Entre el viejo y el nuevo Aschenbach

Estudio sobre el narcisismo en "Muerte en Venecia"


Trabajo de Seminario, 2009

25 Páginas, Calificación: 2,0


Extracto


“Si quieres alcanzar tu talla real tendrás, creo,
que sufrir y hacer sufrir a otros, de maneras que ahora
te son totalmente desconocidas y contra todos
los valores que conscientemente tienes (…)”

(Carta de W. H. Auden a B. Britten)

Mi trabajo pretende explorar la teoría psicoanalítica en Freud y Lacan, tomando como eje de análisis al narcisismo y al desarrollo de la libido. Posteriormente es mi intención aplicar todo este trabajo previo de investigación en torno al concepto final para atacar posteriormente el tema, en el personaje Gustav von Aschenbach de la ópera de Benjamin Britten y Myfawny Piper, Muerte en Venecia.

Con respecto a la estructura del trabajo, debido a las complicaciones que nos ofrece la obra freudiana en su desarrollo conceptual a lo largo de los años, el trabajo establecerá su análisis según diversos artículos publicados y sus relaciones respectivas. Creo que ofrecer una perspectiva sincrónica de las formulaciones freudianas, o sea, pensar su teoría como algo estático y sin una relación cronológica de descubrimientos e invenciones, peca de excesivo idealismo (como si la teoría estuviera esperando en los confines, a ser objetivada, un proceso teleológico). En el caso de Freud he realizado un análisis del narcisismo y el desarrollo libidinal en torno al desarrollo de las pulsiones en su dualismo, que alcanza su punto más alto en “Más allá del principio del placer”. En Lacan tendríamos una situación distinta ya que sus elaboraciones toman al narcisismo en relación a un proceso de constitución del yo, en tanto reflejo o deseo del deseo de la madre. El narcisismo estará más centrado entonces en las relaciones identificatorias, en ese juego de reflejos que es la constitución del yo. Para ello usaré Escritos I, y los volúmenes de “EL SEMINARIO”, número I, III y X.

Para el apartado de Muerte en Venecia, me valdré además de la bibliografía anterior, de un esquema diseñado, que nos guiará para recorrer mi interpretación personal del narcisismo de Aschenbach. Además usaré toda la teoría expuesta en los dos apartados anteriores, con el fin de dar el peso específico para sostener mi propuesta. Lo que se trata es de enfatizar el problema de la identificación y el reconocimiento en dicho personaje.

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Este esquema muestra como el viejo Aschenbach, a través de una primera impresión en su encuentro con el viejo dandy y el rechazo de la artificialidad, que inicia un mecanismo en el cual le lleva a un deseo de ida y vuelta, una identificación con Tadzio motivada por el miedo a la muerte. Esto hace que se confronte esa nueva imagen de Aschenbach con un sentimiento de cambio, que se materializa en el nuevo Aschenbach. Esta nueva imagen lo lleva a cambiar, cosa que vemos en el encuentro con el peluquero, esa es la antesala de la muerte, pues el énfasis de la negación del deseo en pos de una cobertura en lo simbólico no llega a hacerse efectivo. Lo que provoca una fuerte descompensación que le lleva a la muerte, como en el mito. Pues al apasionarse por alguien (Tadzio) sin darse cuenta de que se trata de sí mismo, pierde en todas las ocasiones, y sobre todo se pierde él mismo, al llegar a un momento insostenible, en la obra la escena nº 16 y posteriores[1].

**

El término narcisismo es introducido al campo de la psiquiatría por P. Näcke en 1899. Dicho autor lo vincula con el tipo de perversión sexual en la cual “... un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual...” (Freud, 1987:70)[2]. Sin embargo –y es una de las innovaciones más interesantes- Freud no se limita a una visión estrictamente patológica sino que, desde una perspectiva siempre atenta al desarrollo sexual infantil, propone la utilización del término en referencia a un estadio normal en el desarrollo de la libido, así esboza la idea en el caso Schreber.

