Monterroso descarta la conducta de los animales y retrata la función de los tres de servir a la finalidad del apólogo sobresaliendo el primer punto. Como sirven a la función narrativa, no es error de Fedro el retratar la cabra, la oveja y la vaca como carnívoros (Sandoval Godínez, 2006: 66). Eso muestra la ambigüedad postmoderna, porque primero parece que Monterroso reprueba el aparente error de Fedro, aunque de verdad esa falta no existe, ya que los animales solamente sirven a la función narrativa y su comportamiento no vale de verdad. Otro rasgo que diferencia las dos fábulas lo otorga la frase «pero esta vez», que se distancia claramente del hipertexto. Tal distanciamiento también está en vigencia para la postmodernidad (Sandoval Godínez, 2006: 66; Cleveland, 2003: 164, 177).

En el desarrollo de la fábula antigua, las quejas de los herbívoros no son mencionadas, sino que el monólogo del león forma la parte más importante. En él leemos: «Yo cojo la primera parte porque me llamo león; la segunda porque soy valiente me la daréis a mí; además porque tengo más fuerza la tercera me seguirá y será castigado el que toque la cuarta». Así, se da cuenta de una alteración del punto de vista, ya que la versión antigua se concentra más en el poderoso león y, en cambio, la variante moderna más en los débiles herbívoros.

Otro rasgo que distingue los dos apólogos es el volumen. La versión de Monterroso se extiende mucho más que el breve aforismo de Fedro, aunque e autor romano, en general, era conocido por obras más largas. Sin embargo, la nueva fábula normalmente consiste en obras muy breves, algo que se conoce con el término micro-relato y que retrocede a las raíces esópicas. Como es más amplia que su base, la fábula presentada aquí constituye una excepción respecto a la fuente de la nueva fábula en lo que se refiere al volumen (Cleveland, 2003: 174-175). Respecto a los cambios estilísticos, la aparición de la nueva fábula en prosa es muy vistosa y también muestra una vuelta al modelo esópico. Por el contrario, la fábula fedriana aparece en verso.

Una diferencia entre las dos fábulas en la referencia, debido a que la obra monterrosiana se refiere a la de Fedro o, dicho de otra forma, el conocimiento de la base antigua es obligatorio para la comprensión de la fábula. Estas referencias forman parte del marco postmoderno y se dibujan con una «intelectualización del género» (Cleveland, 2003: 177) y un «virtuosismo intertextual» (Cleveland, 2003: 164), que puede manifestarse en formas satíricas (casi siempre parodia, según Miralles Maldonado [2003: 262]) o como un homenaje de la nueva fábula. El apólogo moderno es empleado como una secuela de la versión vieja, dado que los protagonistas ya conocían el final del primer relato y querían cambiarlo. Esto muestra la confabulación «de antemano» de los tres personajes para recibir la parte del león. La fábula del escritor romano es más un aforismo que no comprende ninguna referencia. Esta peculiaridad se puede extender a todas las fábulas monterrosianas, porque el escritor guatemalteco «siempre part[e] de la idea de que todo el mundo ha leído lo miso que [él]» (Miralles Maldonado, 2003: 259). Otra diferencia reside en el cambio de perspectiva, como ha señalado Miralles Maldonado (2003: 257). En la base antigua, el apólogo era contado desde la perspectiva del león, mientras en la versión moderna se anteponen los herbívoros como víctimas.

Además, al apólogo antiguo fueron añadidos por Monterroso otros componentes, como por ejemplo la ironía («la conocida habilidad cinegética de los cuatro»), la mención de otro animal («como enseñaba la hormiga») o la referencia inmediata a la modernidad («contrato social»). La última característica muestra una contradicción con la fábula clásica antigua, porque con estos términos se determina el momento de la fábula, aunque el tiempo indefinido forma parte de las propiedades de la misma, por lo menos de la antigua. Además, se refiere a las bases de la ideología occidental y presenta una crítica implícita hacia los seres humanos y sus sistemas rígidos (Sandoval Godínez, 2006: 67). También por la aparición de estos términos determinados por la modernidad se constata la transformación temática, característica típica de la nueva fábula. Esas transformaciones «guardan cierta relación con los cambios en la sociedad» (Sandoval Godínez, 2006: 60). Ya que ciertos subgéneros de la fábula están determinados por el tema y no por la estructura (fábulas etiológicas), el tema es la herramienta más útil para demostrar los comportamientos negativos de los humanos (Sandoval Godínez, 2006: 60). Consecuentemente, el tema tiene que cambiar a lo largo del tiempo, lo cual constituye una diferencia evidente entre la fábula antigua y la nueva.

