El pentecostalismo y su influencia en la cultura en las Tunas en el período de 1994 a 2015


Thèse de Master, 2015

103 Pages


Extrait


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I: FUNDAMENTOS TEÓRICOS DEL PENTECOSTALISMO EN LAS TUNAS.
1.1 Tratamiento teórico de la cultura en la literatura científica.
1.2 El protestantismo y el pentecostalismo, fundamentos epistemológicos.

CAPÍTULO II: EL PENTECOSTALISMO Y SU INFLUENCIA EN LA CULTURA EN LAS TUNAS EN EL PERÍODO DE 1994 A 2015.
2.1 Proceso de conformación del pentecostalismo en Las Tunas.
2.2 Cambios y tendencias en la estructura organizativa, funcional y proyección cultural del pentecostalismo en Las Tunas en el período de 1994 a 2015.
2.3 La influencia del pentecostalismo en la cultura en Las Tunas.

CONCLUSIONES

RECOMENDACIONES

BIBLIOGRAFÍA

ANEXO I
ANEXO II
ANEXO III
ANEXO IV
ANEXO V
ANEXO VI

NOTAS Y REFERENCIAS

RESUMEN

La presente tesis aporta una investigación sobre el pentecostalismo en Las Tunas en el período 1994-2015. La misma tiene como objetivo Analizar las características del pentecostalismo en Las Tunas y su influencia en la cultura en el período antes mencionado. En el marco teórico de esta investigación se analizan los términos cultura y pentecostalismo como eje teórico, brindándole cientificidad a la misma, teniendo en cuenta la complejidad del fenómeno pentecostal como movimiento religioso en cuanto a su asentamiento en concordancia con la base sociocultural que lo compone.

Capítulo I: Fundamentos teóricos del pentecostalismo. En él se presenta un análisis del tratamiento teórico de los conceptos cultura y pentecostalismo en las ciencias sociales, así como los fundamentos epistemológicos de la relación entre estas categorías.

Capítulo II: El pentecostalismo y su influencia en la cultura en Las Tunas en el período de 1994 a 2015. En este se analizará el proceso de conformación del pentecostalismo en Las Tunas a través de una valoración de su estructura organizativa y sus características para revelar su influencia en la cultura en Las Tunas.

INTRODUCCIÓN

Los análisis sobre religión en Cuba han logrado una apertura que permite un acercamiento diverso y desprejuiciado a tan importante factor de la cultura nacional a partir de la estructura interna de los sistemas que conforman el panorama religioso cubano como fenómeno estructurado y estructurante. Los estudios cubanos enfocados en estas temáticas, han favorecido las indagaciones sobre la estructura denominacional, en menoscabo del factor sociocultural. Esto resulta justificado debido a que la conformación del campo religioso cubano es predominantemente sincrético, matizado por creencias heterodoxas que implican asistematicidad, escasa recurrencia institucional y nomadismo religioso.

Las investigaciones realizadas por estudiosos cubanos no son abundantes. En 1990 el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociales (CIPS) editó el libro “La Religión en la cultura”, cuyo objetivo estuvo encaminado a ofrecer una panorámica del campo religioso cubano y donde se abordaba una elemental historia del protestantismo en Cuba.

Importante en esta dirección resultan los estudios del investigador Jorge Ramírez Calzadilla, principalmente, en el abordaje metodológico de los estudios socio-religiosos y las perspectivas objetivas que precisan en el contexto cubano.

De manera posterior se han editado otros textos de la misma entidad, que presentan análisis superiores, esencialmente, relacionados con estudios sociológicos actuales del protestantismo. En esta dirección los investigadores Juana Berges y Rene Cárdenas han expuesto profundas reflexiones de obligada consulta.

En 2006 se publicó el texto “Protestantes en Cuba, desarrollo y organización (1900-1925)”, donde se expusieron análisis de las diferentes denominaciones pentecostales que se asentaron en el territorio nacional, pero desde la perspectiva occidental y obviando lo acontecido en la zona oriental a partir del proceso de inversión norteamericana en esta región y sin acentuar estos procesos desde ópticas epistemológicas y confesionales diversas.

Sin embargo, la coyuntura de la crisis de los años 90 en Cuba redimensionó lo religioso en la sociedad a partir de la aparición de los llamados Nuevos Movimientos Religiosos (NMR) y el desempeño de las instituciones religiosas protestantes, específicamente las pentecostales, a través de su participación e incidencia sociocultural en todas las direcciones y como reguladoras del comportamiento de su membresía.

La presencia de las denominaciones pentecostales, como parte del panorama protestante en Las Tunas, generaron cambios sustanciales en el universo simbólico de los tuneros, específicamente de los feligreses de dichas denominaciones, promoviendo nuevos valores y provocando una constante transformación en la estructura sociocultural del territorio.

Ante el nuevo escenario que han impuesto dichas denominaciones, desde el momento de la creación de instituciones religiosas que en aras de lograr un acercamiento a las comunidades en las que se gestan y tratando de no estar ajenas a estas, los obliga a incorporar a sus procesos prosélitos la necesaria incorporación de aspectos culturales que les permitan un mejor acercamiento a los diferentes grupos que componen dicha comunidad.

La interpretación de la experiencia religiosa se realiza por parte de la amplia masa de creyentes, no a través de un análisis teórico, sino mediante la asimilación mecánica y pasiva de las normas y reglas de tradición religiosa que cada nueva generación adopta de las anteriores. Aún más, si se tiene en cuenta, que en una región de tradición hispánica, crecen inusitadamente sistemas religiosos protestantes que apenas cuentan con 50 o 60 años de asentamiento. Esto plantea una contradicción respecto a las regularidades dialécticas de las raíces sociales de la religión.

La coyuntura de la crisis finisecular en Cuba redimensionó lo religioso en la sociedad y resulta significativo el desempeño de las instituciones religiosas como parte de su participación e incidencia social en todas las direcciones y como reguladoras del comportamiento de su membresía. Esto implica cierto interés por expresiones religiosas que aún esperan más atención científica, como es el caso del cristianismo protestante y sus estrategias actuales de proyección social y cultural . Las Iglesias evangélicas y pentecostales, ya algunas centenarias en Cuba, juegan un papel fundamental en el campo socio religioso cubano.

