La crisis de la democracia representativa. La democracia deliberativa como una possibilidad?


Essay, 2016

12 Pages, Grade: 10


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Introducción
Según cifras del estudio de opinión pública, Latinobarómetro 2015, en países como
México y Brasil menos del veinte por ciento de la población están satisfecho con el
funcionamiento de la democracia en su país, es decir con la democracia
representativa que es la forma de gobierno que opera en la mayor parte de los
países occidentales; de igual manera la desconfianza generalizada y el descontento
que muchos ciudadanos manifiestan hacia sus representantes y que se ha traducido
en un aumento de protestas y expresiones públicas, dan cuenta de ello,
conllevando a que hoy en día se hable de una crisis de representación.
Como reacción a este escenario adverso, en tiempos recientes se ha
propuesto un tipo de democracia deliberativa, en la cual ciudadanos y gobernantes
dan razones públicas y argumenten sus decisiones mediante el dialogo libre,
igualitario e incluyente, algunos de los autores que han abordado este tipo de
democracia son: Jürgen Habermas, Amy Gutman y Dennis Thompson. No obstante
lo atractivo de la propuesta, han surgido críticas que ponen en duda la aplicación de
una forma de gobierno como esta, debido a las grandes desigualdades que
persisten entre los distintos sectores de la sociedad. Es por esto que a lo largo de
del presente documento se pretende argumentar que ante las ventajas y debilidades
de estas dos formas de gobierno, lo más oportuno para superar la crisis de
representación, es un tipo de democracia complementaría que incluya elementos
de estas dos posturas, sin desconocer el contexto social en el que se aplica.

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Crisis de la democracia representativa
Para hablar de una crisis de la democracia representativa, se debe empezar por
definir algunos principios básicos de esta última. Para Urbinati (2006), la
representación democrática se debe entender como "un modo de representación
política autentica, que pueda activar una variedad de formas de control y supervisión
de los ciudadanos" (p.4). Para esta autora la representación no se puede legitimar
únicamente mediante el voto, como un acuerdo contractual entre electores y
gobernantes, la representación es más bien un proceso dinámico donde se entre
mezcla el ámbito político y social, mediante el dialogo que permite el intercambio
de experiencias, acciones, costumbres y preferencias.
A través de la representación, el electorado delega y otorga potestad a sus
representantes, para que sean ellos quienes defiendan sus intereses y aprueben
leyes legítimas que favorezcan a la sociedad. Ante la dificultad de tomar decisiones
mediante un ejercicio de democracia directa, Constant (1819), ve en la democracia
representativa la forma más adecuada de descargar responsabilidades que ciertos
individuos no pueden hacer por sí mismos, sin embargo para que el sistema
funcione se requiere de ciudadanos que vigilen de forma activa y constante a sus
representantes, sin ausentarse por largos periodos de tiempo del escenario público.
Si bien, la representación desde su conceptualización teórica parece ser la
mejor alternativa para gobernar sociedades complejas, caracterizadas por el
aumento demográfico y la dispersión geográfica, en la actualidad es muy común
escuchar que los países occidentales enfrentan una "crisis de representación". La
exclusión de amplios sectores de la ciudadanía en la toma de decisiones, así como

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"la desconfianza y apatía de los ciudadanos respecto de sus gobernantes y del
funcionamiento de las instituciones básicas de las democracias contemporáneas"
(Eberhardt, 2015,p. 88), destacan como las principales causas de la crisis.
Valenzuela (2011), sostiene que la crisis del sistema de representación,
"surge cuando los vínculos entre la ciudadanía, que es el soberano en democracia,
y las instituciones del poder gubernamental se resquebrajan" (p. 3). En este punto
existe una profunda desconfianza por parte del ciudadano, quien no ve en su
representante a alguien que vele por sus intereses y responda a sus demandas,
sino que por el contrario, está más preocupado por satisfacer sus propios intereses,
en conjunto con ciertas elites que encarnan el poder.
Las crecientes movilizaciones por parte de la sociedad civil, por medio de
protestas, marchas, activismo en redes sociales, muestran el inconformismo de los
ciudadanos con la actual forma de gobierno y quienes hacen parte de él. Acciones
que se justifican en el aumento de las denuncias contra representantes por motivos
de corrupción, favoritismo político, clientelismo y en general una captura del estado,
que reproduce las desigualdades y amenaza el bienestar de cientos, miles y hasta
millones de personas.
Otra manera de visibilizar, esta llamada crisis de representación es por medio
de las diferentes encuestas que muestran la insatisfacción de los ciudadanos con
su forma de gobierno. Valenzuela (2011), hace el ejercicio para Chile, mostrando
que a 2011, solo el 32 por ciento de la población respaldaba la democracia,
mostrando un descenso importante con respecto al año anterior, donde la cifra
ascendía al 56 por ciento.