Mediante la definición temporal, Monterroso desplaza la moraleja o, mejor dicho, la enseñanza de su fábula, pero sigue criticando el abuso del poder en la conducta humana. Durante dos milenios no se ha cambiado nada en este tema y por ello ambas moralejas son de actualidad, aunque la conclusión moderna se extiende un poco más. Todo ello muestra la referencia a la actualidad, que reprueba los asuntos mencionados con una «fuerte crítica social» (Cleveland, 2003: 162), lo que según esta estudiosa de la obra monterrosiana es típico de la nueva fábula.

Una propiedad de la nueva fábula es el uso de la paradoja o de «modos oblicuos de expresión como la alegoría» (Cleveland, 2003: 164). Esto se puede ver en una ordinación subordinada, que menciona la hormiga y su enseñanza de «guardar algo para los días duros del invierno» (Monterroso, 1969: 22)y que no ocurre en el apólogo de Fedro. Como la hormiga no suele invernar por guardar provisiones, sino porque suele pasar el invierno en estado de letargo, en esta expresión falta coherencia biológica. Y eso sería atípico en la fábula clásica.

Concluyente, Sandoval Godínez retrata la relación entre las dos obras. Así, la relación irónica se manifiesta de una forma satírica, ya que el texto monterrosiano es una revisión del antiguo, porque con la frase «pero esta vez» introducida por Monterroso, el autor guatemalteco contradice el famoso aforismo fedriano de que «el poderoso siempre gana», aunque en ambas fábulas es el león el que gana. Así, el texto ha sido actualizado, porque la frase incardina la trama en el presente. Es innegable que Monterroso llevó a cabo un fenómeno al que podemos denominar la «actualización de un género» (Sandoval Godínez, 2006: 67), cuya finalidad es la traslación al presente.

5. Conclusión

Como sabemos por estudios anteriores, en la segunda mitad del siglo xx surgió una nueva modalidad del antiguo género de la fábula: la nueva fábula. Y aunque esta nueva categoría traía muchas propiedades novedosas, persistieron en ella otros rasgos anteriores. Puesto que la compilación La oveja negra y demás fábulas pertenece a esta fuente literaria, aquí hemos intentado examinar las diferencias y semejanzas entre la fábula monterrosiana y la fábula antigua.

El punto en común más importante es innegable: la intención de crítica social o la revelación de verdades generales sobre la conducta humana, que constituyen uno de los rasgos más importantes de la fábula. Es decir, la carga moral es una peculiaridad insustituible de la fábula. Así, en la versión antigua, la crítica a la sociedad es presentada de una manera moderada, porque los fabulistas evitaban ser demasiado directos. Lo mismo ocurre en el presente, aunque en la fábula actual la moraleja es mucho más implícita o está más escondida. También hay nuevos métodos de presentarla, como por ejemplo, a través de la ambigüedad, lo cual exige la atención del lector para encontrar la moraleja de una manera autodidacta, cosa que no existía en la antigüedad. También se pueden constatar rasgos del postmodernismo en la nueva fábula, como por ejemplo el que carecen de verdades absolutas o héroes. Como la crítica social moderna es más compleja que la antigua, los personajes en general tienden a encarnar valores o actitudes más intrincadas. Además, en las fábulas de actualidad hay muchas referencias a obras precedentes, así que requieren conocimiento literario del lector. Para este fenómeno se ha usado el término «intelectualización» de la fábula.

Además, la comparación de las dos fábulas, a saber, La vaca, la cabra, la oveja y el león de Fedro y La parte del León de Monterroso, muestra algunas evidencias de la modernización del género por Monterroso. Por ejemplo, el escritor guatemalteco ironiza sobre el valor simbólico de los tres herbívoros para destacar su función retórica en el apólogo o añade la aparición de la hormiga para extender la trama. Otro elemento característico de Monterroso es la fijación temporal en la modernidad con su crítica contra la sociedad occidental moderna, aunque la crítica no se presenta de una forma explícita, sino indirectamente y su descubrimiento depende del lector.