El otro aspecto está referido al hecho de que la gran mayoría de los estudios sobre religión en Cuba tienen una perspectiva nacional y toman, fundamentalmente, como unidad de análisis a la zona occidental, obviando la riqueza de las expresiones religiosas de nuestro país como parte de la cultura nacional. Sin embargo, el grado de representatividad de estas se encuentra marcado por factores de conformación étnica y sociocultural.

Según documentos históricos, la presencia del protestantismo en Cuba data de la segunda mitad del siglo XIX. Por su parte, el pentecostalismo es un fenómeno presente en Cuba desde las primeras décadas del siglo XX, mas su crecimiento se realiza a partir del reavivamiento religioso ocasionado por la crisis de los 90 del propio siglo.

Los estudios desde una perspectiva nacional sobre el pentecostalismo presentan varias limitaciones a saber: no abundan los análisis que revelen la vinculación del pentecostalismo con la evolución del proyecto revolucionario, la posición de las denominaciones protestantes norteamericanas ante la intervención en Cuba, el proceso de institucionalización de estas denominaciones desde iglesias misionadas a instituciones nacionales, relación reavivamiento pentecostal crisis económica en la Cuba finisecular, especialmente el impacto interior y reorientación doctrinal e institucional de estas denominaciones al triunfo de la Revolución.

En el ámbito local no existen investigaciones que revelen un análisis del protestantismo como fenómeno socio religioso. Sin embargo, algunos estudios en otras direcciones se acercan al tema, y ofrecen un punto de partida indispensable para cualquier investigación, en especial, las indagaciones del investigador Carlos Córdoba Martínez (2000).

Los estudios enfocados en estos fenómenos realizados en esta región geográfica, han demostrado la riqueza y particularidades que adquieren determinados hechos socio-religiosos en áreas específicas, como son las indagaciones sobre el Vodú, en el sur oriental, realizados por Joel James (1999), la investigación sobre el Espiritismo de Cordón, en el área norte oriental, de Carlos Córdova y Oscar Barzaga (2010), el estudio sobre el protestantismo en el Holguín republicano de Alejandro Torres Gómez de Cádiz (2008) y el acercamiento a las principales denominaciones protestantes en la región de Victoria de las Tunas en el período de 1902 a 1925 por José Guillermo Montero (2010).

Actualmente, Las Tunas, como provincia, tiene un panorama protestante compuesto por 27 denominaciones, de las que la ciudad cabecera cuenta con 15, además, la membresía de estas ha crecido considerablemente en los últimos años y de las cuales la mayoría es de confesión pentecostal. El pentecostalismo cuenta con una amplia variedad de instituciones, presenta una propagación de asentamiento que responde precisamente a características económicas y sociales de determinadas regiones. Esta particularidad, aun sin estudiar, favorece, junto a otras causas, que esta región presente una alta representatividad de la labor pentecostal.

En Las Tunas este proceso se inició a través de las campañas de sanidad desarrolladas a nivel nacional por las denominaciones Asamblea de Dios, sin embargo, se operó un crecimiento peculiar de un amplio espectro de denominaciones de esta confesión en estrecha vinculación con la situación socioeconómica del país.

Un acercamiento preliminar al pentecostalismo en Las Tunas posibilitó precisar que:

- Se ha producido una recomposición del campo religioso y hay alta representatividad de la labor pentecostal.
- Crecimiento de las denominaciones y de la feligresía
- Reacción o reacomodo a la nueva dinámica social que impacta el sentido identitario.
- Insuficientes estudios acerca del pentecostalismo en Las Tunas y ausencia de análisis que revelen la vinculación del pentecostalismo con la cultura.

Teniendo en cuenta lo antes planteado se determinó el siguiente problema científico:

Limitaciones en los estudios realizados acerca del pentecostalismo, afecta el reconocimiento de su influencia en la cultura en Las Tunas en el período 1994-2015.

El objeto de estudio: el pentecostalismo. El objetivo que persigue la investigación es: Analizar las características del pentecostalismo en Las Tunas y su influencia en la cultura en el período 1994-2015.

Se acota como campo de esta investigación: las características del pentecostalismo en Las Tunas y su influencia en la cultura.

A partir del trabajo exploratorio se plantea la siguiente Idea a defender:

El análisis de los cambios en la estructura organizativa y las características que presenta el pentecostalismo en Las Tunas en el período 1994-2015, posibilita revelar la influencia del mismo en la cultura.

Como tareas científicas:

1. Sistematizar los referentes teóricos sobre cultura y pentecostalismo.
2. Analizar el proceso de conformación del pentecostalismo en Las Tunas.
3. Valorar la estructura organizativa y las características del pentecostalismo en Las Tunas en el período 1994-2015.
4. Revelar la influencia del pentecostalismo en la cultura en Las Tunas en el período 1994-2015.

Metodología: Se fundamenta en un enfoque transdisciplinar que aportan la Antropología, la Sociología, la Historia, la Psicología Social, entre otras ciencias, donde la Antropología Cultural opera como disciplina integradora.

El estudio empírico sobre la realidad comunitaria se realizó combinando técnicas cuantitativas con la búsqueda de los significados profundos de los discursos de los sujetos de la investigación, por lo que se privilegia la hermenéutica para descifrar los significados de dichos discursos.

El método de estudio de caso será el marco de análisis general, considerando al conjunto de la comunidad como caso de estudio, en la modalidad de caso único.