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Al hacer el mismo ejercicio, para algunos países de América Latina y en años
más recientes se observa el alto grado de insatisfacción de los ciudadanos con la
democracia; en países como Colombia, Brasil y México es mínimo el porcentaje de
población que la respalda; en promedio en estos países solo el 32 por ciento de la
población, coinciden en que la democracia representativa es el sistema más
adecuado, lo que evidencia la inconformidad de otro 68 por ciento, que no se siente
representado o no encuentra respuesta a sus peticiones.
Grafica 1. Porcentaje de personas que respondieron estar satisfecho o muy
satisfechos con el funcionamiento de la democracia en su país, 2015
1
Fuente: elaboración propia con base a datos de Latinobarómetro, 2015.
Los datos anteriores apoyan el argumento de la crisis de la democracia
representativa; donde los ciudadanos se alejan cada vez más de sus presentantes,
pues estos no solo, no los representan sino que además están lejos de eso que
1
Las otras categorías a la pregunta era no muy satisfecho y nada satisfecho.
53,9
43,2
29,8
26,7
20,9
18,7
0
10
20
30
40
50
60
Argentina
Chile
Venezuela
Colombia
Brasil
México
Por
cen
taj
e
d
e
p
o
blación
Países

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quisieran ser; con lo que se reafirma el argumento de Pitkin (1985), quien haciendo
referencia a la representación descriptiva, se cuestiona acerca de las posibilidades
de encontrar representantes que se asemejen de manera exacta a sus
representados.
Con base en lo anterior podría decir que existe un conjunto de elementos que
han llevado a las democracias actuales a estar en un momento de crisis, y obliga a
repensar y replantear los mecanismos tradicionales por medio de los cuales los
ciudadanos ejercen su ciudadanía; como bien lo menciona Urbinati (2006), la
representación debe ser un proceso dinámico, en ese sentido ejercicios como la
deliberación y la construcción de diálogos pueden ser herramientas que ayuden a
superar la crisis.
La deliberación como mecanismo para mejorar la calidad de la representación
Uno de los elementos que más han contribuido a agudizar la crisis de
representatividad, ha sido la invisibilidad que tienen los ciudadanos entre los
periodos de votaciones; una vez depositado el voto, el individuo es arrojado hacia
el ámbito de lo privado, sin que se tomen en cuenta sus opiniones, o haya lugar
para la disertación y el dialogo.
Como alternativa a estos periodos de inactividad, para mejorar el proceso de
toma de decisiones, garantizar mayor transparencia y legitimidad en las acciones
de los gobernantes, mediante justificaciones públicas, algunos autores ven en la
democracia deliberativa una herramienta útil. De manera puntual, Gutman y
Thompson (2004, p.7), la define como:

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Una forma de gobierno en la cual ciudadanos libres e iguales (y sus
representantes), justifican decisiones en un proceso en el cual se dan
razones mutuamente y que son mutuamente aceptables y generalmente
accesibles, que apuntan a alcanzar conclusiones que son vinculantes en el
presente a todos los ciudadanos, pero abiertas a ser desafiadas o puestas
en duda en el futuro.
La novedad de la deliberación es que supone un mayor involucramiento del
ciudadano, no solo para exigir, también para justificar sus argumentos, de tal modo
que pueda minimizar sus diferencias con sus conciudadanos.
En las sociedades actuales es imposible que todas las decisiones sean
deliberadas por todos, y que siempre surjan acuerdos de estas deliberaciones,
sostienen las autoras; sin embargo esta forma de gobierno trae una serie de
ventajas que al ser conectadas con los principios de la democracia representativa
pueden desencadenar en mayores niveles de legitimidad, y políticas públicas más
pertinentes a las demandas de los representados.
Algunas de las ventajas de la democracia deliberativa, es que proporciona
una visión más amplia de lo público, ayuda a crear canales de comunicación
mediante el intercambio respetuoso de argumentos, los participantes aprenden
entre ellos ya que conocen otros puntos de vista que les ayuda a ampliar sus
conocimientos, a la vez que se dan espacios para que grupos o individuos
tradicionalmente marginados del proceso de toma de decisiones tengan voz y
expresen sus opiniones, esto bajo el supuesto que en este tipo de discusiones
políticas no se excluye a nadie (Gutman y Thompson, 2004).
Pese a las ventajas antes mencionadas, la democracia deliberativa requiere
de una serie de supuestos, que hagan posible discusiones inclusivas, y

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respetuosas. Es aquí donde se alberga la principal crítica a esta forma alternativa
de gobierno, puesto que se asume en sociedades con ciudadanos libres e iguales.
Marion Young (2001), sin desconocer los beneficios de la deliberación, pone a
debate los obstáculos que representa para esta práctica democrática, la existencia
de grandes desigualdades estructurales que limitan las alternativas políticas de los
menos favorecidos para formular propuestas.
A juicio de Young, las instituciones económicas, sociales y políticas actuales,
se convierten en barreras que dificultan la deliberación, puesto que impiden que
todos participen en igualdad de condiciones; el contexto social adverso que enfrenta
un buena parte de la población, hace que estén más preocupados por la
sobrevivencia que por participar, en este sentido la deliberación termina convertida
en una actividad de las élites políticas, quienes finalmente son las que toman
decisiones y establecen la agenda.
Sanders (1997), expone reflexiones similares, objetando que para deliberar
se necesita "tiempo, dinero, educación y habilidades para argumentar" (p.352).
Recursos, con los que grupos tradicionalmente discriminados por cuestiones de
sexo, raza, posición económica, no cuentan, por lo que bajo estas condiciones se
limitan sus capacidades para la acción política. Si bien no se pueden desconocer
las críticas de estos y otros autores contra la democracia deliberativa, el reto está
en crear instancias cada vez más incluyentes, que le permita a estos grupos que no
han tenido voz, expresar sus necesidades a fin de que quienes hayan sido elegidos
como representantes puedan impulsar políticas públicas que respondan a los
intereses de los ciudadanos y contribuyan a eliminar estas berreras de desigualdad.