Para concluir, solo decir que el género de la fábula se ha enfrentado a importantes cambios y alteraciones, los cuales culminaron con el surgimiento de la nueva fábula, que muestra la variabilidad de este género y se dibuja en discursos de la postmodernidad. Es evidente que el desarrollo de la fábula aún no ha acabado y que en adelante puede cambiar mucho más.

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Miralles Maldonado, José Carlos (2003): «La fábula clásica y Horacio en Augusto Monterroso: “proprie communia dicere”», Cuadernos de Filología Clásica. Estudios latinos, vol. 23, núm. 1 .

Monterroso, Augusto (1993): «La oveja negra y demás fábulas», en Periolibros, 10.

Noguerol Jiménez, Francisca (1996): «Micro-relato y postmodernidad. Textos nuevos para un final de milenio», Revista Interamericana de Bibliografía, núm. 46.

Perry, Ben Edwin (1998): «Fable», en Pack Carnes: Proverbia in Fábula. Essays on the relationship of the proverband the fable, Bern.

Sandoval Godínez, Margarita (2006): «La actualización de un género. La fábula según Augusto Monterroso», Dialogía: revista de lingüística, literatura y cultura, núm. 1.

Schopenhauer, Arthur (1991): Aphorismen zur Lebensweisheit, Stuttgart.

[...]


1 Margarita Sandoval Godínez: «La actualización de un género. La fábula según Augusto Monterroso», Dialogía: revista de lingüística, literatura y cultura, núm. 1 (2006), pp. 55-68.

2 Anne Karine Cleveland: «La oveja negra y demás fábulas de Augusto Monterroso en el contexto de la nueva fábula», en Literatura Mexicana, 14 (2003), pp. 161-207.

3 Eduardo Gudiño Kiefer: Fabulario, Buenos Aires, 1970.

4 Tomás de Iriarte: Fábulas, Madrid, 1980.

5 Ruth Koch: «Erneuerung der Fabel in der zweiten Hälfte des zwanzigsten Jahrhunderts», en Peter Hasubek: Die Fabel. Theorie, Geschichte und Rezeption einer Gattung, Berlín, 1982, pp. 253-271.

6 José Carlos Miralles Maldonado: «La fábula clásica y Horacio en Augusto Monterroso: “proprie communia dicere”», Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 23, 1 (2003), pp. 249-263.

7 Arthur Schopenhauer: Aphorismen zur Lebensweisheit, Stuttgart, 1991, p. 17.

8 Ben Edwin Perry: «Fable», en Pack Carnes: Proverbia in Fábula. Essays on the relationship of the proverband the fable, Bern, 1998, pp. 67-116.

9 Francisca Noguerol Jiménez: «Micro-relato y postmodernidad. Textos nuevos para un final de milenio», Revista Interamericana de Bibliografía, núm. 46 (1996), pp. 49-66.

10 Sobre la sociedad, v. Immanuel Jaén: «El personaje en Esopo y Augusto Monterroso», Paradigma: Revista de investigación educativa, núm. 20 (2014), pp. 77-93.

11 Citado como en Godínez, 2006.

12 Augusto Monterroso: La oveja negra y demás fábulas, en Periolibros, 1993, p. 22.

Final del extracto de 15 páginas

Detalles

Título
Augusto Monterroso y la nueva fábula. Diferencias y semejanzas entre "La oveja negra y demás fábulas" y la fábula clásica
Calificación
3,0
Autor
Año
2015
Páginas
15
No. de catálogo
V539734
ISBN (Ebook)
9783346141651
ISBN (Libro)
9783346141668
Idioma
Español
Palabras clave
augusto, monterroso, diferencias
Citar trabajo
Hendrik Bergers (Autor), 2015, Augusto Monterroso y la nueva fábula. Diferencias y semejanzas entre "La oveja negra y demás fábulas" y la fábula clásica, Múnich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/539734

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