Los métodos que se emplearon en el desarrollo de la investigación fueron:

- Análisis y síntesis: Para estudiar los elementos teóricos sobre la interpretación de la cultura y contextualizarlos a la problemática pentecostal.
- Inducción y deducción: Para realizar análisis lógicos desde lo externo a lo interno del objeto de investigación, ofreciendo criterios de esclarecimiento de la problemática a investigar y sus posibles soluciones.
- Lógico-histórico: Este método centra en gran medida el desarrollo de la investigación, pues su uso contribuyó a resolver los nexos que existen entre diversos hechos históricos comunitarios y la problemática que se investiga.
- De lo abstracto a lo concreto: La abstracción en este tipo de investigación desde las subjetividades de los individuos que aporten a una investigación de corte comunitario requiere de un uso constante por el investigador, pues deben representarse constantemente los viejos escenarios donde ocurrieron hechos y vivieron los primeros habitantes de esta comunidad, lo cual debe favorecer el poder de síntesis que se requiere para la elaboración del informe de investigación.
- Hermenéutico: Para interpretar textos originales sobre la historia local, a partir de su articulación con la historia nacional, cartas, álbumes fotográficos, proyectos, vídeos modernos.
- Entrevista en profundidad: Para realizar el Diagnóstico y confirmar los presupuestos que justifican la investigación. Para profundizar en el conocimiento del patrimonio comunitario y cómo es percibido.
- Observación participante: Es un método presente durante toda la investigación. La convivencia en la propia comunidad le ofrece al investigador la posibilidad de evaluar la participación de sus miembros en cada proceso efectuado durante la investigación y desde antes de esta.
- Etnográfico: Constituyó centro articulador del proceso investigativo desde la entrada hasta la salida del campo de investigación. Permitió analizar y comprender el comportamiento diario de los pentecostales logrando un análisis completo en cuanto a la relación de estas denominaciones con la cultura local.

Los conceptos que se abordan en la investigación son: cultura y pentecostalismo.

La presente investigación está estructura en introducción, dos capítulos, conclusiones, recomendaciones, bibliografía y anexos.

Capítulo I: Fundamentos teóricos del pentecostalismo. En él se presenta un análisis del tratamiento teórico de los conceptos cultura y pentecostalismo en las ciencias sociales, así como los fundamentos epistemológicos de la relación entre estas categorías.

Capítulo II: El pentecostalismo y su influencia en la cultura en Las Tunas en el período de 1994 a 2015. En este se analizará el proceso de conformación del pentecostalismo en Las Tunas a través de una valoración de su estructura organizativa y sus características para revelar su influencia en la cultura en Las Tunas.

CAPÍTULO I: FUNDAMENTOS TEÓRICOS DEL PENTECOSTALISMO EN LAS TUNAS.

En este capítulo se realiza una valoración crítica, un acercamiento a los fundamentos teóricos generales que sustentan el estudio del pentecostalismo y su relación con la cultura, así como la influencia de éste en la cultura de Las Tunas desde una concepción sociocultural, partiendo de la Antropología como ciencia integradora. De igual forma, el estudio de la evolución de este fenómeno para determinar las tendencias históricas de su proceso de asentamiento y conformación sociocultural.

El estudio del pentecostalismo exigió la localización de documentos, textos, informaciones testimoniales, revisión bibliográfica, así como el establecimiento de sólidos criterios para orientar con mayor acierto el estudio del objeto y el campo de investigación, si tomamos en consideración que existen escasos estudios con el enfoque que se le ha dado a esta indagación.

1.1 Tratamiento teórico de la cultura en la literatura científica.

La cultura, como producto de la creación humana, se edifica en el proceso de la vida cotidiana de la comunidad. Asimismo, conduce a percibirla como un proceso de interacción social, como una construcción cognitiva e histórica, de ahí que el campo que abarca es extenso, lo que permite un amplio espectro para su investigación.

El desarrollo histórico del concepto de cultura discurre conjuntamente con el proceso de surgimiento y desarrollo de la Antropología como ciencia social. Por años, su valor universal le ha permitido al hombre conservar, reproducir, crear nuevos conocimientos y valores para la transformación de su medio sociocultural con la intensión de reconocer el valor de las formas de organización social y de las costumbres de las comunidades.

Adolfo Columbres1, en su libro La emergencia civilizatoria de Nuestra América apunta acerca de la cultura que: “El término cultura debe convertirse en sinónimo de pluralismo, de respeto a la identidad del otro, de un no uso de la diferencia para legitimar una dominación. La aventura del hombre, en tanto especie, es una aventura cultural (…) (2001: 11).

Pablo Guadarrama ha sostenido, al respecto, que: “En el actual creciente proceso de internacionalización de la vida social, en que los pueblos se conocen cada vez mejor, resulta progresivamente más fácil percatarse de las similitudes y diferencias que subsisten en las culturas de las diferentes regiones” (2000: 20).

De lo antes expuesto, parte la idea de que la construcción del concepto de cultura permite mostrar la evolución del pensamiento antropológico. Para esto, en esta investigación se ha tomado como punto de partida la definición que hace el antropólogo inglés Edward Burnett Tylor Primitive Culture: Researches into the Development of Mythology, Philosophy, Religion, Language, Art and Custom, publicado en el año 1871. Taylor enuncia su conocido “aquel todo complejo ”, el cual antecede e incorpora nuevos contenidos para la categoría cultura.

En el mismo incluye la civilización, el etnos, las llamadas bellas artes, la moral, las creencias, entre otros aspectos importantes. El concepto de cultura de Taylor se expresa de la siguiente forma: “La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad” (Bohannan y Glazer; 2003:169).

La concepción tayloriana sobre la cultura fue bastante amplia, luminosa y pudiera decirse también acertada, pues se refirió tanto a los elementos intangibles que la conforman, como a los tangibles que existen aún fuera de la conciencia humana y que no por eso dejan de ser entes distintivos de la sociedad humana.

El hecho de que Taylor incluya en su concepto de cultura los hábitos adquiridos por la comunidad humana, indica su conformidad con la conceptualización de cultura como modos de vida y sistemas de valores, productos de las propias necesidades, tradiciones y creencias humanas, pues a través de estos componentes de la cultura, se expresa el hombre, toma conciencia de sí mismo, cuestiona sus realizaciones, busca nuevos significados y crea obras que le trascienden, y se heredan a las siguientes generaciones.