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En sociedades actuales, donde la población se cuenta por millones, la
democracia representativa sigue siendo la mejor forma de gobierno, sin embargo
ante la crisis de legitimad, la desconfianza generalizada por parte de los ciudadanos
y su descanto de lo político, urgen mecanismos que mejoren el proceso de toma de
decisiones, y la aplicación de las mismas por parte de las instituciones
representativas. Es ahí, donde la práctica deliberativa tiene cabida, pues aunque no
siempre se generen acuerdos o sea posible incluir a todos y cada uno de los
miembros de la sociedad, si se convierte en un detonador de procesos reflexivos
que "enseñan a los ciudadanos a ver cosas que antes habían pasado por alto"
(Sanders, 1997, p.351), así en consideración del propio Sanders, sea muy idealista
y poco probable en la práctica.
El complemento que se pueda formar entre democracia representativa y
deliberativa, se acerca a lo propuesto por Urbinati (2006), para quien la
representatividad es un proceso que debe estar en constante construcción,
permeado por la influencia social, que se da por la interacción entre gobernantes y
gobernados; en la palabras de la autora en una democracia activa, "el dialogo es
esencial e inevitable" (p. 51), pues solo de este modo se asegura que en los
intervalos entre las votaciones los ciudadanos expresen sus opiniones. Si bien los
argumentos de Urbinati, están más dirigidos hacia a la integración entre democracia
directa y representación, sirven para reforzar la idea de que la democracia
representativa, necesita de otros mecanismos como la deliberación, que en tiempos
actuales son más posibles que la democracia directa que le proporcionen mayor
efectividad.

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En el sentido que la principal característica de la democracia deliberativa es
dar razones públicas por las decisiones tomadas, al estar fusionada con la
representación, en el mejor de los escenarios contribuye a un accionar más honesto
por parte de los representantes, ya que en el ejercicio deliberativo no podrán debatir
argumentos en favor de sus propios intereses, sino que deben buscar el interés
general para lo que fueron elegidos. Aunque el comportamiento de los
representantes se produzca de esta manera, la efectividad de esta alianza,
dependerá de la calidad de la deliberación y de la relación entre los órganos o
instituciones deliberativas y los órganos representativos (García, 2015).
Reflexiones finales
En la actualidad, ante el bajo grado de aceptación de la ciudadanía para con sus
representantes, y la insatisfacción con su accionar, es necesario encontrar formas
alternativas de dar legitimidad a la toma de decisiones que desembocan en políticas
públicas que repercuten en vida cotidiana de la población; la democracia
deliberativa se presentan como una herramienta complementaria, que mejora el
proceso de toma de decisiones, pues por sí sola, esta forma de gobierno es poco
aplicable debido a algunas de las problemáticas presentadas por Young y Sanders.
Las principales críticas que se hacen a la democracia deliberativa, es que no
todos están en igualdad de condiciones para deliberar; la pobreza y desigualdad,
margina a ciertos grupos de estos procesos, pues como bien lo dice Sanders, se
necesita tiempo y dinero, para estar educados e informados y así poder defender
una postura determinada con argumentos sólidos y bien sustentados; en este
sentido, se podría decir que la deliberación es un proceso cíclico, pues si no se hace

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el intento por realizar este tipo de ejercicios reflexivos, difícilmente estos grupos con
mayores problemáticas podrán ser escuchados y atendidas sus necesidades; es
decir a más deliberación más probabilidades de implementar acciones que ataquen
las causas de la desigualdad, y una vez disminuida la desigualdad habrá mayores
posibilidades que quienes en el pasado no participaban, hagan parte de este dialogo
esencial e inevitable que en palabras de Urbinati, es la vía para mejorar la
democracia.

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Valenzuela,
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de
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2011).
cieplan.org.
Obtenido
de
http://www.cieplan.org/media/archivos/articulo_valenzuela_crisis_represent
acion.pdf [Fecha de consulta: 28/11/2016]
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Title
La crisis de la democracia representativa. La democracia deliberativa como una possibilidad?
College
University of Guadalajara
Grade
10
Author
Year
2016
Pages
12
Catalog Number
V375175
ISBN (eBook)
9783668526723
ISBN (Book)
9783668526730
File size
507 KB
Language
Spanish; Castilian
Keywords
habermas, democracia
Quote paper
Yolanda Ramos Ruiz (Author), 2016, La crisis de la democracia representativa. La democracia deliberativa como una possibilidad?, Munich, GRIN Verlag, https://www.grin.com/document/375175

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