En “Introducción del narcisismo” es el primer texto en el que Freud desarrolla su posición en referencia al narcisismo. Así tenemosque “El narcisismo, en este sentido, no sería una perversión, sino el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación, de la que justificadamente se atribuye una dosis todo ser vivo”.[3] Es decir, el narcisismo estaría así íntimamente ligado a las pulsiones yoicas o de autoconservación, las cuales serían lo opuesto a la libido de objeto o pulsiones sexuales. Entramos aquí en una première del dualismo que tanto defendió Freud. Dualismo que partiría de una concepción doble de la existencia biológica: un ser mortal, individual, que tendría como fin a sí mismo (autoconservación) y otro ser inmortal, plasma germinal que sería tan sólo un eslabón en la cadena de la vida.

Partiendo de este dualismo Freud plantea, a nivel del desarrollo de la libido, un primer momento que denomina narcisismo primario del niño, en el cual no hay un yo constituido y predomina el autoerotismo. Progresivamente las pulsiones sexuales comienzan a diferenciarse de este estado primario, aunque apuntaladas al principio en la satisfacción de pulsiones yoicas. Surgirán entonces las primeras elecciones de objeto, que ya marcan un distanciamiento con esa indiferenciación primaria. La elección de objeto se realizará en forma dual: puede implicara la madre como objeto sexual, o puede ser una elección del tipo narcisista, de su propia persona, y que sería la elección predominante en la posición que denominaríamos homosexual.

El narcisismo primario será abandonado definitivamente con la constitución del ideal del yo, el cual se adquiere a través de la castración y su consecuente represión. El niño “No quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia, y si no pudo mantenerla por estorbárselo las admoniciones que recibió en la época de su desarrollo y por el despertar de su juicio propio, procura recobrarla en la nueva forma del ideal del yo. Lo que él proyecta frente a si como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal”.[4] O sea que el niño -tal y como lo desarrolla posteriormente Lacan- no renuncia al deseo sino al goce, trasladándolo a la metáfora del ideal del yo; castración al goce prohibido y no al deseo. Esto es importante ya que este deseo será descargado ahora por otras vías desexualizadas en su objeto, idealizadas, proceso que lleva el nombre de sublimación. También surge la conciencia moral, instancia crítica que derivará más tarde en el “superyo”.

En cuanto al campo de lo psicopatológico (y siendo breves claro está), encontramos como principal mecanismo el retroceso de la libido de objeto al yo, su mudanza en narcisismo. O sea, el mecanismo propio de la regresión. Este replegamiento de las investiduras de objeto se produciría en las neurosis, al ser sustituido el objeto real por el objeto imaginario, o bien al ser mezclados ambos. Dicha retracción sería similar a la de un fuerte “dolor de muelas” que “... retira sobre su yo sus investiduras libidinales para volver a enviarlas después de curarse”[5]. En el caso de las psicosis la retracción que implicaría la sustracciónde la libido es ya de los objetos tanto reales como imaginarios, perdiendo casi completamente el contacto con las personas y el mundo exterior.

“Duelo y melancolía” es considerado una extensión del trabajo que mencionamos en los párrafos anteriores. En éste desarrolla la retracción propia de la melancolía y sus diferencias con el duelo. “En el duelo, el mundo se ha hecho pobre y vacío; en la melancolía, eso le ocurre al yo mismo”.[6] Esta rebaja del sentimiento yoico, que lleva tras de sí una cantidad de autorreproches, autodenigraciones y sentimientos de culpa llevan a Freud a seguir indagando en lo que llamó anteriormente “conciencia moral”. Pero además Freud explora en la relevancia de la fase oral, modelo fundamental en los procesos de identificación. La melancolía correspondería entonces a un tipo de identificación narcisista secundaria donde el yo se identifica con la imagen del objeto deseado o perdido -recordemos que el melancólico dirige sus reproches al mundo exterior de la misma forma que los dirige a sí mismo. Recordemos también la distinción anteriormente mencionada, entre elección de objeto anaclitica y elección narcisistica que corresponderían a las primeras relaciones objetales-. Se trataría entonces, de un tipo de identificación de carácter más primitivo y a la cual el melancólico llega por la vía de la regresión; ésta implicaría una identificación por la vía de la devoración o incorporación del objeto -en “Tótem y tabú” la devoración del padre por la horda primordial con la cual consumaban su identificación-.