Pero a pesar de lo abarcador del concepto planteado por Tylor, el propio desarrollo humano ha hecho que el concepto de cultura haya rebasado los límites disciplinarios de la Antropología, los estudios culturales y de las mismas ciencias sociales. La necesidad de nuevos planteamientos epistemológicos que sustenten teóricamente la nueva visión que se tiene hoy del mundo.

Según Graciela Pogolotti: “El término cultura, es un término amplio y ambiguo. Se ha dicho que la cultura es la huella que deja el hombre a su paso por la tierra. En ese sentido la cultura es testimonio y memoria, la cultura está también en nuestras costumbres, en nuestros hábitos, en una determinada dimensión de la cotidianidad, pero obra del hombre, también contribuye a su formación” (Colectivo de Autores; 2009: 4).

En concordancia con lo antes dicho, llámese cultura a todo fragmento de humanidad o conjunto etnográfico que, desde el punto de vista de la investigación, presenta por relaciones a otros conjuntos de variaciones significativas. De hecho, el término cultura se emplea para reagrupar un conjunto de variaciones significativas, cuyos límites, según prueba la experiencia, coinciden aproximadamente. El que esta coincidencia no sea nunca absoluta ni se produzca jamás en todos los niveles al mismo tiempo no debe impedirnos el empleo de la noción de cultura que es fundamental en Antropología y posee el mismo valor heurístico que el concepto de aislado en demografía que introduce la noción de discontinuidad.

Según Clifford Geertz, es indispensable partir de esa comunidad objeto de estudio para lograr una descripción profunda y científica del objeto de la investigación, teniendo en cuenta que:

Las descripciones de la cultura […] deben encararse atendiendo a los valores que […] asignan a las cosas, atendiendo a las fórmulas que […] usan para definir lo que les sucede. Lo que no significa es que tales descripciones sean ellas mismas […] parte de la realidad que están describiendo; son antropológicas pues son parte de un sistema en desarrollo de análisis científico. Deben elaborarse atendiendo a las interpretaciones que hacen de su experiencia personas pertenecientes a un grupo particular, porque son descripciones, según ellas mismas declaran, de tales interpretaciones; y son antropológicas porque son en verdad antropólogos quienes las elaboran (1993: 28).

Esto permite lograr un acercamiento intencionado al objeto de estudio, con la finalidad de lograr una aproximación a la comunidad que conforman las denominaciones pentecostales.

Por lo tanto:

El universo simbólico aporta el orden para la aprehensión subjetiva de la experiencia biográfica. Las experiencias que corresponden a esferas diferentes de la realidad se integran por incorporación al mismo universo de significado que se extiende sobre ellas. Por ejemplo, el universo simbólico determina la significación de los sueños dentro de la realidad de la vida cotidiana, que reestablece a cada momento la situación prominente de esta última y mitiga el impacto que acompaña el paso de una realidad a otra (Berger; 2003:125).

Al respecto, el etnógrafo cubano, Miguel Barnet plantea:

Cultura no es todo ni casi todo, es sólo lo que nos ennoblece y nos abre el horizonte intelectual y sensitivo. Lo mejor de la creación del hombre, es lo que a diario se expresa con la experimentación y el cambio. La cultura, como la identidad, no es materia fósil, es algo que se renueva y se transforma en constante contradicción (Barnet; 2006: 1).

Esta interpretación, está asida de la concepción humanista del desarrollo, pues entiende la cultura no como simple proceso de crecimiento y transformación, sino expresada en la cotidianidad a escala social capaz de aumentar la libertad espiritual, la capacidad de creación necesaria para llevar adelante cualquier actividad. Lo cual condiciona el desarrollo sociocultural en dependencia de las propias contradicciones que se generan en la sociedad a partir de la exigencia de dar respuesta a las necesidades, tanto materiales como espirituales, del ser humano.

Alain Basail relaciona que:

La cultura adquiere una importancia decisiva como concepción general para la transformación de la realidad y para el desarrollo humano. No se puede hablar de un desarrollo social real, efectivo y perdurable si no está dimensionado culturalmente porque la creación de la cultura produce las diversas formas en que se manifiesta el desarrollo y este a su vez genera determinados fenómenos culturales que reflejan la producción del hombre en su vida social (2004:77).

Concordándose con Basail en lo imprescindible de la cultura como hecho transformador de la realidad, teniendo en cuenta la presencia de esta en todas las expresiones de la vida cotidiana. De igual forma es preciso otorgar a la cultura un carácter totalizador, colectivo e individual al constituir premisa y resultado de interacciones en una determinada comunidad que se distingue por caracteres específicos, tanto espirituales como materiales, producto de la creación humana y de cuya aceptación y aprehensión depende la continuidad histórica de dicha comunidad.

Según Clifford Geertz en su obra The interpretation of cultures expresa que : “La cultura denota un esquema históricamente transmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas por medio con los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida” (1973: 33).

Se debe tener en cuenta que el relato científico resultante de ese proceso de investigación sirva para ejemplificar el entramado simbólico que hay detrás de la acción social del fenómeno objeto de estudio. Geertz en su teoría no especifica acerca del uso social de esta en la comunidad donde ha sido recopilada, ni del empleo que hacen de ella los individuos que la cuentan. En definitiva, para esclarecer su significado, y poder realizar una descripción densa, se requeriría de una mayor y mejor contextualización sociocultural.

Lo antes expresado lleva al concepto de cultura manejado por el propio Geertz que enuncia:

El concepto de cultura al cual me adhiero (…) denota una norma de significados transmitidos históricamente, personificados en símbolos, un sistema de concepciones heredadas expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento de la vida y sus actitudes con respecto a ésta.(1993: 89)

Este resulta quizás el concepto antropológico de cultura más usado en las últimas décadas, afirma que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que buscamos es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie.

Por su parte según Iliana Camacho en su investigación expresa:

Según Malinoswki, la cultura incluye todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad, las reacciones del individuo en la medida en que se vean afectadas por las costumbres del grupo en que viven y los productos de las actividades humanas en la medida que se vean determinadas por dichas costumbres, por lo que la cultura de una sociedad consiste en todo aquello que conoce o que cree con el fin de operar de una manera aceptable sobre sus miembros. Por su parte, para Goodenough, la cultura no es un fenómeno material que consista en cosas, gentes, sus conductas y emociones, sino es una organización de todo esto. (Camacho; 2012, 15)

De este modo, la cultura constituye un proceso esencial a la vida social que la posibilita a través de la transmisión y enriquecimiento entre una y otras generaciones o colectivos humanos heterogéneos, que dan como resultado un determinado grado de cohesión social, una estabilidad en el ciclo de los símbolos culturales y la construcción social de ciertos esquemas de comportamientos aceptados dentro del contexto o nivel en que se produce dicha expresión.

Por otra parte, Rafaela Macías expresa que:

Cultura en su acepción más amplia es una forma integral de vida, con una dimensión simbólica construida social, histórica y selectivamente, que se concretan en las relaciones entre personas, entre comunidades, y con la naturaleza. La dimensión concreta de la cultura está conformada por hábitos, prácticas, objetos y relaciones. Existe no como algo estático sino como un proceso de reproducción permanente de sí misma. (2014: 33)

Lo que lleva a constatar que la cultura es un proceso de reproducción y adopción de códigos culturales establecidos y aceptados por consenso que constituyen normas, costumbres, tradiciones y rituales que son el resultado dialéctico de la interacción del hombre con la sociedad y el medio ambiente.

1.2 El protestantismo y el pentecostalismo, fundamentos epistemológicos.

Para logra un análisis de la sobre el fenómeno pentecostal, debemos enfocarnos en la diversificación de la vida religiosa en Cuba a partir de la influencia del protestantismo norteamericano. Las misiones estadounidenses favorecieron la implantación en la región de un protestantismo que privilegia las experiencias personales y emotivas, sobre los aspectos doctrinales. El protestantismo constituyó, además, un factor de cambio cultural en la medida en que promulgó valores modernos, como la autonomía del sujeto, dígase su individualización, al mismo tiempo que incentivaba la generación de espacios democráticos, como la búsqueda de consensos en el seno de las comunidades religiosas y la participación y promoción del laicado.

El protestantismo es un sistema religioso moderno. Su génesis responde a condicionantes propias de las transformaciones de Europa Occidental durante el siglo XVI y, consciente o no sus fundadores promulgaron las bases para el correlato religioso del nuevo orden socio económico que se gestaba, el capitalismo.

Las concepciones de Martín Lutero fueron la expresión teológica y social que inició un complejo proceso, marcado por su dinamismo y heterogeneidad. La Iglesia Católica, como soporte ideológico del feudalismo no había sido capaz, en ese momento, de rediseñar su entramado institucional y teológico acorde al cambio social que se avecinaba y fue el blanco visible de la Reforma. (Torres; 2008: 12)

Sin embargo, la Reforma fue un proceso expresivo de relaciones de poder en el reacomodo europeo generado por el contrapunteo Reforma-Contrarreforma como una renovación de la cristiandad, por consiguiente, el centro de la institucionalización protestante, tuvo como eje a sistemas que respondían al espíritu capitalista, especialmente el calvinismo y más tarde el anglicanismo.

El protestantismo es un sistema religioso cristiano, concebido en oposición pero desde la tradición católica, pero en el plano institucional, otras partes integrantes del fenómeno religioso, como el culto, la norma y la conciencia se van a constituir paralelamente al sistema capitalista y va a expresar la complejidad de proyectos y relaciones de poder que este implicó.

Estamos en presencia de un sistema religioso profundamente socio-clasista. Mientras que la Iglesia Católica, de proyección hegemónica, durante todo el Medioevo Europeo se configuró como poder político y cultural, pero al mismo tiempo alimentado por una base social eminentemente antagónica; su membresía la conformaban miembros de la nobleza, comerciantes, campesinos y siervos de la gleba. Como institución, impuso un discurso de poder que favorecía a una parte de su membresía, pero un universo simbólico basado en la reconciliación y la salvación colectiva, espacio dicotómico insalvable en los marcos de la presunta democracia burguesa que se gestaba en las ciudades, al menos socialmente.

Por su parte, el Pentecostalismo constituye un movimiento religioso que ocurre dentro de las iglesias protestantes o evangélicas, que puede tener sus orígenes en divisiones internas, en la labor de misioneros o como una tendencia autóctona. Para Christian Lalive, “…el pentecostalismo se presenta como una respuesta religiosa comunitaria al abandono de grandes capas de la población; abandono provocado por el carácter anómico2 de una sociedad en transición” (Lalive; 2009: 47), en Cuba la presencia del pentecostalismo tiene características diferentes a América Latina ya que su proceso de asentamientos es bastante tardío y se desarrolló en dos momentos, pero como hecho social ejerció “…una coerción exterior sobre el individuo;… que, al mismo tiempo, tuvo una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales” (Durkheim; 1988: 68).

Como todas las denominaciones protestantes, los pentecostales asumen el dogma de la trinidad, o sea, la naturaleza de Dios como un ser único que existe simultáneamente como tres personas distintas o hipóstasis: Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo. También la reencarnación de Cristo para lograr la expiación de los pecados del creyente, la espera del regreso de Jesucristo para instaurar el “Reino de Dios”, la consideración de la Biblia como única autoridad teológica, así como de la no existencia de intermediarios entre Dios y los fieles para lograr la salvación como hecho individual que se alcanza por medio de la fe.

Sus únicos sacramentos son el bautizo que, generalmente, se realiza por inmersión y la santa cena o comunión que tiene lugar en convenciones, confraternizaciones. Otros rituales frecuentes son la presentación de niños, los funerales y los matrimonios.

De manera particular, el Pentecostalismo hace énfasis en la evangelización destinada a la salvación, la sanidad divina, la segunda venida de Jesucristo y el bautismo del Espíritu Santo de manera similar a la descripción que hace Hechos, 2.1-42.