En “Las pulsiones y sus destinos”,Freud aborda la cuestión de la libido yoica y la libido objetal, esta vez en sus relaciones con el amor, el odio y el narcisismo. “El yo se encuentra originariamente al principio de la vida anímica revestido de pulsiones y es en parte capaz de satisfacer sus pulsiones en sí mismo. A este estado le damos el nombre de narcisismo, y calificamos de autoerótica a la posibilidad de satisfacción correspondiente.”[7] En esta fase narcisista el yo no se interesa en el mundo exterior (indiferencia). Pero a medida que surgen estímulos displacientes, dicha unidad narcisista comienza a desarrollar, bajo el principio del placer, sus primeras relaciones objetales, introyectando los objetos de placer, y alejando los que constituyen motivos de displacer (proyección).De esta forma se constituye el yo de placer, que antepone el carácter placiente. “A esta nueva ordenación queda nuevamente establecida la nueva coincidencia de las dos polarizaciones, o sea la del yo sujeto con el placer y la del mundo exterior como displacer (antes indiferencia)... después de la sustitución de la fase puramente narcisista por la fase objetiva, el placer y el displacer significan relaciones del yo con el objeto”.[8] Así vemos como el amor, al principio sumergido en un autoerotismo narcisista, emerge hacia los objetos que se incorporan en el relacionamiento motor del niño con el medio que le suministra placer (la madre). Este amor, claramente sexual se desarrolla progresivamente. En la primer fase del desarrollo libidinal surge la relación de incorporación o ingestión comomecanismo de identificación y vínculo erógeno, aunque éste sea de gran ambivalencia, ya que implicaría la supresión del objeto en un acto de devoración. En la fase anal surge la aspiración al objeto en forma de dominio, con cierto grado de ambivalencia pues este dominio implica cierta indiferencia al daño del objeto. Así aparece en la organización genital el amor, que se constituirá en antítesis al odio. Ahora bien, dicho odio sería más antiguo que el amor y nacería de “...la repulsa primitiva del mundo exterior emisor de estímulos por parte del yo narcisista. Como expresión de la reacción de displacer provocada por los objetos, permanece siempre en íntima relación con las pulsiones de conservación del yo, de manera que las pulsiones del yo y las sexuales entran fácilmente en una oposición que reproduce la del amor y el odio. Cuando las pulsiones del yo dominan la función sexual, como sucede en la fase de la organización sádico anal, prestan al fin de la pulsión los caracteres del odio”[9]

[...]


[1] PIPER, M: Death in Venice. Libreto. Servicio de Publicaciones del Gran Teatre del Liceu de Barcelona: Barcelona, 2008. p.180

[2] FREUD, S : Introducción al Narcisismo, en OBRAS COMPLETAS XIV. Amorrortu: Buenos Aires, 1987. p. 70

[3] Ibid. pp. 71-72

[4] Ibid. p. 91

[5] Ibid. p. 79

[6] FREUD, S: Duelo y melancolía, en OBRAS COMPLETAS XIV. Amorrortu: Buenos Aires, 1987. p. 243

[7] FREUD, S: Las pulsiones y sus destinos, en OBRAS COMPLETAS XIV. Amorrortu: Buenos Aires, 1988. p. 265

[8] Ibíd. pp. 266-267.

[9] Ibíd. pp.270.

Final del extracto de 25 páginas

Detalles

Título
Entre el viejo y el nuevo Aschenbach
Subtítulo
Estudio sobre el narcisismo en "Muerte en Venecia"
Universidad
University of Málaga
Calificación
2,0
Autor
Año
2009
Páginas
25
No. de catálogo
V136744
ISBN (Ebook)
9783640434466
ISBN (Libro)
9783640434152
Tamaño de fichero
574 KB
Idioma
Español
Palabras clave
Oper, Theaterwissenchaft, Benjamin Britten, Sigmund Freud, Jacques Lacan, Narzissmus, Psychoanalyse
Citar trabajo
Antonio de Diego González (Autor), 2009, Entre el viejo y el nuevo Aschenbach, Múnich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/136744

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