Según las investigadoras Daisy Fariñas y Ana María Díaz, los pentecostales cubanos se basan en una interpretación literal de Nuevo Testamento, donde se proclama que el pecador debe ir buscando la perfección de sus acciones, al igual que Cristo, durante su vida mediante la ayuda de la fe en el Espíritu Santo. Para ellos, esto conlleva a un nuevo nacimiento que se produce con la conversión, la profesión de fe, y conlleva una transformación de la vida del creyente, que se inicia con el bautismo (Mena; 2004: 3).

A partir de sus concepciones apocalípticas, Cristo regresará en el fin de los tiempos, durante épocas difíciles, cargadas de calamidades, terremotos, enfermedades, guerras, Por ello se debe esperar ese momento en que se produciría el segundo bautizo dando testimonio de fe, entonces salvará a los convertidos.

El pentecostalismo se caracteriza, desde su mismo proceso de configuración, por su variedad institucional. La ausencia de un poder jerárquico centralizado y de un universo simbólico monolítico, facilitó la atomización de expresiones que respondían a los intereses de clases de diversos grupos sociales. Lo que le impidió convertirse en un sistema hegemónico pero le facilitó los mecanismos necesarios para evolucionar como expresión del capitalismo.

Es este uno de los factores que inciden que encontremos, dentro de las Ciencias Sociales, que el uso de clasificaciones del fenómeno religioso protestante sea prolífero, más allá de los análisis taxonómicos que el positivismo legitimó. Se trata de concepciones estructurales que tienen un valor metodológico para un espacio concreto y un contexto específico, pero implicadas en una dinámica social que las obliga a modificarse constantemente.

Aun cuando las construcciones tipológicas padecen o implican cierta subjetividad como tipos ideales weberianos, es importante definirla como muestra de un grado de madurez en toda investigación, ya que delimita marcos instrumentales para iniciar el estudio o determinar la morfología final del objeto de investigación.

El pentecostalismo, como componente de la estructura del protestantismo, es quizás, uno de los sistemas religiosos que más sujeto a tipologizaciones está sometido, dado su inmensa variedad estructural; sin embargo, todo intento de construir algún nivel de estructuración sistemático busca dar marco y engranaje al objeto de investigación. Como sistema definicional o analítico, toda tipología construye un nuevo espacio conceptual con cierto grado de sistematización y claridad en dependencia del contexto.

Pero es dentro del pensamiento racionalista moderno donde estos términos cobran importancia conceptual. En la obra del pensador alemán Max Weber (1998: 35) se logra establecer los primeros pilares. Aun cuando el enfoque weberiano parte del contexto europeo y de la tradición judeocristiana, su construcción tipológica está basada en la teoría de los tipos ideales. Weber, tras una argumentación socio histórica, deudora del marxismo, define como Iglesia a una comunidad de creyentes y la Secta como una comunidad de elegidos.

En América Latina el desarrollo del protestantismo, y en especial del movimiento pentecostal, atrajo la atención de teólogos y científicos sociales. La recuperación del contexto y sus particularidades implicaron la creación de tipologías que responden a la dinámica estructura-discurso teológico-proceso de asentamiento.

A partir del reavivamiento religioso experimentado en Cuba durante la década de los 90 del siglo XX, se han intensificado las investigaciones relacionadas con los procesos de asentamiento y proyección social de las diferentes denominaciones protestantes que componen el campo religioso nacional.

Para la realización de un análisis de la composición social del pentecostalismo en la zona de estudio, es importante tipificar el fenómeno para una mejor comprensión del mismo. Es por ello que se toma como referente, por su trascendencia, la realizada por el investigador Christian Lalive (2009), producto de un profundo trabajo de campo en Chile y Brasil. Lalive tipificó el protestantismo en Latinoamérica teniendo en cuenta la tríada: génesis, estructura y función.

La creencia evangélica pentecostal en la verdad absoluta constituye la base sobre la cual anuncian que Cristo es “el camino, la verdad, y la vida”, o sea, la solución final de Dios para el problema del hombre. De ahí que la disolución de la verdad absoluta representa un desafío real para los pentecostales.

Para los pentecostales conservadores a veces consideran el cambio cultural de una manera provisional y aun defensiva. Sin embargo, pentecostales de los llamados neo pentecostales, piensan que el cambio cultural trae desafíos y oportunidades. Estos consideran a la cultura un espacio bajo el control de Dios.

El reavivamiento pentecostal de finales del siglo XX se generó en un momento en el que Cuba experimentaba, además de una crisis socioeconómica3, un fuerte cambio cultural a raíz de la influencia de las nuevas prácticas culturales de ese período, que llevó a cabo una cierta oposición a la idea predominante de la postmodernidad dentro de las iglesias pentecostales históricas. Sin embargo, el cristianismo reaccionó positivamente a la modernidad.

El énfasis de los pentecostales en la experiencia del espíritu santo como parte de la cultura pentecostal resulta a la vez una forma de comunicar lo que ellos consideran “la verdad del evangelio”. En la actualidad, la justificación de lo que los pentecostales creen en términos de la estructura plausible de lo que la gente está dispuesta a creer, es una de las razones del crecimiento de la membresía de las diferentes denominaciones pentecostales donde, bajo la influencia de los pastores y misioneros pentecostales, hay aceptación de la experiencia religiosa pentecostal en contraposición de las culturas más racionalistas.

En contraste a este enfoque, en la década de los 90 del pasado siglo XX y principios del siglo XXI, los pentecostales han logrado un reavivamiento de grandes proporciones como resultado de la crisis socioeconómica y las propuestas socioculturales planteadas por estas denominaciones para dar respuesta a necesidades, tanto espirituales como materiales, de la sociedad cubana actual.

1.1 Relación entre la cultura y pentecostalismo. Precisiones conceptuales.

El pentecostalismo, como forma estructurada y estructurante de la realidad social, obliga a pensarlo como movimiento para independizarse de la inercia de categorías preexistentes. Tal proceso se encuentra confrontado permanentemente con un universo intelectual marcado por la peculiaridad de lo contemporáneo. Esto conduce al individuo a tomar conciencia de una “insularidad” que, habiendo sido hasta un cierto punto convencional, justificaba, no obstante, la necesidad de un acercamiento a su análisis por las especificidades que le da a las prácticas de estas creencias foráneas, dadas de manera específica en las rápidas transformaciones que alcanzan en cada uno de los escenarios regionales en los que se desarrolla.

El pentecostalismo, como componente del sistema religioso protestante, está determinado, a escala social, por responder flexiblemente a las demandas religiosas de distintas clases y sectores. Su asentamiento y expansión en culturas ajenas a la que le dio su origen estructural y simbólico demuestran su capacidad de adaptabilidad, de ahí que América Latina sea un ejemplo clásico. La influencia norteamericana en esta región, como cultura que se impone desde un centro de poder, ha sido decisiva en ese proceso de expansión protestante en nuestro ámbito regional.

Lo más significativo es ver cómo estructuras y complejos teológicos litúrgicos han sido asumidos por grupos de personas portadoras de una cultura secular, ancestral, totalmente ajena al universo simbólico que propone el protestantismo. Resultan procesos complejos de aculturación o transculturación, y cómo recientemente se ha señalado de hibridación cultural.

En su libro, ya clásico, sobre culturas híbridas, García Canclini plantea cómo la hibridación no es solo la mezcolanza de cosas heterogéneas sino, sobre todo, la superación o la caída en desuso de los viejos cánones, la hibridación implica que se han movido las fronteras.

El crecimiento inusitado de la base social, de los distintos tipos de denominaciones que componen el campo protestante en Las Tunas implica un profundo cuestionamiento del rol de la cultura y la tradición en la base social del territorio objeto de estudio. Resulta indiscutible, en el proceso de globalización las culturas más afectadas son, de forma precisa, aquellas de herencia místico gestual, amparadas en una lógica simbólica, propias de los modelos cotidianos locales, que están siendo desplazados forzosa o inconscientemente por la lógica racional tecnocrática de corte global que imponen los centros de poder (Torres; 2008: 45).

La cultura cubana no escapa a este proceso. La crisis de los noventa reactivó los peligros que implicaba el desarraigo. De este modo la polémica en torno a la cultura, y su implicación en la identidad nacional, ha alcanzado cierto grado de madurez conceptual.

Al tomar la cultura como eje articulador en el análisis sobre procesos religiosos se hace indispensable despojarse de concepciones dogmáticas, asumiéndose como un complejo dialéctico de las profundas relaciones internas y contradictorias de una determinada sociedad. Es válido plantearse, entonces, las implicaciones culturales en un contexto determinado del crecimiento y auge de una organización religiosa como el pentecostalismo, que no posee los elementos sociales de la tradición religiosa.

La provincia de Las Tunas constituye un contexto sociocultural complejo, que en la centuria pasada impulsó el asentamiento de denominaciones protestantes, con gran presencia de denominaciones pentecostales, las cuales, aunque no son las denominaciones pioneras, resultan las de mayor proyección social y las que más crecen en la actualidad.

En la provincia, al igual que en el resto del país, se está produciendo una pentecostalización del protestantismo4, pero de manera particular en esta parte de Cuba crecen, de igual modo, denominaciones escatológicas, las cuales no sobrepasan los cincuenta años de presencia en una región fundada en el siglo XVIII.

Por tal motivo, se debe tener en cuenta que la base social fundamental de estas denominaciones pentecostales, en los primeros años de su permanencia en el territorio de Las Tunas, estaba conformada por campesinos o emigrantes de zonas rurales en la periferia de la ciudad. Claro que esta misma composición se mantiene, aun cuando se ha enriquecido, teniendo en cuenta la aparición de nuevas construcciones sociales que a partir del triunfo de la Revolución redefinieron el campo social cubano.

Tomando en consideración los resultados del trabajo de campo realizado sobre estas denominaciones se puede articular el análisis en torno a dos puntos dicotómicos. Primero: El desarrollo de denominaciones escatológicas, implican un reto a la identidad sociocultural al ubicar al individuo en un espacio de divorcio con el contexto, lo que genera importantes rasgos de destradicionalización. Segundo: La conformación de la identidad sociocultural de la región implicó la construcción de tradiciones religiosas extáticas y de creencias mágico-religiosas, que favorecen la adaptabilidad de instituciones pentecostales portadoras de un discurso teológico y litúrgico homólogas a dichas tradiciones.

El investigador mexicano Elio Mansferrer, en sus análisis sobre el campo religioso de ese país, al caracterizar las denominaciones fundamentalistas planteaba que “Nosotros pensamos que la sociedad mexicana tiene una tarea adicional, explicarse por qué, en un país considerado históricamente el modelo de nacionalismo latinoamericano, han desarrollado un número tan alto de personas que renuncian a esos elementos de su identidad nacional” (2000:40).

Cuba no escapa a la preocupación del investigador mexicano. La provincia de Las Tunas cuenta con una alta membresía pentecostal de denominaciones surgidas en la coyuntura de la crisis económica de los 90, algunas de las cuales están caracterizadas por su fundamentalismo, con un discurso teológico escatológico de aristas ahistóricas, que implican renunciación al pasado y evasión de la realidad social como mecanismo de “salvación”. Estas ubican al sujeto social en un espacio de divorcio con su contexto, al considerar este último causante del “mal”.

A partir de la conversión, este sujeto se considera un “elegido", portador de una conciencia religiosa premilenarista, es decir, en espera de la segunda venida palpable de Cristo, como antecedente del comienzo del reino milenario. Un premilenarismo, que al nivel de institución se asume en una concepción postribulacionista, la Iglesia será arrebatada después de la catástrofe.

Los individuos que se convierten a estas denominaciones reconfiguran su cultura, ajena a las articulaciones tradicionales, en un espacio de rigidez normativa:

Sin dudas, los integrismos socioculturales –con componentes religiosos o no- llevan implícitos también una visión petrificada y absolutizada de la identidad. Se procura, pues, en esas situaciones la simple y pura eliminación de lo que no encaja- real o supuestamente- en la identidad, que fetichizada, ha devenido identidad-valor absoluto (Monal; 2000: 549).

Por lo tanto, se está en presencia de un proceso dialéctico de reelaboración de la identidad religiosa y sociocultural de un individuo o grupo, que origina una contradicción o ruptura entre la cultura heredada y los nuevos referentes culturales.

Son grupos de personas, portadoras de una cultura heredada sólida, amparada en la tradición y el contexto, y que por su expansión y préstamos culturales modifican su identidad a un sistema que niega su pertenencia, pues sus parámetros referenciales dejan de poseer sentido histórico contextual. Indiscutiblemente, no es una negación absoluta, conservan un grupo importante de referentes del pasado, como hábitos y costumbres que le permiten conservarse en el contexto, pero son partícipes de una desculturalización al convertirse.

Un ejemplo de esto está en la comunidad religiosa de la denominación Bando Evangélico Gedeón5, en la que un gran porciento de su composición social es de fuerte tradición hispánica, ha asumido un complejo dietético (justificado por normas rituales) totalmente diferente al tradicional, como pueden ser la prohibición de consumir carne de cerdo, café, bebidas alcohólicas, entre otras.

El crecimiento de la base social de estas denominaciones tiene su coyuntura en una profunda crisis económica, que generó una serie de impactos psicosociales desfavorables para el sostenimiento de la identidad cultural. Entre ellos se encuentran la insatisfacción y desorientación que generan un sentimiento de desprotección, la crisis de sentido, el desmoronamiento de valores legitimados y el consecuente vacío espiritual.

A pesar del notable proceso de recuperación económica y social del país y la política cultural destinada a fortalecer los mecanismos de conservación de la identidad cultural nacional, no se ha detenido el proceso de nuevas conversiones, aunque ha perdido intensidad.

El otro aspecto polémico está dirigido hacia la existencia de elementos tradicionales en la identidad sociocultural de la provincia que favorecen la adaptabilidad estructural de las instituciones religiosas protestantes al contexto, de manera esencial sobre la base de elementos como el éxtasis, la oralidad, el exorcismo y la sanidad divina.

En Las Tunas, en la configuración del campo religioso, resulta predominante la presencia de denominaciones pentecostales (Ver Anexo IV). Las denominaciones de mayor cantidad de feligreses son precisamente la Asamblea de Dios y la Liga Evangélica de Cuba (Ver Anexo V).

Según Alejandro Torres Gómez de Cádiz Hernández:

El asentamiento pentecostal se produjo en un contexto de crisis en la región, donde la situación social era semejante a la que presentan muchas regiones de América Latina: una sociedad golpeada por una deprimente situación económica, donde resaltaban grandes sectores sociales empobrecidos. Sin embargo, el sustrato de la tradición que prefiere una comunicación oral y gestual (incluyendo un manifestado poco hábito de lectura) subsiste con fuerza, independientemente del desarrollo educacional y cultural que ha implicado el proceso revolucionario (2007: 35).

De ahí que la forma cúltica pentecostal, afincada en la trasmisión del mensaje bíblico oral, con fuerte énfasis en la gestualidad, en detrimento de la lectura hermenéutica de la Biblia, está más cercano a sectores sociales como campesinos, marginales o individuos de bajo nivel educacional. Es evidente que resulta mucho más atractivo para este sector la liturgia pentecostal que responde a sus capacidades de interpretación del mensaje religioso y su conciencia masiva religiosa.

[...]


1 Adolfo Columbres: Escritor y antropólogo argentino, desde hace 30 años realiza una militancia cultural por la causa de Nuestra América. Lo unen fuertes vínculos con Cuba, fundamentalmente con la Casa del Caribe en Santiago de Cuba.

2 Anomia: Es un término introducido por Émile Durkheim en el ámbito de la sociología que denomina la falta de normas o a la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad. Se trata de un concepto que ha ejercido gran influencia en la teoría sociológica contemporánea.

3 La crisis socioeconómica que experimentó Cuba en la década de los 90 del pasado siglo XX es un proceso dentro del recrudecimiento del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos. El mismo fue más profundo debido a que estaba enfocada hacia aspectos más medulares de la cultura e identidad nacional. La misma tiene características diferentes ya que hace parte de un quiebre de carácter integral, que incluye factores medioambientales, energéticos, alimenticios y socioculturales. Con ella se quiere enfatizar que se asiste al agotamiento de un modelo de organización económica, productiva y social, con sus respectivas expresiones en el ámbito ideológico, simbólico y cultural. El propio contexto en el que se desarrolló, generaron políticas socioeconómicas que en aras de salvaguardar la Revolución, dieron entrada al país a representaciones de la globalización neoliberal que desembocaron en una crisis que afectó además el universo simbólico nacional.

4 Coincidimos con el planteamiento del desaparecido investigador Jorge Ramírez Calzadilla que la dirección esencial en el campo religioso cubano no es hacia una protestantización de la religión en Cuba sino a una pentecostalización del protestantismo cubano.

5 Esta denominación de carácter evangélico tiene ciertos acercamientos al pentecostalismo en cuanto formas de interpretación de la biblia, aunque son mayormente una iglesia apocalíptica.

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Résumé des informations

Titre
El pentecostalismo y su influencia en la cultura en las Tunas en el período de 1994 a 2015
Université
Universidad de las Tunas
Auteur
Année
2015
Pages
103
N° de catalogue
V317596
ISBN (ebook)
9783668172838
ISBN (Livre)
9783668172845
Taille d'un fichier
1015 KB
Langue
espagnol; castillan
Mots clés
tunas
Citation du texte
Enrique Antonio Lalana Torres (Auteur), 2015, El pentecostalismo y su influencia en la cultura en las Tunas en el período de 1994 a 2015, Munich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/317596

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